Bryan Caplan, en su libro El Mito del Votante Racional, dice que los ciudadanos votan sistemáticamente por partidos y programas que no son necesariamente de su interés económico a largo plazo, tomando así decisiones irracionales. Suele ser habitual reclamar freir a impuestos a los ricos para repartir a los pobres o que se apliquen aranceles a los artículos extranjeros para proteger la industria nacional, pero lo primero reducirá la inversión y lo segundo elevará los precios además de reducir la cantidad total de bienes y servicios.
No es de extrañar que los votantes desconozcan las leyes económicas porque la Educación Estatal se encarga de ello. Sin embargo, en el caso de la energía eléctrica, la irracionalidad del votante es, si cabe, menos justificable porque se trata de conocimientos sobre física elemental adquiridos en la escuela secundaria ó incluso, antes. Es insólito la ignorancia supina, no sólo del elector medio, sino de los propios medios de comunicación, acerca de la imposibilidad de almacenar la energía eléctrica, a nivel industrial, es decir, en grandes cantidades que excedan el ámbito doméstico. Todo lo cual se traduce en leyes dañinas y contraproducentes para los propios electores. Regulaciones sobre docenas de regulaciones previas, auténticas causantes de la denominada "pobreza energética".
Vean lo sucedido, esta semana, al respecto. Casado dice un obviedad y gran parte de medios de comunicación informan que está diciendo una burrada.
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