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viernes, 14 de diciembre de 2018

Liberalismo es respetar los proyectos de vida de los demás (Nuria la pastora)



Les presento a Nuria, 23 años, pastora.
Nuria hace un emotivo alegato en defensa de su libertad individual y de su derecho a que los legisladores respeten su proyecto de vida. Ella no podría ejercer su profesión si los políticos prohíben una actividad ancestral: los perros pastores.







Por si fuera poca la cantidad de regulaciones, permisos, controles de calidad, inspecciones veterinarias, aranceles, directivas, reglamentos, cuotas, imposiciones y toda clase de morralla legislativa que está estrangulando a ganaderos/agricultores, recientemente, algunos legisladores, han promulgado normas jurídicas, sobre la tenencia de animales, que rozan lo esperpéntico y demencial.


La norma también prohibe poner a
los perros como barreras del ganado


Ley 6/18 de 26 de nov. de protección de los animales - La Rioja



Luego se quejan de la despoblación rural:


Prof. Rallo: Cómo frenar la despoblación rural (12/12/2018)



Nuria sólo se equivoca en una cosa: cuando dice (min. 00:45) que “la sociedad le quiere obligar a ser parte de su capitalismo”.
Son los anti-liberales, anti-capitalistas, que, por cierto, salen como churros de las Facultades de Derecho y de Ciencias Sociales, arrogantes, totalitarios y chulitos hasta la nausea (lo se de primera mano), los que quieren obligar a Nuria a renunciar a su proyecto de vida. Una sociedad liberal jamás haría eso. El liberalismo es una corriente de pensamiento cuyo valor central es la libertad de cada individuo para desarrollar sus propios proyectos vitales respetando ese idéntico derecho en las demás personas (JRR). Los liberales creen que el respeto por la libertad individual es el requisito central de la justicia. Creen que las relaciones humanas deben basarse en el consentimiento mutuo. Los liberales defienden una sociedad libre basada en la cooperación, la tolerancia y el respeto recíproco (J. Brenan).
                                     


sábado, 8 de diciembre de 2018

Ecologismo Progre: "El desierto soviético del mar de Aral" (por Fernando Diaz Villanueva - 1/2)






El desierto soviético del mar de Aral

A mediados del siglo XIX los soldados rusos llegaron a las costas del mar de Aral, en las resecas estepas del corazón de Eurasia. Era una tierra salvaje, casi virgen, patria de los jinetes nómadas que un día habían dominado el mundo. Los zares incorporaron a su imperio este área tan extensa y prácticamente ingobernable porque se encontraban en plena carrera contra los británicos por el dominio del Asia central. Aquella frenética competición duró un siglo y se la recuerda como “el gran juego”. Rusos y británicos fueron tomando posiciones. Los unos desde la gélida Siberia; los otros desde su imperio indio por controlar todas las vías de comercio entre el este y el oeste. 

sábado, 1 de diciembre de 2018

Diferencia entre el ladrón común, el socialdemócrata y el comunista.




El ladrón común* no desea destruir el mercado, ni acabar con la policía: si todos robaran a todos, se les acabaría el chollo porque reventaría el sistema que les proporciona riqueza a cambio de nada. De modo que, en el negocio de robar y atracar (fuera de la ley), se desata una fuerte tendencia hacia la creación de una jerarquía mafiosa que expulsará del saqueo el exceso de competencia con objeto de no poner en peligro el sistema de fuentes de ingresos.
Los políticos socialdemócratas se apropian de la riqueza creada por otros (dentro de la ley) y, al igual que el ladrón común, su intención no es destruir el mercado. Sin embargo, a diferencia de éste último, los socialdemócratas, mediante impuestos, tasas, cotizaciones, tributos, regulaciones, expropiaciones, subvenciones, concesiones, licencias, prohibiciones, organismos, agencias, observatorios, chiringuitos ... etc; crean un gigantesco entramado (grupos de presión) donde todos intentan robar a todos*, lo que inevitablemente, multiplica las fuentes de destrucción del mercado, es decir, conduce al colapso del sistema que les proporciona riqueza a cambio de nada; por lo que, temerosos de llegar al punto de no retorno, normalmente, reculan, y, mediante elecciones democráticas, al igual que la jerarquía mafiosa, expulsan el exceso de competencia auto-limitando el número de saqueadores.
Por el contrario, un comunista ni es un ladrón común ni es socialdemócrata. No le basta el saqueo. Pretende la dominación. Un comunista es aquel que promoverá siempre sobrepasar el punto de no retorno. Es un "ganadero de seres humanosdisfrazado de socialdemócrata, cuyo mérito reside en saber conducir el rebaño humano en provecho propio, haciéndoles creer que es por el bien común.