Los seres humanos no son plantas ni ganado; son agentes con propósitos, que se plantean fines y emplean medios para alcanzarlos. Como expuse en mi artículo de 2009 (blog La Acción Humana), la preferencia temporal refleja una verdad fundamental de la naturaleza humana: los individuos buscan siempre satisfacer sus objetivos lo antes posible, valorando más la realización inmediata que la futura. Esta preferencia no es un capricho, sino el motor que impulsa la acción humana, desde ahorrar para el futuro hasta alquilar una vivienda. Los seres humanos valoran más los bienes presentes respecto a los bienes futuros. Pretender suprimir la preferencia temporal mediante controles de precios, como los impuestos en el mercado de alquiler español —dominado por pequeños propietarios—, es no solo un error económico, sino un acto criminal contra la esencia de la humanidad. Es utilizar a los seres humanos como medios para el cumplimiento de los fines de la clase gobernante. En términos de Friedrich Hayek, es la fatal arrogancia de gobiernos que se creen omnipotentes.
.
jueves, 15 de mayo de 2025
LA FATAL ARROGANCIA DE SUPRIMIR LA PREFERENCIA TEMPORAL EN EL MERCADO DE LA VIVIENDA
domingo, 27 de septiembre de 2020
El ascenso y la caída desastrosa del kibutz - El socialismo es incompatible con la naturaleza humana (por Johan Norberg)
Jeremy Corbyn y John McDonnell son parte de una raza de
socialistas que argumentan que esta vez será diferente. El socialismo nunca
falló, insisten: solo lo hicieron los muros, el alambre de púas y las botas.
Entonces, ¡lo que planean para Gran Bretaña, aunque radical, está destinado a
funcionar! Es cierto que es más radical que cualquier cosa que se haya hecho en
cualquier país europeo hoy. Las comparaciones con Venezuela o Cuba o la Rusia
soviética son injustas, dicen.
Pero hay un modelo del que los socialistas de hoy hablan con cariño: el kibutz israelí. Las primeras versiones de estas comunas fueron creadas por los pioneros sionistas a principios del siglo XX, y se hicieron populares después de la fundación del estado de Israel. En 1950, 65.000 personas vivían en 'kibutz', más del 5 por ciento de la población. Y siguieron siendo populares hasta la década de 1980.
