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domingo, 21 de noviembre de 2021

La planificación central es como decretar un infarto cerebral masivo - (Escohotado. 5/7/1941 - 21/11/2021, Goian Bego)

 

Antonio Escohotado

En 3 minutos, Escohotado [autor de la monumental trilogía "Los Enemigos del Comercio"] relaciona el origen de los totalitarismos del siglo XX con lo que HdS llamó economía maniacodepresiva, es decir con los recurrentes auges y depresiones causadas, fundamentalmente por el sistema [socialista] monetario. Escohotado menciona los pánicos financieros como causa de la crisis del "laissez faire".

A continuación define la planificación central como si se decretara un infarto cerebral masivo, en clara referencia, al ensayo "El Uso del Conocimiento en la Sociedad, de F. Hayek, texto cuyo precedente, o cara A de la misma moneda, lo encontramos en "El problema del cálculo económico en la economía socialista" de Ludwig Von Mises.


Escotado, últimos días, octubre 2021


  • NAZISMO Y COMUNISMO

Hasta la llegada del liberalismo se daba por lógico que siempre reinase la escasez [la curva que representa el crecimiento es casi plana]. Al instaurase la espiral del desarrollo, ya hay crecimientos dramáticos, a los cuales acompañan de vez en cuando decrecimientos dramáticos [pánicos financieros]. Se trata ya de una curva con altos y bajos.  Las depresiones dan tanto miedo que se independizan de las alzas económicas y por eso la gente rechaza el "laissez faire, laissez passer" [Libertad Económica]. Los totalitarismos del siglo XX salen de ahí [provienen de esos ciclos recurrentes de auge y depresión causados por el sistema monetario]. La forma más racional es la de Mussolini y la más bestial es la de Lenin, que es la que imita Hitler.

  • SOCIALISMO

"La planificación central es como si se decretara un infarto cerebral masivo" ... La planificación [cental] ¿por qué fracasa? porque significa desprecio de billones de células, de neuronas, que podían emplearse en comunicar y que no comunican*.

ANTONIO ESCOHOTADO (Madrid, 5 de julio de 1941 - Ibiza, 21 de noviembre de 2021)


Libro 1 de 3


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Conocí a Escohotado a principios de la década de los 90. Un tipo (reconocido filósofo) salía en televisión a defender la libertad de consumo de drogas. ¡Impresionante!

Escohotado (Extracto)

Perdida la fe en monarcas por decreto divino, hace siglos pensamos que proteger nuestras personas y bienes —nuestra propiedad— es la razón última para acatar leyes y gobernantes.

Con todo, lo que hace de algo un bien es nuestro quererlo como tal, el animus possedendi, y aquí no caben suplantaciones sin incurrir en fraude. También es evidente que, en contraste con los cuadrúpedos de rebaño, ser un ciudadano adulto supone derecho a disponer de sí o del cuerpo propio, reconociéndose todos la propiedad de cada uno sobre su singular persona. Dado que las drogas han sido, y son, bienes o cosas queridas del mundo exterior para un incalculable número de personas, y dado que retirarlas del lícito intercambio atenta contra el derecho a disponer de sí o del propio cuerpo, resulta que cualquier guerra contra ellas es una guerra contra la propiedad en sentido nuclear, como suma de las cosas deseadas y nuestra propia persona.

Semejante despojo pasa por salvaguarda del interés común, mostrando hasta qué punto es peculiar la relación actual de gobernante y gobernado. En principio, aquél debe lograr que bienes y personas de cierto grupo no sufran menoscabo o coacción; sin embargo, algo más tarde —ahora mismo—, para que no sufran menoscabo o coacción el gobernado debe seguir directrices del gobernante cuando decide qué hará de su piel hacia dentro, y qué bienes le parecen tales. En otras palabras, ya no es protegido de otros tanto como de sí mismo, y su propiedad —tanto en sentido nuclear como mercantil— queda a merced de definiciones ajenas.

Acatado esto, lo demás sigue solo. Para empezar, todo tipo de muebles, inmuebles y semovientes empiezan a ser incautados, por las más diversas y novedosas causas, mientras el remedio para asegurar seguridad gesta amenazas a la seguridad literalmente inauditas. «Más derechos inútiles de voto», comenta Szasz, «por menos derechos personales decisivos.» ¿Qué derechos decisivos? Los que empiezan en la autonomía del placer propio y acaban en la autonomía para resolver manera y momento de la propia muerte. Basta mirar en torno para ver que los adultos sanos no pueden tomar las drogas que desean, ni los enfermos rechazar las que no desean. Unos y otros son niños al cuidado de tutores, técnicamente especializados en explotar cada mínima fibra de su cobardía. Sobre la disponibilidad de drogas lúcidas y, en consecuencia, sobre el placer buscado por sanos y enfermos, decide finalmente la policía de cada lugar, a través de sus confidentes/arrepentidos, mientras sobre la disponibilidad de eutanásicos deciden médicos y jueces; para ser exactos, ellos administran tanto el viejo derecho a una búsqueda personal de la felicidad como el derecho a matarnos; mal le irá a quien pretenda suicidarse por su mano o por la de un ser querido, al estilo de otros tiempos.


Prólogo de Escohotado al libro "Nuestro derecho a las drogas", 1992 de Thomas Szazs



*El uso del conocimiento en la sociedad

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