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sábado, 18 de marzo de 2017

La increíble máquina de hacer pan (R. W. Grant)

Durante la Revolución Francesa cortaban la cabeza a los panaderos porque subía el precio del pan; y cuantas más cabezas cortaban, más subía el precio del pan. Las leyes económicas se cumplen inexorablemente. Són válidas para todo tiempo y lugar. Consabido es que Venezuela es un estercolero socialista donde los principales criminales y saqueadores permanecen en el gobierno intentando combatir la regularidad de los fenómenos económicos. Conocedores desde los inicios del fracaso de su proyecto, aguantan en el poder a costa del sacrificio y sufrimiento del pueblo. Con motivo de la última "Madurada" que amenaza con la expropiación de panaderías, traigo a colación la historia de "Tom Smith y la increíble máquina de hacer pan", (traducida por Jesús Huerta de Soto y publicada en el primer volumen de "Lecturas de Economía Política"): 





"Aumento ilegal del precio es cobrar más que un colega, pero si cobra usted de menos es desleal competencia. Y téngalo bien presente, no haya en esto confusión: si cobran todos lo mismo será confabulación"

Esta peregrina historia
Trata del buen Tom Smith,
Que le quitó el hambre al mundo
Y pasó de héroe a vil.
Tom fabricaba juguetes;
Eran su especialidad.
Por eso a todos asombra
Cuando se pone a hacer pan.
La máquina que ha inventado
No es de poco más o menos:
Hace pan casi de balde,
En rebanadas y envuelto.
¿Imagináis el milagro?
¿Calculáis las consecuencias?
Al fin come el mundo entero
Gracias a Smith y su ciencia.
Lo recibe el presidente,
Todo el mundo le festeja,
Y honores y distinciones
Llueven sobre su cabeza.
Pero ¿hay algo tan voluble
Como la como la cochina fama?
De Tom, héroe de hoy,
Nadie se acuerda mañana.
El tiempo vuela; y Smith,
Aunque se ha hecho millonario,
No es ya nadie para quienes
Comen su pan a diario.
“¿De Dónde viene ese pan?”
Le preguntáis a la gente;
Y ellos comen y se extrañan:
“!Ah!, ¿pero no lo hubo siempre?”
La verdad es que eso a Smith
No llega a quitarle el sueño,
Pues piensa: “Todo va bien:
Yo rico y ellos contentos”.
¿Qué todo va bien, Smith?
No contabas con la huéspeda.
Si no, ved lo que pasó
A partir de aquella fecha
En que, al subir los impuestos,
Y aun sin irse de la mano,
Tuvo que subir el pan.
¡Ahora cuesta ya un centavo!
“¿Qué pasa?”, clama la gente.
“¿Qué pretende el muy infame?
¿Quiere apilar más millones
A costa de nuestra hambre?”
(Vean su caricatura
-gran panza, hocico porcino-
Quitando el pan de la boca
A un famélico chiquillo.)
Como el pueblo es lo primero,
Nadie podrá discutir
Que en asuntos de esta clase
A él toca decidir.
Intervienen presurosos
Los agentes del gobierno,
Y lo que encuentran les pasma:
El “trust del Pan”, nada menos.
La cosa se pone seria,
Y, curándose en salud,
Smith decide pasarse
Por la oficina antitrust.
Allá va, sombrero en mano:
"Los han engañado a ustedes.
No he quebrantado la ley."
Pero el funcionario advierte:
"En época tan compleja
No basta la ley, hermano.
Es mucho más eficaz
Dejarlo de nuestra mano.
Y por si usted no se encuentra
Ducho en estos menesteres,
Le diré cuál es la norma
Porque de una vez se entere:
Aumento ilegal de precio
Es cobrar más que un colega,
Pero si cobra usted de menos
Es desleal competencia.
Y téngalo bien presente,
No haya en esto confusión:
Si cobran todos lo mismo
Será confabulación.
Debe competir, es cierto,
Pero ande con pies de plomo,
Pues si conquista el mercado,
¡qué más claro monopolio!”
¿Precio abusivo o escaso?
El uno al otro no quita.
Si el Bien Público está en juego,
¿por qué no la parejita?
Y , pues no cuesta trabajo,
A mayor abundamiento
Le añaden el monopolio.
¡Hay que hacer un escarmiento!
“!Cinco años!” truena el juez,“
y bien pudieran ser más.
Hay que enseñar a esta gente
Respeto a la sociedad!”.
Ahora el pan lo hace el gobierno,
Y –no es preciso decirlo-
Todo está bien controlado
Y el público protegido.
Claro que el pan sale a dólar.
Pero el Estado lo vende
A medio centavo. (El resto lo paga el contribuyente).




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