Estamos cavando nuestra propia sepultura. Gran parte de la ciudadanía no son más que "hooligans" de sus correspondientes partidos políticos. El control
parlamentario se ha esfumado. El cuarto poder, los medios de comunicación, han desaparecido físicamente de
las ruedas de prensa del consejo de ministros; y aquello
de que España era un Estado casi federal y/o uno de los más descentralizados
del mundo se ha desvanecido por completo; era una absoluta ficción; como excelentes sabandijas chupópteras, los
presidentes, políticos y parlamentos autonómicos se convierten en cómplices y mendigos del poder central, para seguir ejerciendo con normalidad su saqueo a los contribuyentes . El Congreso de los Diputados hoy, cuyo voto electrónico no presencial, pone de relieve como nunca, lo que realmente es: una oligarquía formada por un reducido grupo de personas dirigentes de los partidos políticos, con control absoluto del poder ejecutivo y legislativo.
Las medidas
que el gobierno social-comunista está implantando con la aprobación de ese Parlamento enfermo, vacío, tocado y hundido por el coronavirus, no se escaparán del “Efecto Trinquete”. Se trata de un concepto que
en Economía, fue elaborado por primera vez por Alan Peacock y Jack Wiseman, en
alusión a esas piezas de maquinaria que se mueven con soltura en un sentido
pero se bloquean en sentido contrario. El efecto trinquete explica muy bien el
comportamiento de políticos y burócratas que en determinados escenarios de crisis,
establecen nuevas regulaciones, aumentan los impuestos y elevan el gasto
público; y que luego son prácticamente imposibles de revertir. Los políticos aprovechan las crisis para acrecentar su poder sobre la sociedad. En casos de
necesidad, recortarán el gasto y reducirán las regulaciones, pero siempre en una cuantía
inferior a aquella en que lo incrementaron cuando pudieron.
Antes de la
publicación de la primera prorroga del decreto de alarma (marzo 2020) hubo una feroz lucha, dentro del propio
gabinete, entre socialistas y comunistas bolivarianos, porque estos últimos
pretendían la nacionalización parcial de la economía. El domingo 29 de marzo por la noche,
numerosos sectores económicos no sabían si dentro de unas horas tenían que
volver al trabajo o no, porque aún no se había publicado el decreto que
establecía la hibernación casi total de la economía. El retraso se debió, de
nuevo, a discrepancias entre socialistas y bolivarianos dentro del gobierno.
Desde entonces, la economía se ha desplomado. La devastación es inmensa. El PIB caerá un 10 ó 20% anual. Sectores económicos al completo han colapsado. Todo el país está en manos de políticos autoritarios e incompetentes. Un "armageddon económico".
El coronavirus es un virus chino, un virus comunista que parece creado para implantar el comunismo por todo el planeta. Incluso en Estados Unidos el poder del gobierno ha crecido de forma nunca vista. La Unión Europea era ya un lodazal socialdemócrata a un tiro de distancia del totalitarismo, y España está, quizás, alcanzando el punto de no retorno hacia el "nazional-populismo", por culpa de un electorado completamente analfabeto en economía. España es mayoritariamente anticapitalista. La peña no sabe ni por donde le pega el aire. Es patente la confusión mental de la población por su incapacidad para apreciar la esencial diferencia que existe entre el sistema económico basado en el libre mercado y toda ordenación económica carente del mismo o fuertemente intervenida en favor de élites de privilegiados u oligopolios asociados al poder político.
Estamos al borde de una dictadura constitucional, sin libertades civiles y que vacía de contenido el concepto de propiedad privada. El gasto público, el déficit, la deuda, el proteccionismo y los impuestos llevarán al país a la miseria. Se esfuma el ahorro. Las empresas se descapitalizan. Sobrevivirán los "empresaurios", la "aristocracia bolibolivariana" de los partidos del gobierno.
Prensa Argentina |
El Populismo empieza controlando sectores estratégicos y “cuando las regulaciones, la fijación de precios, salarios y tipos de interés llega a abarcar toda la economía, el socialismo de tipo germano (“Zwangswirtschaft”) reemplaza al mercado. En Argentina lo llaman Peronismo. En su grado máximo, el mercado, el cambio interpersonal, la propiedad privada de los medios de producción, la empresarialidad y la iniciativa privada, virtualmente desaparecen. Ya nadie puede influir por sí mismo, como consumidor, en el proceso de producción; todo el mundo debe obedecer las directrices que emanan del supremo organismo rector. La propiedad privada y el mercado son mero simulacro. Un cuarto de la población activa sostiene a los tres cuartos restantes. El Estado controla toda la economía manu militari. Al pueblo se le anula con rentas mínimas, subsidios, limosnas, y propaganda colectivista nacionalista bombardeada desde subvencionados medios de comunicación.
Sea como fuere el efecto trinquete será brutal en lo que respecta a pérdida de libertades y control económico. Prueba de ello es la aprobación general que suscitó el tuit que publicó el Vicepresidente Pablo Iglesias el mismo 29 de marzo despues del enfrentamiento con los socialistas en el gabinete: “Toda la riqueza del país, en sus distintas formas, y sea cual fuere su titularidad, está subordinada al interés general”, con la imagen de la ministra de trabajo, de su mismo partido.
No es una frase de un internauta que pasaba por allí, ni del líder de un partido sin representación parlamentaria. Se trata del Vicepresidente de un gobierno cuyo presidente, Sánchez, es un plagio de sí mismo con infinitas ansias de poder, y lo peor, siendo ambos quienes deben determinar el "interés general".
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