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domingo, 4 de noviembre de 2018

El Agotamiento del Ego




Como ya comenté en otra entrada, Daniel Kahneman, psicólogo, profesor emérito en la Universidad de Princeton (Nueva Jersey) y premio Nobel de Economía en 2002, ha explicado que nuestro cerebro funciona con dos sistemas. El «sistema 1» emite juicios inmediatos e intuitivos, y el «sistema 2» requiere de esfuerzo mental y elaboración para ello.  El sistema 1 desarrolla sistemas de ideas que no requieren de esfuerzo, pero es incapaz de crear pensamientos ordenados y estructurados. Esto último es lo que hace el sistema 2. El sistema 1 es el predominante. Y este, como dice Kahneman, continuamente genera sugerencias para el sistema 2 en la forma de impresiones, sentimientos, intuiciones, intenciones e impulsos, que en dicho sistema 2 se convierten en creencias y acciones voluntarias. El sistema 1, entonces, es el emocional, y el sistema 2, el racional. 



El Agotamiento del Ego



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Una serie de sorprendentes experimentos del psicólogo Roy Baumeister y sus colegas han demostrado concluyentemente que todas las variantes de esfuerzo voluntario – cognitivo, emocional o físico– hacen uso, al menos en parte, de un fondo compartido de energía mental. En sus experimentos se ejecutan tareas más sucesivas que simultáneas.
El grupo de Baumeister observó repetidamente que el esfuerzo de la voluntad o autocontrol es fatigoso; si hemos de forzarnos a hacer algo, estamos menos dispuestos, o somos menos capaces, de ejercer el autocontrol si el próximo reto está cerca. El fenómeno se ha denominado agotamiento del ego. 
En una demostración tipo, los participantes, a quienes se pide que repriman su reacción emocional a un filme de gran carga emotiva, darán más tarde un pobre resultado en un test de resistencia física – el tiempo que pueden mantener fuertemente presionado un dinamómetro a pesar del creciente malestar–. El esfuerzo emocional de la primera fase del experimento reduce la capacidad de resistir el dolor que produce la contracción 
sostenida del músculo, y, por consiguiente, las personas con agotamiento del ego ceden antes a la necesidad de soltar el aparato. 
En otro experimento, los participantes ya se hallan agotados por haber realizado la tarea de comer alimentos beneficiosos, como rábanos y apio, mientras resistían la tentación de
comer pasteles de chocolate y crema. Más tarde, abandonaban antes de lo que es normal si se les enfrentaba a una difícil tarea cognitiva.
La lista de situaciones y tareas que ahora conocemos capaces de debilitar el autocontrol es larga y variada. Todas encierran conflicto y la necesidad de reprimir una tendencia natural. 
He aquí una muestra:
  • evitar pensar en osos blancos;
  • inhibir la respuesta emocional a una película conmovedora
  • hacer una serie de elecciones que suponen conflicto;
  • intentar impresionar a otros;
  • responder educadamente al mal comportamiento de un compañero;
  • relacionarse con una persona de raza diferente (para individuos con prejuicios).

La lista de indicios de agotamiento es también muy variada:
  • romper una dieta;
  • gastar en compras impulsivas;
  • reaccionar agresivamente a una provocación;
  • persistir menos tiempo en una tarea manual;
  • hacer un mal papel en tareas cognitivas y decisiones lógicas.

La evidencia es persuasiva: Actividades que exigen mucho al Sistema2 requieren autocontrol, y ejercer el autocontrol es fatigoso y desagradable. A diferencia de la carga cognitiva, el agotamiento del ego supone, al menos en parte, una pérdida de motivación. Después de ejercer el autocontrol en una tarea, uno no se siente capaz de esforzarse en otra, aunque podría hacerla si no tuviera más remedio. En varios experimentos, los participantes eran capaces de resistir los efectos del agotamiento del ego si recibían un fuerte incentivo. En cambio, aumentar el esfuerzo no es una opción cuando hay que retener seis dígitos en la memoria a corto plazo mientras se ejecuta una tarea. El agotamiento del ego no es el mismo estado mental que el del quehacer cognitivo.

El descubrimiento más sorprendente que hizo el grupo de Baumeister muestra, como este pone de relieve, que la idea de energía mental es más que una mera metáfora

El sistema nervioso consume más glucosa que otras muchas partes del cuerpo, y la actividad mental esforzada parece ser especialmente acaparadora de glucosa. Cuando estamos activamente enfrascados en difíciles razonamientos cognitivos o en una tarea que requiere autocontrol, el nivel de glucosa en la sangre desciende. El efecto es análogo al que se produce en un corredor, cuya cantidad de glucosa almacenada en sus músculos disminuye durante una carrera. La consecuencia más notable de esta idea es que los efectos del agotamiento del ego podrían ser compensados ingiriendo glucosa, y Baumeister y sus colegas han confirmado esta hipótesis en varios experimentos.
Unos voluntarios de uno de sus estudios vieron una breve película muda de una mujer entrevistada; se les había pedido que interpretaran su lenguaje corporal. Mientras estaban enfrascados en la tarea, una serie de palabras cruzaba la pantalla en lenta sucesión. Los participantes recibieron la instrucción específica de ignorar las palabras, y si notaban que su atención se apartaba de la conducta de la mujer, tenían que volver a concentrarse en ella. Se supo que este acto de autocontrol causaba agotamiento del ego. Todos los voluntarios tomaron una limonada antes de participar en una segunda tarea. La limonada fue endulzada con glucosa para la mitad de ellos, y con Splenda para la otra
mitad. Luego, todos los participantes debieron realizar una tarea en la que, para tener la respuesta correcta, tenían que rechazar una respuesta intuitiva. Los errores intuitivos son normalmente mucho más frecuentes entre egos agotados, y los participantes que tomaron Splenda acusaron el esperado efecto de agotamiento. Pero los que tomaron glucosa no se agotaron. Restablecer el nivel de azúcar disponible en el cerebro habría prevenido el deterioro de su tarea. 
Será preciso tomarse algún tiempo y seguir investigando para establecer si las tareas que causan agotamiento por la falta de glucosa también causan la excitación momentánea que se refleja en el aumento del tamaño de la pupila y de las pulsaciones.
Una inquietante demostración de efectos de agotamiento en los juicios ha aparecido recientemente en Proceedings of the National Academy of Sciences. Los participantes involuntarios en el estudio eran ocho jueces de Israel. Pasaron días enteros revisando casos de aplicación de libertad condicional. Los casos eran presentados en orden aleatorio, y los jueces emplearon poco tiempo en cada uno, una media de seis minutos. (La decisión más común fue la denegación de
la libertad condicional; solo el 35 por ciento de las peticiones fueron aprobadas. El tiempo exacto de cada decisión fue registrado, así como el que emplearon los jueces en las tres pausas del día para tomar alimento, la matutina, la del almuerzo y la de la tarde). Los autores del estudio relacionaron la proporción de peticiones aprobadas con el tiempo transcurrido desde la última pausa. La proporción alcanzaba un pico después de cada comida, cuando alrededor del 65 por ciento de las peticiones eran concedidas. Durante unas dos horas antes de la próxima comida de los jueces, la cantidad de aprobación descendía uniformemente, hasta cerca de cero justo antes de la comida. Como este resultado no era del agrado de nadie, los autores buscaron cuidadosamente otras muchas explicaciones alternativas. Pero la mejor explicación posible de los datos brinda malas noticias: Jueces cansados y hambrientos tienden a tomar la decisión más fácil y común de denegar peticiones de libertad condicional. La fatiga y el hambre probablemente sean aquí determinantes. (extracto del libro "Pensar rápido, pensar despacio" de Daniel Kahneman).

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En resumen, lo que Roy Baumeister descubrió, fue que la fuerza de voluntad es finita y funciona como si fuera una batería. Es decir, se utiliza la misma batería para todas las tareas que ejecuta el Sistema 2 sean cuales fueren. Absolutamente, cada decisión que se toma está agotando la batería. Y por tanto, a media que se usa se va gastando. La fuerza de voluntad es un recurso limitado. De modo que si quieres disponer de más batería para conseguir tus metas en la vida, tienes que disminuir tus decisiones triviales. Es decir, hay que reservar "autocontrol" o "fuerza de voluntad" para las decisiones que son verdaderamente importantes. 


Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook viste siempre de la misma manera. El motivo lo reveló hace unos años: "En realidad quiero aclarar mi vida para hacerla sencilla y así tener que tomar la menor cantidad de decisiones posibles sobre cualquier cosa excepto la forma de servir mejor a esta comunidad, Facebook.







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