Por fín, alguien empieza a contar la verdad en un parlamento democrático, aunque esté casi vacio.
Douglas Carswell defiende en el Parlamento Británico la propuesta del Catedrático Jesús Huerta de Soto: el coeficiente de caja del 100% para los auténticos contratos de depósito.
Bueno, miento, el congresista Ron Paul, lleva varios años predicando en el desierto:
La Reserva Federal es la culpable. Nos ha traído esta crisis. La política de bajas tasas de interés es un gran error, no una panacea. Las tasas de interés artificialmente bajas se consiguen inflando la oferta de dinero. Castigan al ahorrador y éstos son engañados. Promueven el consumo y la deuda sobre el ahorro y la inversión. Manipular las tasas de interés es un acto inmoral, es económicamente destructivo. La política de tasas de interés artificialmente bajas causó nuestros problemas, y por ende, no puede ser la solución. El tipo de interés de mercado es información crucial para el buen funcionamiento de la economía. Un banco central fijando tipos de interés es fijación de precios, y esto es una forma de planificación central de la economía. La fijación de precios es una herramienta de socialistas y destruye la producción. Banqueros centrales, políticos y burócratas no pueden saber cual debería ser el tipo de interés correcto. Carecen del conocimiento y son engañados por su propio engrandecimiento. La manipulación de la oferta monetaria y los tipos de interés rechaza todos los principios de libre mercado.
Irónicamente, los mercados libres y las monedas con respaldo (metálico- en oro) generan tipos de bajos tipos de interés, pero a diferencia de las tasas artificialmente bajas orquestadas por la Reserva Federal, la transmisión de esta información es beneficiosa para inversores y ahorradores. El Congreso, al ceder esta autoridad, transmite poderes económicos extraordinarios a algunos pocos de la élite. Este es un poder del que se ha abusado a lo largo de la historia. Sólo la Reserva Federal puede inflar la moneda, creando nuevo dinero y crédito de la nada, en secreto, sin control o supervisión. La inflación facilita los déficits, guerras innecesarias y gastos benefactores excesivos. La devaluación de la moneda es falsificación. Le roba su valor a todo dólar ganado o ahorrado. Roba a la gente y la hace más pobre. Es el enemigo del trabajador. La inflación es la más atroz y regresiva de todas las formas de impuestos. Transfiere la riqueza de la clase media a ricos privilegiados. El caos económico que resulta de una política de inflación del banco central inevitablemente lleva a la inestabilidad política y a la violencia. Es una antigua herramienta de todos los políticos autoritarios. La inflación nunca es un beneficio para los amantes de la libertad. Destruye la prosperidad y alimenta los fuegos de guerra. Es responsable de recesiones y depresiones. Es engañosa, adictiva y crea delirios de grandeza con respecto a la riqueza y al conocimiento. No se puede generar riqueza creando dinero por decreto. Por el contrario, se destruye, y se premia a los intereses especiales. Depender del fraude monetario para la prosperidad nacional, o para un cambio en la espiral descendente, es más arriesgado que depender de la lotería. La inflación ha sido usada para pagar todas las guerras e imperios. Y todos ellos acaban mal. La inflación y el corporativismo generan proteccionismo y guerras comerciales. Promueve chivos expiatorios, culpando a extranjeros, inmigrantes ilegales, minorías étnicas, y con demasiada frecuencia a la libertad misma, por los eventos predecibles y el sufrimiento que genera. Además, el proceso entero es inconstitucional. No hay ninguna autoridad legal para operar tal sistema monetario. ¡Así que, detengámoslo!. Reinstauremos una política de prosperidad, paz y libertad. El momento ha llegado, ¡acabemos con la FED!
Douglas Carswell defiende en el Parlamento Británico la propuesta del Catedrático Jesús Huerta de Soto: el coeficiente de caja del 100% para los auténticos contratos de depósito.
Cámara de los Comunes - Londres- 15 de Septiembre de 2010
"Acabemos con la FED"
Ron Paul
Febrero 2009. ¡Acabemos con la FED!
Irónicamente, los mercados libres y las monedas con respaldo (metálico- en oro) generan tipos de bajos tipos de interés, pero a diferencia de las tasas artificialmente bajas orquestadas por la Reserva Federal, la transmisión de esta información es beneficiosa para inversores y ahorradores. El Congreso, al ceder esta autoridad, transmite poderes económicos extraordinarios a algunos pocos de la élite. Este es un poder del que se ha abusado a lo largo de la historia. Sólo la Reserva Federal puede inflar la moneda, creando nuevo dinero y crédito de la nada, en secreto, sin control o supervisión. La inflación facilita los déficits, guerras innecesarias y gastos benefactores excesivos. La devaluación de la moneda es falsificación. Le roba su valor a todo dólar ganado o ahorrado. Roba a la gente y la hace más pobre. Es el enemigo del trabajador. La inflación es la más atroz y regresiva de todas las formas de impuestos. Transfiere la riqueza de la clase media a ricos privilegiados. El caos económico que resulta de una política de inflación del banco central inevitablemente lleva a la inestabilidad política y a la violencia. Es una antigua herramienta de todos los políticos autoritarios. La inflación nunca es un beneficio para los amantes de la libertad. Destruye la prosperidad y alimenta los fuegos de guerra. Es responsable de recesiones y depresiones. Es engañosa, adictiva y crea delirios de grandeza con respecto a la riqueza y al conocimiento. No se puede generar riqueza creando dinero por decreto. Por el contrario, se destruye, y se premia a los intereses especiales. Depender del fraude monetario para la prosperidad nacional, o para un cambio en la espiral descendente, es más arriesgado que depender de la lotería. La inflación ha sido usada para pagar todas las guerras e imperios. Y todos ellos acaban mal. La inflación y el corporativismo generan proteccionismo y guerras comerciales. Promueve chivos expiatorios, culpando a extranjeros, inmigrantes ilegales, minorías étnicas, y con demasiada frecuencia a la libertad misma, por los eventos predecibles y el sufrimiento que genera. Además, el proceso entero es inconstitucional. No hay ninguna autoridad legal para operar tal sistema monetario. ¡Así que, detengámoslo!. Reinstauremos una política de prosperidad, paz y libertad. El momento ha llegado, ¡acabemos con la FED!