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domingo, 23 de mayo de 2010

Concierto Económico y Crisis (financiación Comunidades Autónomas)

Tenemos aquí dos artículos, uno del diario El País: Sus fechorías salen gratis: paga el ciudadano del que extraigo este párrafo:
En EE UU han hablado sin ambages de un comunismo al revés. Y no lo han hecho precisamente activistas antisistema sino inversores como Jim Rogers, cofundador junto con George Soros de Quantum, uno de los mayores fondos de alto riesgo: "EE UU es ahora más comunista que China. Pero se trata de un socialismo para ricos. Se está rescatando a los financieros, a los bancos y a la aristocracia de Wall Street, no a la gente humilde que quiere pagar su hipoteca".

Y también extraigo uno de los comentarios, el 336:
"No me extraña que el mundo camine hacia una dictadura en la que habrá una sola autoridad que gobierne sobre todo y sobre todos. Las cosas caminan por una senda que va dejando cada día unos residuos que están creando un creciente "ejercito" de gente rabiosa que en su momento darán un cambio sangriento en todo el mundo".

Y este otro artículo publicado en Deia:
La Diputación de Bizkaia no contempla una subida de impuestos, del que saco este otro párrafo: “Euskadi debe hacer valer … su régimen jurídico, su capacidad de autogobierno … para que no nos afecten los efectos perversos de los errores ajenos", afirmó el diputado general de Bizkaia, José Luis Bilbao.





Antes, aclaro a mis lectores (del otro lado del charco, sobre todo), que Euskadi (y Nafarroa) tiene un régimen autonómico diferente al resto de las comunidades del Estado Español: El Concierto Económico. Euskadi es responsable de su propia recaudación fiscal a través de las Diputaciones Forales.

En Euskadi, el grueso de malas inversiones (boom inmobiliario) propiciado por la brutal expansión crediticia, no se ha materializado en millones de urbanizaciones vacías o a medio construir, como en otras comunidades del resto del Estado. Algo se habrá hecho mejor, digo yo... 
Como ya expliqué en este otro post: "Icebergs y Guillotinas", en general, la estructura productiva de los países occidentales es como un gran iceberg, cuya parte visible desde la superficie, representa el consumo. La parte sumergida representa todos los intercambios realizados en las etapas productivas precedentes al consumo. Euskadi, está soportando mejor esta crisis por que ya tenía (antes de la orgía crediticia) una estructura industrial y de servicios con gran número de empresarios y trabajadores en las etapas más alejadas del consumo (parte sumergida del iceberg) soportada y financiada con ahorro voluntario sin que la coordinación intertemporal entre ahorradores, empresarios y consumidores haya sido gravemente distorsionada por la "expansión monetaria".
Es similar a lo ocurrido en Alemania o Francia con respecto a los países periféricos. De momento, en Euskadi, el desempleo es del 10% mientras que, por ejemplo en la comunidad autónoma andaluza, es del 27% y la media del Estado supera el 20%. 
Falta por dilucidar a cuanto asciende la porquería que apesta en los activos de las cajas de ahorro vascas. Recuerdo spots como éste de la BBK: Hipoteca joven a 50 años.




El concierto económico ha sido pieza clave (en Nafarroa también) para marcar la diferencia con el resto del Estado. Pero ese mecanismo, al igual que la independencia, de ninguna manera garantiza mayor bienestar de por sí, (entendiendo por bienestar, mayor capital per cápita bien invertido, que permita disponer de mayor cantidad de bienes y servicios, de mejor calidad y/o más baratos). Lo que garantiza el concierto es que, el gobierno de turno aquí, responsabilizándose de sus propios ingresos y gastos, tiene libertad para copiar la política del vecino o por el contrario separarse completamente de ella. "Riesgo unilateral", lo llaman aquí.
Nada nos hubiera impedido durante esta última década, ni nos impide aquí y ahora, elegir un chiflado como el actual de la Moncloa que nos arruine a todos. 
No es lo mismo "unidad de mercado" que un mercado libre donde las fronteras sean rayas pintadas en el suelo con libertad de circulación de bienes, capitales y personas (si son invitadas)
Tampoco es lo mismo nacionalismo que estatismo (o intervencionismo). Desde el momento que la gente empiece a darse cuenta que el bienestar de nuestros vecinos es mayor (y nuestro "chiflado" particular no nos ponga ese muro típico del proteccionismo económico), los ciudadanos podremos escapar. Votar con los pies, lo llaman.
El concierto económico, la autonomía o la independencia, no son de por sí, garantía de mayor bienestar, pero una multitud de gobiernos en competencia si garantiza que se ponga de manifiesto cuanto antes, el desastre o el acierto de las regulaciones de los gobernantes autóctonos por comparación con lo que ocurra en las comunidades o estados limítrofes; por los desplazamientos de capitales y recursos humanos que provoquen las dispares regulaciones, siempre y cuando, cómo antes he dicho, haya libertad de circulación de personas, capitales y mercancías. 
Con un gobierno centralizado (o mundial, que, como he comentado más arriba, algunos temen y otros reclaman), no habría forma de escapar de políticas nefastas; los errores de semejante autoridad no podrían podrían ponerse de manifiesto por los ciudadanos votando con los pies. 

Volviendo a Euskadi, si se oye, como hace unos días en una emisora de radio, al presidente de una comunidad limítrofe (La Rioja) quejarse de que las normas fiscales vascas perjudican a las empresas instaladas en aquella comunidad, eso será señal de que la regulación que soportan los empresarios y trabajadores riojanos provoca disminución del bienestar en su comunidad. Y como su limitada autonomía les impide poner un muro, en vez de reclamar la modificación de sus propias normas, recurren al gobierno de España para que nos iguale a todos por abajo, pidiendo más impuestos para las empresas vascas.

El sistema autonómico del resto del Estado es suicida y a medida que nos sumergimos en la crisis, se hace más patente, porque las CCAA no tienen la capacidad y responsabilidad de recaudar, y en cambio gastan como "descosidas" porque saben que lo que deje de gastar una lo gastará la otra (se transfieren competencias pero no los recursos fiscales para financiarlas). Los políticos que gastan y consumen como termitas no son los que recaudan. El sistema de financiación es harto complicado, pero básicamente, de los impuestos más importantes, cuyo 50%, en teoría, corresponde a las CCAA, éstas sólo se quedan, en principio, un 25%. El resto, en torno a tres cuartas partes de lo recaudado - insisto- de ese 50%, es administrado por el Gobierno Central y devuelto a las comunidades autónomas por el Gobierno Central, pero, a cada una se le devuelve una determinada cantidad dependiendo de sus necesidades de gasto (es decir, hablando en plata: el importe depende de la negociación política. Ver más información al final del post*). Por eso lo que no gaste una lo gastará la otra. Los incentivos son perversos. Además, para colmo, por un lado tienen la capacidad de endeudarse y por otro tienen capacidad expandir artificialmente el crédito a través de sus propias cajas de ahorros, cuyos políticos controlan, con lo cual colaboran a causar y/o aumentar la gravedad de las crisis.

Aún así –con concierto, o sin él- era casi imposible que los empresarios vascos que han cerrado sus empresas y enviado gente al paro, se hubieran librado de los efectos del falso auge económico y de la inevitable crisis:
Por un lado, ¿Cuánto dinero deben las cajas de ahorro vascas al exterior? ¿Qué pasaría con los balances de esas entidades, si ese falsificador gigante llamado Banco Central y su delegación: el BdE, dejara de proporcionar liquidez?. Esto está por ver. Pero todo se ve color hormiga.

Por otro lado, la crisis era inevitable por las siguientes razones:
Si una gran cantidad de clientes de las empresas instaladas en nuestra comunidad comienzan a demandar bienes de capital, es decir, maquinaria pesada, acero, tubos, calderas, estructuras metálicas, cemento, motores, ascensores … etc., y los empresarios ven que la demanda se mantiene en el tiempo, éstos se lanzarán a contratar gente, solicitarán financiación y ampliarán sus equipos e instalaciones para hacer frente a esa demanda, venga de donde venga.
El grueso de las exportaciones vascas son bienes producidos por empresarios que trabajan en las etapas más alejadas del consumo. Producen bienes intermedios para otros empresarios. Son bienes de capital. 
Ningún empresario tiene por que conocer que la demanda de estos bienes está siendo sostenida por un enorme incremento adicional de crédito sin respaldo de ahorro real previo; no tienen porque conocer que, tal demanda, en realidad se desmoronaría (como así ha sucedido) en cuanto se deje de inflar la masa monetaria, es decir, en cuanto se deje de introducir liquidez mediante “toneladas adicionales de préstamos” sin respaldo de ahorro real previo.
Los politicos que tenemos son los que tienen obligación de saberlo y el poder para impedirlo o cortarlo a tiempo. Tienen la obligación de saber que no hay inversión sostenible si no está respaldada por ahorro previo voluntario; que necesariamente exige un sacrificio previo que nadie ha hecho: reducir el consumo. Al contrario, durante el periodo de expansión aumentaron exponencialmente  consumo e inversión.
Algunos lo sabían (los menos) y otros no. Los que lo sabían ni impidieron ni abortaron la orgía crediticia. Al contrario, se aprovecharon de ella. Las administraciones públicas han sido beneficiadas por el espectacular aumento de la recaudación que estaba generando el falso auge económico que les ha estallado entre las manos.
Los empresarios no tienen porque saber que el constante aumento de la oferta monetaria desvía los ahorros reales (los recursos reales) a las burbujas.
El empresario no tiene ni la menor idea – ni tiene porqué tenerla- de que los gobiernos, incluidos los gobiernos autónomos, a través de los bancos centrales y de todo el sistema financiero, están montando una descomunal descoordinación intertemporal entre ahorradores, empresarios y consumidores. 

Se dice que hemos traído dinero del futuro y lo hemos fundido. Falsa metáfora. Lo cierto es que los políticos a través del banco central han respaldado créditos a largo plazo con depósitos a la vista (deuda a corto) y esa deuda a corto, en este sistema actual, es moneda de curso forzoso. Si los préstamos que conceden los bancos quedan impagados, la moneda (los depósitos) se destruye si no es inmediatamente refinanciada con nuevos depósitos o papel moneda del Banco Central. Los políticos, a través de el Banco Central y de todo el sistema financiero, han monetizado bienes futuros que nunca llegaron a producirse. Se han esfumado los bienes con los que iban a cancelarse los créditos concedidos por los bancos y que respaldaban sus deudas (los depósitos) a corto. Si el "dinero" (la cantidad de moneda en circulación) se crea como deuda y no se llegar a producir los bienes futuros necesarios para cancelarla, al resultar la deuda impagada, los medios de pago o de intercambio, se destruyen. Se contrae la masa monetaria. Es la temible deflación.
Al crear o permitir que se cree liquidez con cargo a bienes futuros, incrementando a lo bestia el volumen de créditos, se proporciona un mayor poder de compra a quienes primero reciben esos nuevos medios de pago.
Este mayor poder de compra se empleará para desviar recursos de otros procesos productivos a los nuevos procesos financiados con el nuevo crédito creado (burbuja inmobiliaria actual o la burbuja tecnológica de hace una década). 
El "nuevo dinero"- a medida que se distribuye en la economía- proporciona inmediatamente acceso a bienes presentes, pero sin que previamente se haya incrementado su cantidad, por lo cual se organiza una feroz competencia por los recursos entre sectores intertemporales. 
Tarde o temprano (como así ha sucedido) se pondrá de manifiesto la escasez mediante cuellos de botella en algún o algunos factores de producción no específicos [de los procesos productivos]. Cuellos de botella en la fabricación y producción de materias primas, energía, petróleo … etc., necesarios para la producción tanto de bienes de consumo (primer orden) como de bienes intermedios o de capital (orden superior); y que los agentes económicos de todas las etapas de producción están demandando todos a la vez y en mayor proporción con el nuevo dinero fiat que llega a sus bolsillos procedente del crédito creado sin respaldo de ahorro previo.
"Durante el periodo del boom inmobiliario, la proporción de las rentas que los consumidores deseaban dedicar al consumo presente (o futuro inmediato) y al ahorro (consumo futuro más distante) no era la misma que la proporción en que los empresarios estaban dividiendo sus recursos entre la producción futura inmediata y la producción para un futuro más distante" (Hayek).

No es fácil de comprender y desde luego, los políticos que lo entienden son los menos interesados en difundirlo.

El origen de esa descoordinación intertemporal está en la porquería de sistema monetario que padecemos y en las leyes de curso forzoso. Lo que hoy denominamos dinero es en realidad deuda. Deudas que no podemos cobrar los titulares de depósitos y los poseedores de papel moneda. Deudas que no son canceladas y pagadas por los bancos deudores con dinero auténtico; dinero que ha de materializarse en un bien con valor económico como el oro o la plata, independiente del monopolista emisor de moneda (independiente de los Gobiernos y sus Bancos Centrales). Los ciudadanos no tenemos pues, el instrumento esencial para parar a tiempo las orgías crediticias: el derecho a cobrar una deuda contra el Banco Central (papel moneda convertible). El turbo propulsor de todo esto es el coeficiente de caja fraccionario para los mal denominados depósitos a la vista, que en realidad son contratos de préstamo a la vista; y el enmascaramiento con todo tipo de contratos e ingeniería financiera, que en realidad constituyen desde un punto de vista jurídico tradicional, préstamos a la vista que concedemos a los bancos. 
Los gobiernos -por su propio interés- privilegian al sector financiero excluyendo a todo el sector de su sometimiento a los Principios Generales del Derecho: pagar las deudas a su vencimiento con bienes reales presentes (vg. oro o plata). 
El sector financiero es el único sector de la economía que nunca paga sus deudas: son constantemente refinanciadas por los Gobiernos a través de sus Bancos Centrales con nuevos depósitos o papel moneda de nueva creación que todos estamos obligados a aceptar como medio liberatorio de pago y con el cual, debemos pagar los impuestos.

Muchos políticos, periodistas, catedráticos y ciudadanos podrán reclamar cien mil regulaciones, un gobierno mundial y mas burócratas para controlarlo todo, BASILEA I, BASILEA II Y “BASILEA 500”, pero es inútil. En cuanto se sale de una, se comienza a generar la siguiente crisis regando el mundo con océanos de liquidez. 

El sistema monetario lo corrompe todo. Es un sistema SOCIALISTA-MONETARIO, que como todo sistema socialista está condenado al fracaso y lo peor es que, en cada crisis, para salvarlo del colapso, no hay más remedio que salvar a los responsables de la ruina de los más pobres. Es el comunismo al revés, como dice Jim Rogers en el primer enlace.
Por descontado que la solución no es un gobierno mundial, sino todo lo contrario: Los Estados, cuanto más pequeños mejor. En Euskadi la gran autonomía que proporciona el Concierto Económico ha sido clave para amortiguar la crisis. 
Hans Herman Hoppe escribió: "De forma contraria a lo que piensa la ortodoxia, es precísamente por causa de la alta descentralización europea compuesta de infinitas unidades oficiales independientes, lo que explica el origen del capitalismo, la expansión del mercado y el crecimiento económico en la civilización occidental. No constituye casualidad alguna que el capitalismo haya surgido en sus orígenes en tales entornos descentralizados: en las ciudades Estado del norte de Italia, en el sur de Alemania y en los Países Bajos secesionistas. La competición entre gobiernos pequeños por captar sujetos para gravarles, los pone en conflicto entre sí".

Como dice Darryl Robert Schoon: "No importa qué tan respetable sea su aspecto, los mayores enemigos de la sociedad y de la libertad hoy en día son los bancos centrales y el gobierno centralizado - las torres gemelas de la Mordor monetaria".http://www.conciertoeconomico.org/es/



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*Los gobiernos de las comunidades autónomas no recaudan los impuestos (excepto en aquellas con concierto económico). Lo hace el gobierno central. Del total de lo recaudado en las comunidades autónomas, el gobierno central se queda con la mitad del IRPF, la mitad del IVA, el 42% de los impuestos especiales y la totalidad del impuesto de sociedades.
¿Qué corresponde a las CCAA?
En teoría (sólo en teoría), las CCAA se quedan con el 100% de Sucesiones, Patrimonio, Electricidad, IVMH, Matriculaciones, Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados (impuesto hipotecas), el 50% del IVA e IRPF y el 58% de los Especiales, … eso en teoría, pero en realidad, esto no es así.
Veamos. 
A todo este importe de ingresos tributarios reales correspondientes a las CCAA hay que restar una cantidad fija* para cada comunidad autónoma cuyo importe prácticamente asciende al 75% de los ingresos tributarios reales de la comunidad. Ese importe restado va a un fondo común que luego es redistribuido por el gobierno central en forma de transferencias, en función de las “necesidades de gasto” (o “población ajustada”) de cada comunidad. Es decir, se redistribuye en base a criterios y negociaciones políticas.
Vemos pues, que este sistema autonómico, desde un punto de vista económico, tiene poco de autonómico.

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*Esa “cantidad fija” asciende a una cifra tal equivalente a lo que se denomina ingresos tributarios normativos o normalizados, es decir, esa magnitud sería el importe de una supuesta recaudación si esa comunidad tuviera las mismas escalas impositivas y la misma eficacia recaudatoria que el resto de las comunidades. De modo que, si en una comunidad, los ingresos tributarios reales y los normalizados coinciden, la comunidad se queda con el 25% de lo recaudado y el 75% restante iría al fondo común, quedando a la espera de ver qué cantidad de ese 75% le es devuelta. Si la comunidad, utilizando su poder normativo, baja los impuestos (o los sube en exceso) y recauda un importe total inferior a la recaudación normativa o normalizada, la cifra que tendría que aportar al fondo común seguiría siendo la misma, por lo que ya no dispondría directamente de ese 25 % de los ingresos reales. Si la comunidad, aumentando la presión fiscal (o disminuyéndola lo suficiente -véase curva de Laffer-), recauda más, la cifra a aportar al fondo común también seguiría siendo la misma, por lo que los ingresos de que dispone automáticamente serían superiores a ese 25% inicial.
Esto supone que los incentivos de cada comunidad autónoma irán siempre en el sentido de subir los impuestos propios (ya que se quedarían íntegramente lo recaudado con la subida) y, si son receptoras netas, estarán interesadas en que las demás CCAA no los bajen.

https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-2009-20375
http://documentos.fedea.net/pubs/eee/eee2019-07.pdf

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