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domingo, 26 de abril de 2009

Tipos de interés



Siguiendo a Ludwig Von Mises, en una economía monetaria (donde sea posible el cálculo económico) diremos: que el tipo de interés es un fenómeno que llevamos todos los humanos en nuestras cabezas, independientemente de lo que digan o hagan gobiernos y bancos centrales. Es el descuento de bienes futuros por bienes presentes. Es la tasa de preferencia temporal que determina la mayor valoración de los bienes presentes con respecto a los bienes futuros. Es la relación que existe entre la valoración que damos a satisfacer una necesidad en el presente y la valoración que damos a satisfacerla en el futuro. Cada ser humano tiene su propia valoración. En función de ella (junto a otros factores -riesgo, inflación- u otras motivaciones psicológicas), cada agente de la economía de mercado, ahorra, invierte o consume. Y - sin intervenciones institucionales- acude al mercado (expresión de sus valoraciones) para ofrecer su ahorro o para demandar el ahorro de otros.

Como en todo mercado, de cualquier producto, en la sociedad, se desatan fuerzas que tienden a una valoración única de los bienes futuros, es decir, a un tipo de interés único (aunque nunca se llega a tal cosa, puesto que las circunstancias siempre varían), en función del ahorro (bienes presentes) ofrecido y de la demanda de créditos (demanda de bienes presentes). Despues, cuando se formalice cada crédito, habrá que añadir (sumar al tipo de interés único u originario) ajustando la parte que corresponda al prestamista (normalmente, el banco), ya que todo crédito es una operación de riesgo y además el poder adquisitivo del dinero es variable (inflación-deflación).
¡Ojo!, el precio del dinero no es el tipo de interés. El precio del dinero es su poder adquisitivo. El tipo de interés es el precio de los créditos, o sea, el precio de los bienes presentes en función de los bienes futuros. Si aumenta el ahorro real, es decir, si aumenta la oferta de bienes presentes, su precio -el tipo de interés- tiende a disminuir. Si disminuye el ahorro, subirá el tipo de interés

Sin intervención institucional, los bancos no determinan el tipo de interés, solo acomodan éste al tipo de interés originario de la sociedad. Este tipo de interés es indestructible. Si se manipula, algo va a ir mal.
Incluso en una sociedad que crea que el fin del mundo se producirá el año que viene, permanece el tipo de interés. Permanece la mayor valoración de los bienes presentes respecto a los bienes futuros. En este caso, el tipo de interés sería altísimo (casi infinito). Si alguien los concediera, todos pediríamos créditos, por ejemplo, al 5000% para consumir todo lo posible ahora, en el presente, ya que el futuro no existe. La valoración de los bienes presentes sería infinítamente mayor que la valoración de bienes futuros.
Cuanto mas alto es el tipo de interés, significa que menos se valoran los bienes futuros y más los presentes. Sería el caso de una sociedad donde la mayoría apenas pudiera cubrir sus necesidades vitales. La preferencia temporal sería altísima. No existiría prácticamente ahorro alguno. No es que dependa una cosa de otra, es que, es la misma moneda vista por la otra cara.
Por el contrario, una valoración general de los bienes presentes sólo un poquito mayor que los bienes futuros (sin que la diferencia sea cero), es lo mismo que abundancia de ahorro (la misma moneda vista por la otra cara), baja preferencia temporal, que se traduce en un tipo de interés muy bajo.

Suprimir totalmente el tipo de interés, es decir que fuera cero patatero, equivaldría a una situación absurda de valorar los bienes presentes igual que los futuros, es decir, que daría igual consumir ahora que en el futuro. Daría igual palmarla que no. Sería el caso de una sociedad que fuera a proceder a un suicidio colectivo.
Cualquier banco central o gobierno que quiera suprimir el tipo de interés, primero tiene que convencer al individuo que le da igual comerse el plato de garbanzos ahora que dentro de un año.

Bien, si se acepta todo esto, y a continuación, le añadimos como está montado el chiringuito financiero actual [leyes de curso forzoso; coeficiente de caja fraccionario (los bancos y cajas comerciales crean medios de intercambio ("dinero") dirigidos y controlados por el banco central); impresión ilimitada de billetes (o creación electrónica de "depósitos a la vista" por medio de asientos contables sin respaldo metálico) por parte de los bancos centrales que actúan como prestamistas de última instancia-], entonces pues, podemos deducir que nada bueno traerá (y así ha sido) la manipulación artificial a la baja de los tipos de interés por periodos prolongados de tiempo.
Sucede lo siguiente:

Se hace creer a los empresarios que existen recursos reales (ahorro) que en realidad no existen. (La despensa está casi vacía -o más de lo que los emprendedores creen-  y sin embargo nos hemos embarcado en proyectos de inversión, cuya culminación es muy posterior a la duración de las existencias de esa despensa). Dicho de otro modo, se produce una descoordinación intertemporal entre los planes de los ahorradores y los planes de los inversores.  No hay ahorradores dispuestos a esperar a que culminen las inversiones emprendidas. Es decir la sociedad (los ahorradores) está dando mayor valoración a los bienes presentes de lo que los empresarios creen, engañados por la abundancia de dinero y tipos bajos manipulados.

Los tipos de interés de los ahorradores, los originarios (la preferencia temporal), serían más elevados que los establecidos por el banco central y los bancos comerciales ofrecidos a los empresarios.

Si baja el tipo de interés originario, la señal que se transmite a los empresarios, es que la sociedad ha decidido posponer el consumo (ahorrar: la despensa está llena). Si el tipo de interés baja artificialmente manipulado por los bancos centrales, se sigue transmitiendo la misma señal, pero la diferencia es que no hay ahorro real. Los ahorradores no han decidido posponer el consumo y no están dispuestos a financiar proyectos dilatados en el tiempo. Se produce, pues, la descoordinación intertemporal.

La sociedad está transmitiendo el mensaje de que necesita bienes de consumo ahora, hoy (procesos productivos más cortos). No puede o no quiere posponer el consumo y proporcionar financiación para embarcarse en proyectos empresariales a largo plazo, porque tiene necesidades mas urgentes hoy. Sin embargo, gobiernos, bancos centrales y las entidades bancarias, ofreciendo créditos a largo plazo a tipos más bajos, transmiten el mensaje contrario.

Los empresarios se embarcarán en malas o precipitadas inversiones, o en proyectos que al final no podrán culminarse. Si las autoridades monetarias respetaran el tipo de interés de la sociedad, el originario, no se incrementaría el volumen de préstamos sin respaldo de ahorro previo, es decir, ahorradores e inversores estarían temporalmente coordinados, la producción se desarrollaría de forma armoniosa, sin cuellos de botella; y de esta forma, acabaríamos con los denominados ciclos económicos y las depresiones (salvo las causadas por guerras o catástrofes naturales).

Las familias e individuos dejarán de consumir la totalidad de sus ingresos cuando tengan cubiertas sus necesidades más urgentes y ahorrarán cuando estén dispuestos a gastar en el futuro de acuerdo con sus preferencias temporales. En este último caso, quedarán entonces suficientes bienes de consumo y bienes intermedios (ahorro) que servirán como sustento entretanto lleguen al mercado los nuevos productos procedentes de los nuevos proyectos a más largo plazo emprendidos. (En una sociedad de libre mercado, este ahorro que en primer término se manifiesta en bienes de consumo, progresivamente se transforma en bienes intermedios de orden superior)

Este capital ahorrado -reflejo de recursos reales ahorrados - se pone a disposición de los emprendedores para que se embarquen en proyectos de procesos productivos mas largos y de mayor productividad, pero solo por el tiempo que la sociedad misma decide y que se expresa mediante los tipos de interés, es decir, mediante el "precio del tiempo" por el que ponen a disposición del sistema financiero su ahorro real.

Los empresarios deben actuar de acuerdo con la preferencia temporal de los consumidores y ahorradores (de toda la sociedad) y el mecanismo de transmisión de la preferencia temporal es el/los tipo/s de interés del flujo de ahorro; mecanismo éste que gobiernos y bancos centrales se empeñan en distorsionar. Falsifican las señales que reciben los emprendedores haciéndoles creer que se han liberado recursos que pueden ser empleados en dilatados o precipitados proyectos de inversión.

Es necesaria una reducción voluntaria del consumo para poder aumentar los bienes de capital. Es decir, solo en este caso, se evitará un enorme despilfarro en malas o precipitadas inversiones y/o, los proyectos de los empresarios podrán culminarse con éxito, puesto que hay recursos reales para cada proyecto empresarial, sin cuellos de botella en determinados procesos productivos y principalmente de bienes económicos no específicos; es decir, suficiente suministro de todos los bienes necesarios, recursos naturales, materias primas, energía, etc, etc, mientras se ejecutan las nuevas inversiones (coordinación intertemporal). Y por último, si esas nuevas inversiones han sido acertadas, los agentes económicos intercambiarán sus producciones (los ahorradores y consumidores comprarán la producción de los emprendedores), sin crearse sobreproducciones en algunos sectores. Las mercancías, finalmente, se pagan con mercancías. Se acumulará capital (de cada excedente producido - no consumido- y bien invertido) y por tanto se incrementará la riqueza total.




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