Nuestro problema básico es que yo diría que tenemos tres
niveles de creencias morales.
- Nivel 1- Tenemos en primer lugar nuestros sentimientos morales intuitivos, que están adaptados a sociedades pequeñas con trato directo entre las personas, dónde trabajamos para gente que conocemos y somos servidos por gente que conocemos.
- Nivel 2- Después tenemos una sociedad gobernada por tradiciones morales que, a diferencia de lo que los racionalistas modernos creen, no son descubrimientos intelectuales de los hombres que las diseñaron sino el resultado de un proceso que ahora prefiero describir con el término biológico de “selección grupal”: aquellos grupos que, de forma bastante accidental, han desarrollado hábitos favorables como la tradición de la propiedad privada y la familia, que tuvieron un éxito que nunca entendieron.
- Nivel 3- Así que, en gran medida, le debemos nuestro actual orden extenso de cooperación humana a una tradición moral que los intelectuales no aprueban porque no ha sido diseñada intelectualmente y que tiene que competir con un tercer nivel de creencias morales: esa moral que los intelectuales diseñan con la esperanza de que puedan satisfacer los instintos humanos mejor de lo que lo hacen las normas tradicionales.