Ideas sobre la Libertad,
por
Ayn Rand (16/12/1974).
1.
¿Cuál es el problema fundamental
en el mundo actual?
El
gran problema de nuestros días radica en el
enfrentamiento de dos principios: el Individualismo
y el Colectivismo.
El
Individualismo sostiene que el hombre tiene
derechos inalienables que no pueden ser
conculcados por ninguna otra persona, grupo
o colectividad. Por consiguiente, el hombre
existe por su propio derecho y para
su propio fin y no para el que persigue
el grupo.
El
Colectivismo mantiene la tesis de que el
hombre no tiene derechos; que su trabajo,
su cuerpo y su personalidad pertenecen
al grupo; que el grupo puede hacer
de él lo que le plazca, de la manera que
desee y para cualquier fin que crea conveniente
para el bienestar del grupo. Por lo
tanto, cada individuo existe porque el
grupo le permite y para la causa que persigue
el mismo. Estos
dos principios constituyen las raíces de
los dos sistemas sociales antagónicos. El
conflicto básico del mundo actual es entre
estos dos sistemas.
Un
sistema social es un código de leyes que
los hombres observan a fin de vivir en
armonía. Tal código deberá contemplar
un principio básico, un punto de
partida o no podrá ser enunciado. El punto
de partida lo constituye la siguiente pregunta:
¿El poder de la sociedad es limitado
o ilimitado?
El
Individualismo responde: El poder de la
sociedad está limitado por los derechos individuales
e inalienables del hombre. La
sociedad puede promulgar leyes mientras
no constituyan violación de los derechos
individuales. El
Colectivismo, por su parte, dice:
El poder
de la sociedad no tiene límites. La sociedad
puede dictar la ley o leyes que desee
con carácter obligatorio, viole o no derechos
y del modo que la sociedad juzgue
conveniente.
Ejemplo : Bajo un sistema
individualista, un
millón de personas no permiten la vigencia
de una ley que autorice matar a una
persona para beneficio de este conglomerado.
Si esto llegare a suceder estarían
violando la ley que protege el derecho
a la vida; violación que constituye
un delito merecedor de una sanción. En
cambio, en el sistema colectivista, un millón
de hombres (o cualquiera que se arrogue
su representación) puede promulgar
una ley que permita matar a una persona
(o cualquier grupo de individuos
que constituyen una minoría) en el
momento que ellos juzguen que esta muerte,
puede constituir un beneficio. El derecho
a la vida no está reconocido. En el sistema individualista es ilegal matar
a un hombre, pudiendo el afectado hacer
uso de legítima defensa propia. En este
caso, la ley está de parte de un DERECHO.
En el colectivismo, es legítimo
para la mayoría matar a un hombre
y es ilegal el que éste se defienda. La ley
está de parte del NUMERO. En el
primer caso, la ley representa un principio
moral. En el
segundo caso, la ley representa la idea
de que allí no existen principios morales y, los hombres pueden hacer lo que
les venga en gana a condición de que haya
un número suficiente de ellos. Bajo
un sistema individualista, los hombres
son siempre iguales ante la ley. Cada
uno tiene idénticos derechos ya sea considerado
en forma aislada o como parte
de un grupo de un millón. En el sistema colectivista, los hombres tienen
que conspirar unos contra otros y quién
mejor lo logre obtendrá todos los derechos, mientras que el perdedor (ya sea
uno o un grupo minoritario) no los tendrá.
Cualquier persona puede ser un amo
absoluto o un esclavo sin remedio según
su capacidad de intriga o conspiración.
Un
ejemplo del primer sistema: Los Estados
Unidos de Norteamérica. (Remitirse
a la Declaración
de Independencia). Una
muestra del segundo sistema constituye
la Rusia Soviética
y la Alemania
Nazi.
Bajo
el sistema Soviético, millones de campesinos
o «Kulaks» fueron exterminados
por la ley, una ley que se justificaba
en el pretexto del interés conveniencia
o beneficio de la mayoría y que
satisfacían al grupo dominante de turno,
grupo que se caracterizaba por ser anti-kulak.
En el sistema Nazi, millones de
judíos fueron exterminados en base a una
ley justificada en el pretexto de convenir
a la mayoría dominante identificada
por su anti-semitismo.
Las
leyes soviética y nazi fueron el resultado
consecuente e inevitable del principio
de Colectivismo.
Cuando son llevados
a la práctica, principios que no reconocen
la moral y los derechos humanos,
lo único que se obtiene es brutalidad.
Tenga
en mente todos los puntos hasta aquí
expuestos, cuando trate de decidir qué
sistema social es el más apropiado. Tiene que comenzar contestando a la primera
pregunta. Si el poder de la sociedad
es limitado o no lo es.
No podrá ser
ambas.
3.
¿Cuál es el principio básico de un país
libre?
El
principio fundamental de un país libre es el
Individualismo. Un
país libre está sustentado en el principio
de que el hombre posee derechos
inalienables:
Que
estos derechos pertenecen a cada hombre
como individuo, no a los hombres
considerados como un grupo o colectividad.
Que
estos derechos son una posesión individual, incondicional, privada y personal
de cada hombre y no son posesión
de un grupo público, social o colectivo.
Que
estos derechos están adjudicados al hombre
por el hecho de su nacimiento como
tal, no por un acto de la sociedad.
Que el hombre mantiene estos derechos, no
como provenientes de la colectividad, ni para
la sociedad, pero si, para defenderse
de la sociedad (y constituyen una
barrera que la sociedad no debe traspasar).
Que estos derechos son la protección
al hombre frente a los demás.
Que
solamente en base de estos derechos, pueden
los hombres, tener una sociedad de
libertad, justicia, dignidad humana y decencia.
4.
¿Qué es un derecho?
Un
derecho es la ratificación de un acto independiente.
Un derecho es aquello que puede
ser ejercitado prescindiendo del consentimiento
de cualquier otra persona. Si
usted existe porque la sociedad le permite
existir, usted no tiene EL DERECHO
a su propia vida. Un permiso puede
ser revocado en cualquier momento. Si
antes de emprender alguna acción, debe
obtener el consentimiento de la sociedad,
usted no es libre, aunque tal autorización
le sea otorgada.
Solamente
los actos de un esclavo están sujetos
a permiso. Una autorización no constituye
un derecho. No
cometa el error, en este punto, de pensar
que un trabajador es un esclavo y que mantiene su posición por la autorización
de su patrón o empleador. El no lo
ocupa por permiso, sino por un contrato
al que ha llegado por mutuo y voluntario
acuerdo. Un trabajador puede dejar
su empleo en cualquier momento. Un esclavo no puede.
5.
¿Qué se entiende por un derecho inalienable
del hombre?
Los
derechos inalienables de los hombres son:
VIDA, LIBERTAD y BÚSQUEDA DE LA FELICIDAD.
El
derecho a la vida significa que el hombre
no puede ser privado de su vida para
el beneficio de otro u otros hombres.
El
derecho a la libertad significa que el hombre
tiene derecho a acción individual, alternativa
individual, iniciativa propia y propiedad
individual.
Sin el derecho a la propiedad
privada no hay posibilidad de actuación
independiente.
El
derecho a la búsqueda de la felicidad significa
el derecho del hombre a vivir por sí
mismo, escoger lo que constituye su
propiedad privada, personal, bienestar individual
y a trabajar para su consecución,
mientras respete iguales derechos
en los demás. Esto significa que el
hombre no puede ser forzado a consagrar
su vida para la felicidad de otro u otros hombres. Lo que quiere decir que la
colectividad no puede decidir cuál es el propósito
de la existencia de un hombre ni
tampoco determinar u obligarle a sumarse a su elección de bienestar
6.
¿Cómo reconocemos los derechos
de los demás?
En
vista de que el hombre tiene derechos individuales
e inalienables, ello significa que
iguales derechos son mantenidos individualmente
por cada hombre, por todos
los hombres y permanentemente.
Por lo
tanto, los derechos de un hombre no
pueden y no deben violar los derechos de
otro.
Por Ejemplo: Un hombre tiene el derecho de
vivir, pero él no posee el derecho a disponer
de la vida de otro. Tiene el derecho de ser libre, pero no el derecho a esclavizar
a otro hombre. Tiene el derecho
a escoger su propia felicidad, pero
no a decidir que esa felicidad resida en la
miseria (muerte, robo o esclavitud) de
otra persona. Los mismos derechos sobre
los que define su actuación los posee
otro hombre y deben servir como guía
para indicarle lo que debe o no debe hacer.
No cometa el error del ignorante que piensa que un individualista es un hombre que dice: «Yo hago lo que me place a expensas de cualquiera». Un individualista es un hombre que reconoce los derechos individuales, inalienables del hombre, los suyos y los de los demás. Un individualista es un hombre que dice: «No atropellaré la vida de nadie pero no permitiré que me atropellen. No reglamentaré y no seré reglamentado. No seré un amo ni un esclavo. No sacrificaré mi persona por los demás ni tampoco permitiré el sacrificio de los demás por mí». Un colectivista es un individuo que dice: «juntémonos camaradas y hagamos todo lo que nos dé la gana»
No cometa el error del ignorante que piensa que un individualista es un hombre que dice: «Yo hago lo que me place a expensas de cualquiera». Un individualista es un hombre que reconoce los derechos individuales, inalienables del hombre, los suyos y los de los demás. Un individualista es un hombre que dice: «No atropellaré la vida de nadie pero no permitiré que me atropellen. No reglamentaré y no seré reglamentado. No seré un amo ni un esclavo. No sacrificaré mi persona por los demás ni tampoco permitiré el sacrificio de los demás por mí». Un colectivista es un individuo que dice: «juntémonos camaradas y hagamos todo lo que nos dé la gana»
7.
¿Cómo determinamos que un derecho
ha sido violado?
Un
derecho no puede ser violado excepto por
fuerza física. Un hombre no puede privar de su vida a otro,
ni tampoco esclavizarle o prohibirle buscar
la felicidad, excepto usando la fuerza
física. Cada vez que un hombre es obligado
a actuar sin su libre, personal, individual
y voluntario consentimiento, sus derechos han sido violados. Por
consiguiente, podemos trazar una división
precisa entre los derechos de uno y otro
hombre. Esta es una división objetiva,
no como resultado de diferencias
subjetivas, ni de decisiones de la
mayoría, ni de un decreto arbitrario de la
sociedad. NINGUN HOMBRE TIENE EL
DERECHO DE INICIAR EL USO DE LA FUERZA FISICA CONTRA OTRO HOMBRE.
La
regla práctica de conducta en una sociedad
libre, en una sociedad individualista
es clara y precisa; usted no puede
esperar o reclamar ninguna acción de
otro hombre, excepto a través de su libre
y voluntario consentimiento.
En
este punto no se deje confundir por un viejo
truco colectivista como el siguiente: En
definitiva no existe la libertad absoluta,
pues usted no puede asesinar a nadie;
por lo tanto, no es libre para matar; en tal
virtud, la sociedad se reserva el derecho de restringir su libertad del modo que
juzgue conveniente; en consecuencia, despójese
de la ilusión de libertad, la libertad
es lo que la sociedad determina que
sea. No es
la sociedad, no es tampoco algún derecho
social, el que le prohibe matar sino
el derecho individual, inalienable de otro
hombre a vivir. Esto no es un «compromiso»
entre dos derechos sino una
línea divisoria que preserva los derechos
de los dos para que se mantengan
intactos. La división no se deriva de un mandato de la sociedad, sino de su
propio derecho individual e inalienable.
La demarcación de estos límites
no son establecidos por la sociedad
sino que está implícita en la determinación
de su propio derecho. Dentro
de la esfera de su propio derecho, su
libertad es absoluta.
8. ¿Cuál es la función específica del gobierno?
La
función específica del gobierno es la de
salvaguardar los derechos individuales del
hombre; esto significa proteger al hombre
contra la fuerza bruta. En un
sistema social apropiado, los hombres
no utilizan la fuerza contra ningún
otro hombre; la fuerza puede ser empleada
solamente en caso de legítima defensa,
esto es, en defensa de un derecho violado
por la fuerza. Los hombres delegan
al gobierno el poder de usar la fuerza
como retaliación y solamente como retaliación (represalia o respuesta de castigo ante una agresión).
9.
¿Puede existir una sociedad sin principios
morales?
Un
gran número de personas hoy en día mantiene la noción infantil de que la sociedad
puede hacer lo que le plazca, que
los principios son innecesarios, que los
derechos son únicamente una ilusión y que la
conveniencia es la guía práctica de acción. Es
verdad que una sociedad puede abandonar
sus principios morales y convertirse
en un rebaño que corre hacia su destrucción. Esto es tan cierto como que un
hombre puede cortarse su propio cuello
en el momento que él elija. Pero un hombre
no puede hacer esto si desea sobrevivir.
Y la sociedad no puede abandonar
sus principios morales si espera
existir.
La
sociedad está constituida por un gran número
de personas que viven en un mismo
país y se relacionan entre sí. A menos que haya un código moral definido y
objetivo, el cual los hombres comprendan
y observen, no tienen una manera
racional de tratarse entre ellos, ya que
nadie puede saber lo que les aguarda de sus
conciudadanos. La persona que no reconoce
la moralidad es el culpable; usted
no puede hacer nada cuando trata con un
criminal, excepto tratar de aplastarle el cráneo antes que él le aplaste el
suyo; no tiene otro lenguaje, ni términos
de conducta mutuamente aceptados.
Hablar de una sociedad sin principios
morales es abogar a interceder a fin
de que los hombres hallen agrado en convivir
como criminales.
Por
tradición, observamos tantos preceptos
morales sin analizarlos y sin darnos
cuenta que una infinidad de nuestras acciones cotidianas, son posibles únicamente
porque están basadas en principios
morales. ¿Cuál es la razón de ir confiadamente
al interior de la sección de un
almacén, hacer la compra y salir ileso nuevamente?
La gente que le rodea necesita también mercaderías; la multitud podría
fácilmente someter por la fuerza a las
pocas vendedoras, saquear el almacén, hasta arrebatar sus paquetes y su bolso sin dificultad.
¿Por qué no lo hacen? No hay nada
para detenerlos, ni nada para protegerle, excepto el principio moral de su
derecho individual a la vida ya la propiedad.
No
cometa la equivocación de pensar que las
multitudes están cohibidas por el miedo
a la policía. No habrían suficientes policías
en el mundo si los hombres creyesen
que es apropiado y conveniente el
saquear. ¿Y si los hombres lo imaginan así,
por qué la policía no podría creerlo también?
¿Quién, entonces, seria policía? Además,
en una sociedad colectivista la misión
de la policía no es la de proteger sus
derechos, sino el de violarlos.
Indudablemente
seria viable para la multitud
saquear el almacén, si aceptamos la
conveniencia del momento como una regla
firme y propia de acción. ¿Pero cuántos
almacenes, cuántas fábricas, haciendas
o casas y por cuánto tiempo tendríamos
bajo semejante regla?
Si
descartamos la moralidad y la sustituimos
por la doctrina colectivista del
régimen absoluto de la mayoría, si aceptamos
la idea que una mayoría tiene la
facultad de hacer lo que le plazca y, todo
aquello que ha sido hecho es correcto
por la sola razón de ser ejecutada por
una mayoría (constituyendo esto la norma para determinar lo correcto y lo equivocado).
¿Cómo han de aplicar los hombres
esto a su vida cotidiana? ¿Quién es la mayoría? En relación a cada hombre en
particular, todos los otros hombres son miembros,
en potencia, de esa mayoría que
puede destruirle a su arbitrio en cualquier
momento. En este caso, todos y cada uno de los hombres se transforman en enemigos; cada uno teme y sospecha de
todos, cada uno trataría de robar y matar
primero, antes de él mismo ser robado y asesinado.
Si piensa que esto, es tan sólo una teoría abstracta, eche una mirada sobre Europa para una demostración práctica.
En la Rusia Soviética yla Alemania
Nazi , ciudadanos
particulares realizaron el trabajo
de espiar para la G.P .U.
y la Gestapo, entregando a sus familiares y amigos
a la policía secreta y a las cámaras de
tortura. Esta fue la aplicación concreta de la
teoría del colectivismo. Esta fue la aplicación
concreta de aquel slogan o lema
ignorante y depravado del Colectivismo
que pareciese sublime a los necios:
«El bien común prevalece sobre los derechos individuales». Sin
derechos individuales, no es posible el
bien común. El
colectivismo, que ubica al grupo sobre el individuo e incita a los hombres a sacrificar
sus derechos en favor de sus hermanos,
es consecuencia de una situación
donde los hombres no tienen que
escoger sino temer, odiar y destruir a sus
hermanos.
Si piensa que esto, es tan sólo una teoría abstracta, eche una mirada sobre Europa para una demostración práctica.
En la Rusia Soviética y
La
paz, la seguridad, la prosperidad, la cooperación
y la buena voluntad entre los hombres,
todas esas cosas consideradas socialmente
deseables son posibles únicamente
bajo un sistema individualista,
donde cada hombre está garantizado
en el ejercicio de sus derechos
individuales y con el convencimiento de que la sociedad existe para
proteger sus derechos y no para destruirlos.
Entonces cada hombre sabe lo que
puede o no puede hacer a sus semejantes
y, lo que éstos (uno o un millón) pueden o no pueden hacer con él.
En consecuencia es libre para tratar con ellos como un amigo y un igual.
En consecuencia es libre para tratar con ellos como un amigo y un igual.
Sin un
código moral no es posible una sociedad
humana idónea.
Sin el
reconocimiento de los derechos individuales
no es posible un código moral.
Ayn Rand. Extracto de "El Nuevo Fascismo" |
10.
¿Constituye un principio moral «El
mayor bien para, el mayor número»?
El
mayor bienestar para el mayor número es uno
de los lemas más viciados de toda la
humanidad. Este
slogan no tiene significación concreta
y específica alguna. No hay forma
de interpretarlo benévolamente. Por el
contrario, hay varias maneras en que pueden
ser utilizadas como justificación a las
acciones más repulsivas.
¿Cuál
es la significación de «el bien» en este
slogan? Ninguna, excepto: cualquier cosa
que sea buena para la mayoría.
¿Quién,
en un caso particular, decide lo que es
bueno para la mayoría? ¡La mayoría!
En
caso de considerar esto moral, tendrían
que aprobarse los siguientes ejemplos,
los cuales son aplicaciones exactas
de este slogan en la práctica: el 51% de
la humanidad esclaviza al restante
49%; 9 caníbales hambrientos se comen
al décimo; un populacho linchando,
asesinando a un hombre que lo consideran peligroso para la comunidad. Habían
70 millones de alemanes en Alemania
y 6 millones de judíos. La mayoría (los alemanes) apoyaron al gobierno nazi que le decía que el mayor bien seria satisfecho mediante
la exterminación del grupo más reducido
(los judíos), y arrebatándoles sus propiedades.
Esto fue el horror llevado a la
práctica por un slogan depravado aceptado
en teoría. ¿Pero,
podrá decirse, que alcanzó definitivamente
la mayoría, en estos ejemplos,
algún verdadero bienestar?
¡No!
No lo alcanzó.
Porque no se le determina
por la cuantía del número, ni se lo
obtiene por el sacrificio de unos para otros. Los
que piensan irreflexivamente creen que
este slogan insinúa de una manera vaga
algo noble y virtuoso, que impela a los
hombres a sacrificarse por la gran mayoría.
Si es así; ¿Desearía la mayoría ser
virtuosa y sacrificarse a la minoría, quien
seria el depravado y aceptarlo? ¿No?
Bien, entonces, ¿debe la minoría ser virtuosa
y sacrificarse por la mayoría, quien
sería el vicioso?
Los
aturdidos suponen que cada hombre que proclama
este slogan se ubica en forma
desinteresada con la minoría por estar
sacrificado a la mayoría. ¿Por qué lo haría?
No hay nada que le obligue a hacerlo.
Es más probable que él se adhiera
a la mayoría y comience a sacrificar
a los otros. En
realidad lo que el «slogan» revela es que no
hay posibilidad de elección, excepto
robar o ser robado, aniquilar o ser aniquilado. La
perversión de este «slogan» radica en la
contradicción de que «El bien» de una mayoría
se debería alcanzar a través del sufrimiento
de la minoría; que el beneficio
de un hombre depende del sacrificio de otros. Si
aceptamos la doctrina colectivista de que el
hombre existe solamente en consideración
a la causa de otros, tendríamos
como verdadero, de que cada placer
que disfruta (o cada bocado de alimento)
es malo e inmoral si otros dos hombres
lo desean. Pero con estos fundamentos
los hombres no pueden alimentarse,
respirar o amar; (todo esto es egoísta.
¿Y si dos hombres desean a su esposa?)
no pueden vivir juntos, y no pueden
hacer nada excepto terminar con la
mutua exterminación.
Solamente
en base de los derechos individuales
puede todo bienestar privado o
público ser definido y ejecutado.
Solamente
cuando cada hombre sea libre de
existir por su propia voluntad, sin ser sacrificado,
ni sacrificar a nadie; únicamente
así, el hombre puede trabajar por su
prosperidad, decidir y esforzarse por sí
mismo. Y la suma total de tales esfuerzos
individuales es la única forma universal
y posible del bien social. No
crea que lo contrario a «El mayor bienestar
para la mayoría», es «El mayor bienestar
para la minoría». Lo opuesto es: el
mayor bienestar puede lograr cada hombre
por su propio y libre esfuerzo.
Si un
individualista desea preservar un país
libre y su sistema vigente, la más grande
contribución que puede hacer, es la de
desterrar una vez por todas de su pensamiento,
de su vocabulario, de su simpatía
el superficial slogan: «El mayor bienestar
para la mayoría». Rechace todo argumento,
opóngase a cualquier proposición
si éstos tienen para su justificación
este slogan vicioso. Esto es una
trampa. Es un precepto esencialmente colectivista.
No puede aceptarlo y seguirse
llamando individualista. Escoja, es el uno o es el otro.
11.
¿El motivo cambia la naturaleza de una
dictadura?
La
marca de un hombre honesto que le distingue
de un colectivista es que sabe lo que
dice y conoce su significado. Cuando
decimos que mantenemos los derechos
inalienables, queremos decir, justamente
eso. Inalienable, significa que no
podemos suspenderlo, suprimirlo, infringirlo,
restringirlo o violarlo jamás, no por
un instante, ni bajo ningún pretexto. No
puede decir que el hombre tiene derechos
inalienables excepto en temporal
frío y cada segundo martes, justamente
como no puede decir que «El hombre
tiene derechos inalienables excepto en una emergencia», «o los derechos
del hombre no pueden ser violados
excepto por un buen propósito». O los
derechos del hombre son inalienables
o no lo son. No puede decir «semi inalienables»
y considerarse aún honesto
y cuerdo. Cuando comienza a poner
condiciones, reservas y excepciones
admite que hay algo o alguien
por encima de los derechos del hombre que pueden violarlos a su antojo. ¿Quién?
La sociedad, o sea el colectivismo
¿Por qué razón? Por el bien de la
colectividad. ¿Quién decide cuando los
derechos serían violados? La colectividad.
Si esto es lo que piensa, identifíquese
al sistema que pertenece y admita
que es un colectivista.
Luego, acepte
todas las consecuencias que el colectivismo
implica. Aquí no hay términos
medios. No puede retener su pastel
y comerlo también. No está engañando a nadie, sino a sí mismo. No se
escude en frases prefabricadas tales como
«el camino intermedio». El individualismo
y el colectivismo no son los
dos costados de un mismo camino con una
ruta segura al medio, para usted.
Estas
son dos vías que van en dirección opuesta.
Una se basa en la libertad, justicia,
prosperidad; la otra, en la esclavitud,
el horror, la destrucción. La elección
es suya, ¡hágala!. La expansión del colectivismo a través de todo
el mundo no se debe a la capacidad o talento
de los colectivistas, sino a la realidad
de que la mayor parte de la gente que se
opone a ellos realmente creen en su
propia modalidad de colectivismo. Una vez
que un principio es aceptado, no triunfa
el hombre indeciso, sino, el convencido;
tampoco el hombre sin consistencia
o decisión en aplicarlo, sino el más
firme. Si participa en una carrera y dice:
«yo solamente intento correr las primeras
diez yardas», le ganará el hombre
que dice: «correré hasta la recta final».
Cuando dice: «violaré los derechos humanos
un poquito», los comunistas o fascistas
le destruirán porque dicen: «Voy a destruir todos los derechos humanos».
Lo que
ha hecho es abrirles el camino. Por
permitirse esta inicial deshonestidad y
evasión, los hombres han caído en la trampa colectivista, sobre la pregunta de que si
una dictadura es conveniente o no. Muchas
personas denuncian la dictadura de labios para afuera. Pero muy pocas toman
conciencia y se enfrentan a la dictadura
tal cual es, como un mal absoluto,
en cualquier forma, de cualquiera,
para cualquiera, donde quiera, en
cualquier momento y por más que tenga
cualquier propósito.
La
mayoría cree que una dictadura es terrible
si es «por un mal motivo», pero no obstante, es absolutamente correcta, si lo es «por un buen motivo». Aquellos que apoyan
al comunismo (habitualmente se consideran
«humanitarios»), proclaman que
los campos de concentración y las cámaras
de tortura son una ignominia cuando
son usados «egoístamente», «en beneficio
de una raza» como Hitler lo hizo;
pero completamente noble, sublime, cuando
Stalin utilizaba «desinteresadamente»,
«para beneficio de las
masas». Aquellos que se inclinan por el
fascismo (ordinariamente se consideran «cascaron
duro», «realistas») reclaman que
las torturas y la esclavitud dirigidas son
«impracticables» cuando se emplean «ineficazmente»
como en Rusia, sin embargo,
totalmente prácticas cuando se utilizan
«eficientemente» como en Alemania. (Y
sólo como un ejemplo exacto de dónde proviene
el principio erróneo si lo pusiera en
práctica; observe a esos «humanitarios»
que estando tan consternados
por aliviar los sufrimientos de las
masas, ratifican, en Rusia, para una población
íntegra, un tal estado de miseria, jamás sobrepasado en la historia. Y los
llamados «realistas» que están completamente
impacientes por ser prácticos,
aprobaron en Alemania, el espectáculo
de un país en ruina total, devastado,
como resultado final de una dictadura
«eficiente») Cuando
argumenta sobre lo que es una buena
o mala dictadura, usted ya ha aceptado
y endosado el principio de dictadura.
Ha aceptado una premisa de total
perversión, o sea, un derecho a esclavizar
a otros por una causa que usted cree
es buena. En tal caso, la única cuestión
es quien dirigirá la Gestapo. Jamás estará en capacidad de llegar a un acuerdo
con todos sus camaradas colectivistas
en lo relacionado a cuál es una «buena» causa para el uso de la brutalidad
y cuál una «mala». Su definición
favorita no puede ser la de ellos.
Puede proclamar que es bueno asesinar
a los hombres únicamente por la causa
de los pobres; alguien más puede declarar
que es bueno matar a los hombres
en beneficio de los ricos; puede reclamar
que es inmoral asesinar a cualquier
persona excepto a los miembros de
cierta clase; alguien más podrá decir que es
depravado matar, salvo a los miembros
de determinada raza. En lo único
que estará de acuerdo es en la matanza.
Y eso es todo lo que obtendrá.
Una
vez que defienda los principios de dictadura,
invite a los hombres a hacer lo mismo.
Sino aceptan su idea o no les gusta
su «buen motivo» no tienen otra opción
sino la de apresurarse a imponer su
criterio y razones para su «buen motivo», esclavizarles antes de ser esclavizados.
Una «buena dictadura» es una
contradicción de distracciones.
El conflicto
no es :¿cuál es la forma apropiada
de esclavizar a los hombres? Hay
una execrable corrupción moral al manifestar
que una dictadura puede ser justificada
por un «buen motivo» o un «motivo
desinteresado». Todas
las tendencias criminales y brutales por
las cuales la humanidad ha atravesado en el transcurso de los siglos, saliendo paulatinamente
del salvajismo y le ha enseñado
a reconocer como indigno e impracticable,
hoy se ha refugiado bajo un
pretexto «social». Muchos hombres creen
que es indigno robar, asesinar o torturar
para su propio beneficio pero es una
virtud hacerlo en bien de los demás. Le
dicen: no puede recurrir a la brutalidad para
su provecho, pero, siga adelante si es necesario
para los demás. Quizás la sentencia
más repugnante que uno puede oír jamás es la siguiente: «Seguro, Stalin asesinó
a millones, pero es justificable porque
fue en beneficio de las masas». El colectivismo
es el último rezago de salvajismo
en la mente humana. Jamás
considere a los colectivistas como «sinceros
aunque equivocados idealistas». El
propósito de esclavizar a algunos hombres
para el bien de otros, no es un ideal.
La brutalidad no es idealista y no importan cuáles sean sus designios. Nunca
diga que el anhelo de «hacer el bien»
por la fuerza es un buen motivo. Ni el
deseo de poder ni la estupidez son buenos
motivos.
16 Diciembre 1974 No. 332
Ideas Sobre Libertad
por Ayn Rand.
*«IDEAS SOBRE LIBERTAD»,
está traducido de un folleto publicado en inglés por THE OBJECTIVIST,
183 Madison Avenue, New York,
New York 10016, con el titulo, TEXTBOOK OF AMERICANISM. Estas ideas estuvieron escritas originalmente para THE VIGIL, una publicación del Motion
Picture Aliance Sor the
Preservation of American Ideals, Beverly Hilís, California, con el fin de definir y aclarar los principios básicos de asuntos políticos. La serie es incompleta; las once preguntas son solamente la tercera parte de un proyecto más extenso. Copyright 1946
by Ayn Rand.
Traducción:
SUSANA DE CEVALLOS.
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