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| *Grabado en la Estatua de la Libertad - New York | 
Si un ciudadano europeo,  o un grupo de ciudadanos europeos, propietarios de nuestras viviendas, tierras, comunidades, hogares o negocios,  quisiéramos traer indefinidamente a nuestras propias casas o propiedades, a uno o varios seres humanos que el Estado define como  extranjeros: africanos, asiáticos -o de cualquier otra nacionalidad o continente- que huyen de la guerra, de la pobreza extrema o del maltrato de sus gobernantes, y voluntaria y responsablemente deseáramos mantenerlos con nuestros propios recursos, nadie debería negarnos el derecho a hacerlo. Sin embargo, hoy en día, eso lo prohíben las leyes estatales (y europeas) de inmigración.