Para que se produzca una recesión económica es condición necesaria que una enorme cantidad de empresarios se equivoquen todos al mismo tiempo. ¿Como es posible que ocurra esto?
Los fenómenos macroeconómicos (paro, crecimiento, recesión, inflación de precios, etc...) son consecuencia de acciones humanas individuales (microeconomía), de consumidores, empresarios, inversionistas, especuladores, etc, que necesariamente han de regirse por las regulaciones, los privilegios y las ocurrencias legislativas de gobiernos, políticos y burócratas. Una inmensa mayoría de la prensa y programas de radio, televisión y webs de Internet no informan correctamente del origen de este desaguisado mundial en el que millones de empresarios han equivocado sus inversiones, todos a la vez. Muchos de ellos (los programas y sus tertulianos) se quedan en la "codicia humana" como causa última, como si tal pecado capital se hubiera inventado antesdeayer.
A modo de introducción breve podemos decir que la causa de la "Gran Recesión" es la descoordinación intertemporal entre consumidores, ahorradores e inversores provocada por los gobiernos y sus asociados, los intermediarios financieros (bancos), mediante la denominada expansión (artificial) de crédito (o expansión monetaria).
El descalabro [la crisis] se produce cuando se pone de manifiesto esa descoordinación intertemporal entre ahorradores/inversores/consumidores, causada por un proceso de incremento de la masa monetaria mediante un descomunal aumento del volumen de créditos sin respaldo de ahorro previo (es decir, sin respaldo del correspondiente aumento bienes reales) introducida en las economías mediante inyecciones monetarias en las etapas superiores de los procesos productivos (las más alejadas del consumo. Ver teoría del capital)
Una economía puede funcionar con cualquier cantidad de "dinero" o medios de intercambio (o mejor dicho, moneda). Lo que no puede ser es que esa cantidad se expanda o se contraiga como un chicle desconectada de la producción de bienes y servicios. La masa monetaria aumenta "a lo bestia" cuando el sistema financiero, bajo la dirección del Banco Central, expande el crédito mediante la creación de (falsos) "depósitos" bancarios a corto plazo (y papel moneda); y se contrae cuando los "depósitos" (y el papel moneda) se quedan sin respaldo al quedar impagados los créditos a largo plazo que concede el sistema financiero (invertir a largo y endeudarse a corto).
Lo complicado -para los ciudadanos- es darse cuenta a tiempo de lo que está pasando porque la continua refinanciación mediante papel moneda (y "depósitos") sin respaldo, del sistema bancario por parte de los Bancos Centrales nos ha anestesiado la capacidad de percepción de los efectos de la peligrosa cadena de crédito irregular y además, se nos ha arrebatado el mecanismo para cortar de raíz la expansión monetaria: la convertibilidad del papel moneda en oro (auténtico dinero) o en todo caso, en un bien presente con valor económico independiente del emisor de ese papel moneda.
Rastreemos un poco lo que ocurre -que sucesos microeconómicos se producen- cuando los gobiernos y bancos centrales permiten y orquestan una expansión crediticia bajo los actuales privilegios bancarios (refinanciación de deudas y curso forzoso de la moneda estatal) que conceden al sistema financiero. Para ello seguiremos -muy líbremente- a F. Hayek básicamente en su libro "Precios & Producción".
La única forma de colocar "toneladas" de nuevos préstamos en el mercado es rebajando artificialmente los tipos de interés.
Pero ... El tipo de interés es guía de la actividad empresarial, ya que señala al empresario el coste de los recursos (ahorro) puestos a su disposición por la sociedad y el tiempo máximo que puede disponer de ellos. Es decir, le limita el periodo de producción con financiación ajena. Los tipos de interés son - básicamente - la manifestación de la mayor valoración de los bienes presentes en relación a los bienes futuros. Si baja el tipo de interés por decisión voluntaria de los agentes económicos, aumentará el valor actual de los bienes de capital (bienes futuros), es decir, de los bienes que sirven para producir otros bienes que se consumirán en el futuro más distante. Si baja el tipo de interés, la señal que se transmite es que la sociedad ha decidido posponer el consumo (ahorrar) y por tanto hoy tenderán a valer más los bienes de capital que sirven para producir los bienes que la sociedad está dispuesta a consumir en el futuro. Si el tipo de interés baja artificialmente, por decisión de los burócratas (el tipo de referencia del Banco Central), se sigue transmitiendo la misma señal, pero con la diferencia de que no hay mayor ahorro disponible. La sociedad no ha decidido posponer el consumo.
Aquí es oportuno introducir la primera cita de Hayek que desarma brillantemente a los que argumentan que el ahorro perjudica el desarrollo económico y que es preciso fomentar el consumo para impulsar el crecimiento:
"es una contradicción lógica pensar que el aumento del consumo se materializa en un incremento de la inversión, pues ésta sólo puede aumentarse gracias a un incremento del ahorro que siempre ha de ir en detrimento del consumo".
Empieza pues, bajo el engaño, el periodo de auge económico ficticio. Se comienzan entonces, proyectos que de ninguna manera, podrán ser finalizados en su totalidad puesto que no hay ahorro para tal cosa, y los recursos (los bienes de capital) son los mismos que había antes de la expansión del crédito.
Podemos afirmar irónicamente que los trabajadores tienen la costumbre de gastar la mayor parte de lo que ganan: se alimentan, visten, compran medicinas, móviles, se maquillan, se divierten, etc; gastarán y ahorrarán de acuerdo con sus preferencias temporales -que no han variado- y nunca podrán consumir más que la oferta corriente de bienes de consumo; por tanto, se alcanzará un punto a partir del cual el crecimiento en los precios de los bienes de consumo empiece a ir por delante del propio incremento de la renta monetaria de los factores originarios (trabajo y recursos naturales). A partir de este momento la renta de los factores de producción, y en concreto los salarios, empezarán a reducirse en términos relativos, por lo que interesará a los empresarios sustituir maquinaria por trabajadores.
No tienen en cuenta en todo este berenjenal, los precios relativos. Sabemos que a medida que se inyecta liquidez, los primeros perceptores son los más beneficiados (sobre todo si son capaces de intuir el final de la fiesta y se salen del negocio liquidando y endosando sus activos antes de que se deprecien). Estos primeros perceptores se apropian -indebídamente- de factores de producción sobrepujando por ellos en el mercado.
En España han sido los políticos de las propias Administraciones Públicas (cada una de ellas con su propia "Cajita de Ahorros"), principalmente Ayuntamientos (con su brutal poder regulatorio en materia urbanística), los principales beneficiados de la expansión artificial del crédito que ellos mismos han iniciado.
La expansión monetaria se va extendiendo poco a poco por toda la economía pero los precios de los bienes, los salarios, las pensiones, etc, no suben todos a la vez y proporcionalmente. Se producen variaciones de los precios de unos bienes y servicios respecto de otros por causas exclusívamente monetarias. Los precios relativos están sufriendo una auténtica convulsión (viviendas, locales, suelo, bolsa de valores, etc). Mas bien se podría calificar de auténtico terremoto causado por las continuas y enormes inyecciones monetarias perpetradas. Pero eso, a nuestras autoridades monetarias les importa un "bledo", porque se apoyan justo en la parte falsa de la "teoría cuantitativa" que cuenta "que el dinero es neutro y que a mayor cantidad en circulación, el efecto es que todos los precios suben proporcionalmente y al mismo tiempo".
Hayek en su libro "¿Inflación o pleno empleo?" expone lo siguiente: «La explicación verdadera, aunque no comprobable, del paro masivo radica en la discrepancia entre la distribución del factor trabajo (y de otros factores de producción) en las industrias (y en las localidades) y la distribución de la demanda de sus productos. Esta discrepancia está causada por una distorsión en el sistema de precios y salarios relativos.». Huerta de Soto escribe en "Dinero, Crédito Bancario y Ciclos Económicos" que "Hayek, en los últimos años de su vida, pensaba que los ciclos modernos se caracterizaban porque la mala inversión se producía de muy diversas formas, no sólo por el efecto de la expansión crediticia en las etapas más alejadas del consumo, sino también por el fomento artificial del consumo y, en general, por todo gasto público que diera lugar a una variación en la estructura productiva que, en última instancia, no pudiera hacerse permanente al no venir respaldada por el comportamiento de los consumidores",
Se está formando una burbuja monumental en el precio de algunos activos (unas veces será la bolsa, otras, las tecnológicas, otras veces como en ésta, los inmuebles ... etc, etc). Burbuja inflada con crédito, de modo que cuando explote, forzosamente afectará a todo el sistema financiero.
Esta última expansión monetaria, se ha desarrollado en un entorno de gran productividad, el precio unitario de los bienes de consumo finales no se incrementa, o sólo va aumentando moderadamente, aunque sí que está aumentando de forma descomunal la demanda global y el importe monetario global de ventas de bienes y servicios de consumo corriente. No hay más que recordar los primeros años de la década del 2000: "centros comerciales a reventar, aumento espectacular del consumo de energía y combustibles , carreteras y estaciones de servicio colapsadas de turismos, hoteles, balnearios, centros de salud y de estética, casas rurales, gimnasios, bares, botellonas, teatros, conciertos, espectáculos, restaurantes ... todo a tope... todo lleno y colas en todas partes ... y "otra de gambas"...
Vemos, claramente, que la sociedad demandaba más bienes de consumo finales, de consumo corriente; y, sin embargo, los empresarios de determinados sectores de la producción de bienes mas alejados del consumo final (los promotores inmobiliarios, constructores, etc, y el propio Estado con su obra pública, en este caso), se empeñaban en continuar con sus proyectos excesivos que no podrán ser culminados en su totalidad, puesto que han caído masívamente en el engaño de la distorsión de la preferencia temporal ocasionada por los bancos centrales al reducir el tipo de interés e inyectar a través del sistema financiero, "toneladas de liquidez" que no son reflejo de recursos disponibles en la sociedad.
Hayek; "A pesar de que los consumidores dispongan de una mayor cantidad de dinero, nunca podrán consumir más que la oferta corriente de bienes de consumo"...;"... la proporción en la que los empresarios están dividiendo sus recursos entre la producción para un futuro inmediato y el futuro mas distante, está siendo diferente a la proporción en la que los consumidores desean dividir su renta entre la provisión para el consumo inmediato (bienes de consumo corrientes) y el consumo futuro".
Tarde o temprano el mercado pondrá de manifiesto esta discrepancia causada por los socialistas monetarios.
Téngase en cuenta, para ilustrar el párrafo anterior de Hayek, que en España, se han construido viviendas para cubrir la demanda hasta el año 2020 (o más allá). Para hacerlo se han empleado recursos naturales (materias primas, energía) y trabajo; factores cuyos propietarios (trabajadores, empresarios y ahorradores) han recibido sus rentas correspondientes con el "nuevo dinero" procedente de la expansión monetaria" y como es lógico, inmediatámente se han puesto a consumir esas rentas de acuerdo con sus preferencias temporales. La mayor demanda de bienes de consumo corriente, materias primas (commodities), combustibles, energía y otros bienes de capital no específicos, generada por esas rentas, no se ha retrasado hasta el 2020. Es decir, la renta exclusivamente procedente de la "expansión artificial del crédito", no se ha ahorrado (tal y como he señalado más arriba).
Prosigamos.
Mientras tanto, gobiernos y bancos centrales siguen ciegos con las gafas mal graduadas del IPC que ellos mismos han inventado.
Con tal invento y la forma en que se utiliza, será inevitable la formación de enormes burbujas en cosas que queden fuera de su propio cálculo, por lo que tal instrumento es una porquería que no sirve para nada que no sepamos de antemano todos los consumidores cuando acudimos al supermercado o a la estación de servicio para llenar el depósito de combustible.
Conviene recalcar de nuevo, que es posible un aumento moderado del nivel general de precios durante algún tiempo (como ha sucedido en España), puesto que pueden desatarse fuerzas contrarias ocasionadas por la aplicación en las empresas de invenciones, descubrimientos y desarrollos técnicos que provocan un aumento de la productividad (informatización de todas las empresas, Internet, comunicación mundial en tiempo real… etc) lo cual, como sabemos, desata tendencias que bajan los precios por unidad producida. Son fuerzas contrarias que no se contrarrestan; no impiden las variaciones de los precios relativos causadas por las expansiones monetarias; y que no son percibidas por las autoridades monetarias, como la realidad ha demostrado. De hecho tanto la expansión crediticia de los años 20 como ésta misma, se han dilatado tanto en el tiempo porque han coincidido con periodos de gran aumento de la productividad.
También ha contribuído a que se mantuviera un bajo crecimiento del índice general de precios, a pesar de la expansión crediticia, la incorporación de mercancías de los centros de producción asiáticos, con tipos de cambio de sus monedas artificialmente bajos, y por tanto con precios de productos artificialmente bajos.
Es decir, por todo ello, el IPC hubiera bajado espectacularmente en esta última década, si se hubiera mantenido estable la masa monetaria. Y se habría mantenido estable si no se hubiera arrebatado a los consumidores el derecho a exigir la convertibilidad del papel moneda.
Del mismo modo, en esta crisis, no se ha tenido en cuenta la incorporación de millones de inmigrantes al mercado de trabajo, hecho que ha impedido la detracción de factor trabajo en exceso de la producción de bienes mas cercanos al consumo final, para emplearlos en la producción de bienes de inversión; y por tanto, los salarios -en términos generales- no han presionado en exceso al alza (salvo en el sector de la construcción, que recibía a lo bestia los nuevos medios fiduciarios), a pesar del aumento brutal de la masa monetaria, manteniendo un IPC ficticio, en moderado crecimiento, y a pesar de que como decimos, los precios relativos de algunos bienes reflejaban un auténtico terremoto.
Posteriormente, ya en el 2008, cuando las autoridades monetarias (los principales bancos centrales mundiales concertados) intentaron parar la crisis con dosis aún mayores de liquidez (cosa que consiguieron en el 2001 en la denominada crisis de las tecnológicas), entonces, ya en este momento -2008- a pesar de la productividad y la globalización, sí que fueron inevitables y se produjeron aumentos brutales en los precios de bienes de consumo básicos y de materias primas que afectaron a los sectores más pobres de la población.
Los tipos de interés ya habían comenzado a aumentar. Este crecimiento se produce, tarde o temprano, cuando el ritmo de la expansión crediticia, sin respaldo de ahorro real, deja de aumentar. Por un lado, si los prestamistas quieren cobrar en términos reales los mismos tipos de interés, deberán añadir un componente por inflación. Y por otro lado, a pesar de que los tipos de interés hayan subido, como señaló Hayek: "las empresas alejadas del consumo - antes que verse forzados a reconocer su fracaso-, en la medida en que ya hayan comprometido importantes recursos en los nuevos proyectos de inversión, estarán dispuestos a pagar tipos de interés muy altos, con tal de que se les proporcionen los fondos necesarios para poder culminar los proyectos que por error han emprendido". Las pérdidas contables en estas empresas (constructoras, promotoras, inmobiliarias, obra pública, etc,) son ya muy importantes.
Hayek: «La tendencia a mantener el tipo de interés estable,
especialmente a un nivel tan bajo como sea posible, debe considerarse como el máximo enemigo de la estabilidad, y causa en última instancia de fluctuaciones económicas mucho mayores de lo que sería realmente necesario. Quizá debiera repetirse que este principio se aplica especialmente a la doctrina, ahora tan ampliamente aceptada, de que los tipos de interés deberían mantenerse bajos hasta que se alcance el pleno empleo.»
El auge estallará en mil pedazos cuando la inflación de precios de los bienes de consumo y de todos aquellos bienes de producción no específicos de las etapas anteriores que se emplean también las etapas finales (materias primas, combustibles, energía etc), comience a ser alarmante, y el Banco Central se vea forzado a cortar las inyecciones monetarias subiendo el tipo de interés de referencia. Los bancos comerciales dejarán de prestar y empezará a contraerse la masa monetaria. Se irán poniendo de manifiesto entonces todas las malas inversiones y las pérdidas contables de las empresas mas alejadas del consumo final (los promotores inmobiliarios, la construcción y su industria auxiliar y los ingresos fiscales: "al carajo"). Los prestamos concedidos quedan impagados en masa porque los bancos se han endeudado a corto e invertido a largo. En los balances bancarios, el activo disminuye de valor; sin embargo el pasivo, los depósitos (la deuda a corto) permanece intacta. El valor de las inversiones (inmobiliarias: tan sólo en España, dos millones de viviendas sin vender, miles de proyectos a medio hacer y suelo que no vale un pimiento), comenzará a desplomarse, y con ellos toda la actividad económica que los generaba, incluído por supuesto, el factor trabajo. Aumentará el desempleo. Todo el sistema bancario es insolvente. No es falta de liquidez, es que todo el sistema está quebrado. Las inversiones de los bancos -sus créditos- resultan impagados por doquier; los depósitos (sus deudas a corto) se quedan sin el respaldo de las inversiones (los créditos concedidos). Si, como cualquier otra empresa de cualquier otro sector, se vieran obligados a vender -liquidar- sus activos para atender los vencimientos de sus deudas, se pondría de manifiesto que, en sus balances, el valor del activo es una pequeña fracción del pasivo: es la bancarrota total.
Comenzará pues, el proceso de ajuste, que llevará tiempo debido a que cantidades ingentes de bienes de capital se han despilfarrado, quedado atrapados -incluso inservibles- en las malas y/o precipitadas inversiones. La duración del proceso dependerá de que las zarpas del Estado intervengan lo menos posible.
El periodo de expansión no hubiera continuado indefinidamente aunque los bancos centrales hubieran seguido expandiendo la masa monetaria para sostener el crecimiento exponencial de la demanda de crédito de los empresarios de bienes de inversión. Hubiera sobrevenido, en tal caso, la pérdida total del valor de la moneda: el colapso del sistema monetario (Alemania 1923, Zimbabwe 2008-09) porque todos habríamos intercambiado el dinero fiat por bienes reales, o al menos lo habríamos intentado, ante la certeza de la hiperinflación...
*Cuando empleo el termino " monetario o monetaria" refiriendome al aumento de las rentas, al aumento de la demanda, o de los precios, es para aclarar y diferenciar que en términos absolutos y medidos en dinero, la demanda, los precios o la renta, aumentan o disminuyen, pero no tienen porque aumentar (o disminuir) la demanda de todos y cada uno de los salarios, de los bienes o de todos los precios de todos los productos o de todas las rentas de todos los individuos. Puede que unos aumenten y otros bajen aunque en términos absolutos se muevan en un único sentido.
Los fenómenos macroeconómicos (paro, crecimiento, recesión, inflación de precios, etc...) son consecuencia de acciones humanas individuales (microeconomía), de consumidores, empresarios, inversionistas, especuladores, etc, que necesariamente han de regirse por las regulaciones, los privilegios y las ocurrencias legislativas de gobiernos, políticos y burócratas. Una inmensa mayoría de la prensa y programas de radio, televisión y webs de Internet no informan correctamente del origen de este desaguisado mundial en el que millones de empresarios han equivocado sus inversiones, todos a la vez. Muchos de ellos (los programas y sus tertulianos) se quedan en la "codicia humana" como causa última, como si tal pecado capital se hubiera inventado antesdeayer.
A modo de introducción breve podemos decir que la causa de la "Gran Recesión" es la descoordinación intertemporal entre consumidores, ahorradores e inversores provocada por los gobiernos y sus asociados, los intermediarios financieros (bancos), mediante la denominada expansión (artificial) de crédito (o expansión monetaria).
El descalabro [la crisis] se produce cuando se pone de manifiesto esa descoordinación intertemporal entre ahorradores/inversores/consumidores, causada por un proceso de incremento de la masa monetaria mediante un descomunal aumento del volumen de créditos sin respaldo de ahorro previo (es decir, sin respaldo del correspondiente aumento bienes reales) introducida en las economías mediante inyecciones monetarias en las etapas superiores de los procesos productivos (las más alejadas del consumo. Ver teoría del capital)
Una economía puede funcionar con cualquier cantidad de "dinero" o medios de intercambio (o mejor dicho, moneda). Lo que no puede ser es que esa cantidad se expanda o se contraiga como un chicle desconectada de la producción de bienes y servicios. La masa monetaria aumenta "a lo bestia" cuando el sistema financiero, bajo la dirección del Banco Central, expande el crédito mediante la creación de (falsos) "depósitos" bancarios a corto plazo (y papel moneda); y se contrae cuando los "depósitos" (y el papel moneda) se quedan sin respaldo al quedar impagados los créditos a largo plazo que concede el sistema financiero (invertir a largo y endeudarse a corto).
Lo complicado -para los ciudadanos- es darse cuenta a tiempo de lo que está pasando porque la continua refinanciación mediante papel moneda (y "depósitos") sin respaldo, del sistema bancario por parte de los Bancos Centrales nos ha anestesiado la capacidad de percepción de los efectos de la peligrosa cadena de crédito irregular y además, se nos ha arrebatado el mecanismo para cortar de raíz la expansión monetaria: la convertibilidad del papel moneda en oro (auténtico dinero) o en todo caso, en un bien presente con valor económico independiente del emisor de ese papel moneda.
Pero ... ¿cómo es la mecánica del proceso que conduce a la crisis?
Teoría Austriaca del Ciclo Económico
La única forma de colocar "toneladas" de nuevos préstamos en el mercado es rebajando artificialmente los tipos de interés.
Pero ... El tipo de interés es guía de la actividad empresarial, ya que señala al empresario el coste de los recursos (ahorro) puestos a su disposición por la sociedad y el tiempo máximo que puede disponer de ellos. Es decir, le limita el periodo de producción con financiación ajena. Los tipos de interés son - básicamente - la manifestación de la mayor valoración de los bienes presentes en relación a los bienes futuros. Si baja el tipo de interés por decisión voluntaria de los agentes económicos, aumentará el valor actual de los bienes de capital (bienes futuros), es decir, de los bienes que sirven para producir otros bienes que se consumirán en el futuro más distante. Si baja el tipo de interés, la señal que se transmite es que la sociedad ha decidido posponer el consumo (ahorrar) y por tanto hoy tenderán a valer más los bienes de capital que sirven para producir los bienes que la sociedad está dispuesta a consumir en el futuro. Si el tipo de interés baja artificialmente, por decisión de los burócratas (el tipo de referencia del Banco Central), se sigue transmitiendo la misma señal, pero con la diferencia de que no hay mayor ahorro disponible. La sociedad no ha decidido posponer el consumo.
Aquí es oportuno introducir la primera cita de Hayek que desarma brillantemente a los que argumentan que el ahorro perjudica el desarrollo económico y que es preciso fomentar el consumo para impulsar el crecimiento:
"es una contradicción lógica pensar que el aumento del consumo se materializa en un incremento de la inversión, pues ésta sólo puede aumentarse gracias a un incremento del ahorro que siempre ha de ir en detrimento del consumo".
Engaño: "factores en oferta infinita"
Empieza pues, bajo el engaño, el periodo de auge económico ficticio. Se comienzan entonces, proyectos que de ninguna manera, podrán ser finalizados en su totalidad puesto que no hay ahorro para tal cosa, y los recursos (los bienes de capital) son los mismos que había antes de la expansión del crédito.
Las autoridades monetarias ponen un grueso y opaco velo sobre la estructura ahorro-consumo de la sociedad; la ocultan a los ojos de empresarios y consumidores. El ahorro, es decir, los bienes de capital parecen estar en oferta infinita. El ahorro es la oferta de bienes presentes necesarios para subsistir si queremos embarcarnos en nuevos y mas largos procesos de producción. El dinero fiat (o dinero-crédito) es un medio de cambio indirecto, que, por mucho que se imprima (o se multiplique electrónicamente), no puede sustituir la falta de ahorro. Lo que sí consigue es llevar el escaso y valioso ahorro existente a proyectos equivocados o precipitados: malas inversiones.
Debido a los bajos tipos de interés y a la nueva liquidez se inician proyectos que ahora parecen rentables. Los precios de los bienes de inversión (bienes producidos para producir bienes de consumo en el futuro) aumentan, puesto que aumenta su demanda monetaria*. Pero en términos generales, no se ha reducido el consumo de bienes finales de consumo corriente y por tanto no se han liberado factores que puedan emplearse en la producción de esos bienes adicionales de inversión. Sin embargo se comienzan proyectos nuevos como si hubiera ahorro para tal cosa; y todo ello con los mismos recursos que había antes de "imprimir nuevo dinero" e inyectarlo a través del mercado de créditos.
En principio, los bancos colocan todos los préstamos que quieren, mientras el tipo de interés esté artificialmente bajo. A medida que pase el tiempo los empresarios demandarán una proporción mayor de crédito, aunque aumente el tipo de interés, puesto que muchos de sus proyectos estarán aún sin finalizar.
Algo va a fallar, pero no nos adelantemos, continuemos nuestro rastreo.
Esta incipiente actividad económica financiada con "nueva liquidez", producirá un alza de las rentas monetarias* de los propietarios de recursos naturales, y de los trabajadores y empresarios empleados en ella, y por tanto aumentará la demanda monetaria* total de bienes de consumo (puesto que, recordemos, las nuevas inversiones no están siendo respaldadas con ahorro real que forzosamente ha de exigir la previa reducción voluntaria del consumo).
Algo va a fallar, pero no nos adelantemos, continuemos nuestro rastreo.
Primeros efectos
Esta incipiente actividad económica financiada con "nueva liquidez", producirá un alza de las rentas monetarias* de los propietarios de recursos naturales, y de los trabajadores y empresarios empleados en ella, y por tanto aumentará la demanda monetaria* total de bienes de consumo (puesto que, recordemos, las nuevas inversiones no están siendo respaldadas con ahorro real que forzosamente ha de exigir la previa reducción voluntaria del consumo).
El precio de los bienes de consumo tenderá a aumentar más a medida que pase el tiempo y vaya aumentando la expansión crediticia. Esta presión inflacionista sobre los bienes de consumo es doble, a saber:
1- porque forzosamente se han tenido que desviar factores de la producción de bienes de consumo final a la producción de bienes de inversión, provocando por tanto, una ralentización en la producción de aquellos o incluso una disminución notable por la escasez de factores no específicos esenciales (materias primas año 2008) en todas las etapas del proceso productivo, manifestándose cuellos de botella en su producción; y
2- porque, como he comentado antes, ha aumentado la renta monetaria de trabajadores y empresarios (beneficios empresariales artificiales), que también son consumidores, y que en general, no han decidido variar su proporción "ahorro-consumo" (su preferencia temporal). Por lo que este hecho sumado al punto número uno, ha de presionar notáblemente al alza de los precios de bienes de consumo corriente. Es decir, la proporción en la que aumentan los precios de estos bienes tenderá a ser mayor que la proporción en la que aumentan los precios de los bienes de inversión y los precios de los factores originarios (trabajo y recursos naturales).
Nótese que la falsificación que desatan las autoridades monetarias es mayúscula y sin embargo no es percibida por la gente.
Como comento más abajo, en un entorno de aumento de la productividad no se observará un gran incremento de los precios unitarios de los bienes de consumo, pero si un enorme aumento en el importe monetario global de las ventas y beneficios de las empresas más próximas al consumo. Y más aún si en un entorno de globalización, entran bienes de consumo finales procedentes del exterior a precios muy bajos. En este caso, "el falso auge" durará más tiempo y los efectos serán más catastróficos.
Seguimos el rastro.
Como las rentas nominales aumentan (en realidad, están aumentando los precios monetarios de todos los factores originarios: recursos naturales y trabajo), los costes de las nuevas inversiones se encarecen también, pero se disipa el peligro que vislumbran los empresarios respecto a que las nuevas inversiones no sean rentables, puesto que los precios finales también han aumentado, y se vende todo, a base de nuevos créditos "sin respaldo de ahorro real previo".
El tinglado se mantiene, a duras penas, mientras se inyecta nuevo dinero cada vez en proporciones mayores, manteniendo artificialmente bajos los tipos de interés. Además, en esta crisis inmobiliaria, nueva "liquidez creada de la nada" se reintroduce mediante más y más préstamos que aparentemente van dando salida a las nuevas inversiones inmobiliarias y a los nuevos bienes de consumo duraderos (equivalentes a los bienes de producción - o de capital-: vehículos, maquinaria, etc). Es decir, se cancelan préstamos con nuevos préstamos (sin sacrificar el consumo de bienes presentes).
1- porque forzosamente se han tenido que desviar factores de la producción de bienes de consumo final a la producción de bienes de inversión, provocando por tanto, una ralentización en la producción de aquellos o incluso una disminución notable por la escasez de factores no específicos esenciales (materias primas año 2008) en todas las etapas del proceso productivo, manifestándose cuellos de botella en su producción; y
2- porque, como he comentado antes, ha aumentado la renta monetaria de trabajadores y empresarios (beneficios empresariales artificiales), que también son consumidores, y que en general, no han decidido variar su proporción "ahorro-consumo" (su preferencia temporal). Por lo que este hecho sumado al punto número uno, ha de presionar notáblemente al alza de los precios de bienes de consumo corriente. Es decir, la proporción en la que aumentan los precios de estos bienes tenderá a ser mayor que la proporción en la que aumentan los precios de los bienes de inversión y los precios de los factores originarios (trabajo y recursos naturales).
Nótese que la falsificación que desatan las autoridades monetarias es mayúscula y sin embargo no es percibida por la gente.
Como comento más abajo, en un entorno de aumento de la productividad no se observará un gran incremento de los precios unitarios de los bienes de consumo, pero si un enorme aumento en el importe monetario global de las ventas y beneficios de las empresas más próximas al consumo. Y más aún si en un entorno de globalización, entran bienes de consumo finales procedentes del exterior a precios muy bajos. En este caso, "el falso auge" durará más tiempo y los efectos serán más catastróficos.
Seguimos el rastro.
Préstamos se cancelan con préstamos
Como las rentas nominales aumentan (en realidad, están aumentando los precios monetarios de todos los factores originarios: recursos naturales y trabajo), los costes de las nuevas inversiones se encarecen también, pero se disipa el peligro que vislumbran los empresarios respecto a que las nuevas inversiones no sean rentables, puesto que los precios finales también han aumentado, y se vende todo, a base de nuevos créditos "sin respaldo de ahorro real previo".
El tinglado se mantiene, a duras penas, mientras se inyecta nuevo dinero cada vez en proporciones mayores, manteniendo artificialmente bajos los tipos de interés. Además, en esta crisis inmobiliaria, nueva "liquidez creada de la nada" se reintroduce mediante más y más préstamos que aparentemente van dando salida a las nuevas inversiones inmobiliarias y a los nuevos bienes de consumo duraderos (equivalentes a los bienes de producción - o de capital-: vehículos, maquinaria, etc). Es decir, se cancelan préstamos con nuevos préstamos (sin sacrificar el consumo de bienes presentes).
Ya no hay forma de evitar la crisis
La cantidad de nuevo "dinero" que llega procedente de la expansión del crédito y que retribuye a los factores de producción, debe ir siempre por delante del aumento de los precios de los bienes de consumo corrientes para que no se revierta todo el tinglado. Es decir, habría que evitar que la demanda de bienes de consumo comience a elevarse, en términos relativos, muy por encima de la demanda de bienes de inversión. Esto sólo es posible durante algún tiempo.
Siguiendo a Hayek: Si se mantiene un crecimiento de la expansión crediticia que, sin embargo, no aumente al ritmo necesario, para impedir que todo se revierta, en este caso, y a pesar del continuo crecimiento de la oferta monetaria en forma de préstamos, surgirá primero una crisis o depresión económica que vendrá acompañada de un importante crecimiento de los precios en los bienes de consumo, situación de inflación con crisis, depresión y, por tanto, mucho desempleo que, para gran sorpresa de los "keynesianos", ya ha sido experimentada en occidente en los años setenta del S. XX y que se conoce con el nombre de stagflation; «estanflación».
Dicho sea de paso, toda esta secuencia descrita es igualmente válida, para el caso de existencia de recursos ociosos (desempleo) al comienzo de la expansión. La crisis se producirá inevitablemente. Una expansión monetaria podría funcionar si todos, absolutamente todos los factores empleados en los nuevos procesos productivos financiados con el "nuevo dinero" estuvieran ociosos y por tanto, que no fuera necesario sobrepujar por ellos arrebatándolos de procesos productivos rentables anteriores. Pero .... si todos los factores de cada nuevo proceso que quiera implementarse están ociosos, no es necesaria ninguna expansión monetaria: miles de empresarios se habrían dado cuenta de esas nuevas oportunidades de negocio 100 años antes que cualquier político o burócrata.
Hayek: "«Todos los intentos de crear pleno empleo con la distribución existente del factor trabajo entre las diferentes industrias se estrellarán contra la dificultad insalvable de que con pleno empleo los trabajadores desearán una cantidad de bienes y servicios de consumo que será muy superior a la que pueda ser producida mediante la estructura productiva que les da trabajo.»
Hayek: "La existencia de «capacidad ociosa» en muchos procesos productivos (pero especialmente en los más alejados del consumo, por ejemplo en las industrias de la construcción, telecomunicaciones, alta tecnología y, en general, de bienes de capital) en ningún sentido prueba que exista un exceso de ahorro y que el consumo sea insuficiente; todo lo contrario, es un síntoma de que no podemos utilizar en su totalidad el capital fijo producido por error, porque la demanda inmediata de bienes y servicios de consumo es tan urgente que no podemos permitirnos el lujo de producir o bien los necesarios bienes de capital complementarios, o bien el capital circulante que es preciso para aprovechar y poner en funcionamiento tal capacidad ociosa".
Examinándolo desde otro punto de vista: el aumento de la renta de empresarios y trabajadores consecuencia de la cantidad de nuevo dinero que llega de la expansión del crédito debería AHORRARSE COMPLETAMENTE, para mantener de forma permanente la nueva estructura de producción que se está creando. Siguiendo a Hayek: Si se mantiene un crecimiento de la expansión crediticia que, sin embargo, no aumente al ritmo necesario, para impedir que todo se revierta, en este caso, y a pesar del continuo crecimiento de la oferta monetaria en forma de préstamos, surgirá primero una crisis o depresión económica que vendrá acompañada de un importante crecimiento de los precios en los bienes de consumo, situación de inflación con crisis, depresión y, por tanto, mucho desempleo que, para gran sorpresa de los "keynesianos", ya ha sido experimentada en occidente en los años setenta del S. XX y que se conoce con el nombre de stagflation; «estanflación».
Recursos ociosos
Dicho sea de paso, toda esta secuencia descrita es igualmente válida, para el caso de existencia de recursos ociosos (desempleo) al comienzo de la expansión. La crisis se producirá inevitablemente. Una expansión monetaria podría funcionar si todos, absolutamente todos los factores empleados en los nuevos procesos productivos financiados con el "nuevo dinero" estuvieran ociosos y por tanto, que no fuera necesario sobrepujar por ellos arrebatándolos de procesos productivos rentables anteriores. Pero .... si todos los factores de cada nuevo proceso que quiera implementarse están ociosos, no es necesaria ninguna expansión monetaria: miles de empresarios se habrían dado cuenta de esas nuevas oportunidades de negocio 100 años antes que cualquier político o burócrata.
Hayek: "«Todos los intentos de crear pleno empleo con la distribución existente del factor trabajo entre las diferentes industrias se estrellarán contra la dificultad insalvable de que con pleno empleo los trabajadores desearán una cantidad de bienes y servicios de consumo que será muy superior a la que pueda ser producida mediante la estructura productiva que les da trabajo.»
Hayek: "La existencia de «capacidad ociosa» en muchos procesos productivos (pero especialmente en los más alejados del consumo, por ejemplo en las industrias de la construcción, telecomunicaciones, alta tecnología y, en general, de bienes de capital) en ningún sentido prueba que exista un exceso de ahorro y que el consumo sea insuficiente; todo lo contrario, es un síntoma de que no podemos utilizar en su totalidad el capital fijo producido por error, porque la demanda inmediata de bienes y servicios de consumo es tan urgente que no podemos permitirnos el lujo de producir o bien los necesarios bienes de capital complementarios, o bien el capital circulante que es preciso para aprovechar y poner en funcionamiento tal capacidad ociosa".
Ahorro imposible para evitar la crisis
Podemos afirmar irónicamente que los trabajadores tienen la costumbre de gastar la mayor parte de lo que ganan: se alimentan, visten, compran medicinas, móviles, se maquillan, se divierten, etc; gastarán y ahorrarán de acuerdo con sus preferencias temporales -que no han variado- y nunca podrán consumir más que la oferta corriente de bienes de consumo; por tanto, se alcanzará un punto a partir del cual el crecimiento en los precios de los bienes de consumo empiece a ir por delante del propio incremento de la renta monetaria de los factores originarios (trabajo y recursos naturales). A partir de este momento la renta de los factores de producción, y en concreto los salarios, empezarán a reducirse en términos relativos, por lo que interesará a los empresarios sustituir maquinaria por trabajadores.
Vemos pues que es complétamente imposible, pues, que se produzca ese ahorro, porque tendría que darse el absurdo de que trabajadores y empresarios no fueran a la vez consumidores, es decir, que fueran una especie de "androides indesgastables", ya que, por ejemplo, de toda la renta de un recurso previamente ocioso, como puede ser la nueva renta de cualquier trabajador previamente en paro, empleado con dinero procedente de la expansión, no se consumiera ni un solo dolar ó euro hasta la finalización de los proyectos emprendidos; y de ese modo evitar el aumento monetario de la demanda de bienes de consumo y también el aumento monetario de la demanda de bienes de capital no específicos y necesarios tanto para la producción de bienes de consumo como de bienes de inversión en todas las etapas intermedias de los procesos productivos (energía, materias primas... etc.) Sólo así se podría evitar el mayor aumento relativo de los precios de estos bienes -los de consumo- con respecto al aumento de los salarios y las rentas de los propietarios de los recursos naturales; y compensar asi, con ese "posterior ahorro", la previa disminución de consumo que debería haberse producido para financiar (con ahorro real) los nuevos proyectos emprendidos.
Huerta de Soto: "recientemente, David Laidler, a la hora de comentar críticamente la teoría austriaca del ciclo, no ha tenido más remedio que volver a recurrir a los viejos y manidos argumentos keynesianos basados en los supuestos efectos positivos de la demanda efectiva sobre la renta real. De manera que un incremento de la demanda efectiva podría dar lugar en última instancia a un aumento de la renta y, por tanto, supuestamente, del ahorro, con lo que el alargamiento artificial [de la estructura productiva] basado en la expansión crediticia podría mantenerse de forma continuada, sin que el proceso de mala asignación de recursos tuviera necesariamente que revertirse en forma de una recesión. El error esencial del argumento de Laidler ya fue claramente expuesto por Hayek en 1941, cuando explicó que la única posibilidad de que los procesos productivos financiados por la expansión crediticia pudieran mantenerse sin que se produjera una recesión consistía en que la totalidad de la nueva renta monetaria creada por los bancos y utilizada para financiar tales procesos fuera, en última instancia, íntegramente ahorrada de manera voluntaria por los agentes económicos. De forma que la teoría austriaca del ciclo sólo exige, para que el mismo se produzca, que al menos una parte de la nueva renta monetaria, recién creada por los bancos en forma de créditos y que llega a la estructura productiva, sea gastada en forma de bienes y servicios de consumo por los propietarios de los factores originarios de producción y de los bienes de capital. Basta, por tanto, con que tal fracción, como es lo más normal, se consuma, para que se inicien de manera espontánea los procesos microeconómicos ya analizados y que llevan irremediablemente a la crisis y recesión. En palabras del propio Hayek:«Lo único que hace falta para que nuestro análisis sea justo es que, cuando la renta se incrementa a causa de la inversión, la parte de la renta gastada en bienes de consumo durante un periodo cualquiera de tiempo sea mayor que la proporción en que las nuevas inversiones hagan crecer la producción de bienes de consumo durante el mismo periodo de tiempo y, por supuesto, no hay razón para esperar que se ahorre más de una fracción de la nueva renta, y seguramente no tanto como ha sido nuevamente invertido, porque ello significaría que, prácticamente, toda la renta obtenida de la nueva inversión habría sido ahorrada.»
Huerta de Soto: "recientemente, David Laidler, a la hora de comentar críticamente la teoría austriaca del ciclo, no ha tenido más remedio que volver a recurrir a los viejos y manidos argumentos keynesianos basados en los supuestos efectos positivos de la demanda efectiva sobre la renta real. De manera que un incremento de la demanda efectiva podría dar lugar en última instancia a un aumento de la renta y, por tanto, supuestamente, del ahorro, con lo que el alargamiento artificial [de la estructura productiva] basado en la expansión crediticia podría mantenerse de forma continuada, sin que el proceso de mala asignación de recursos tuviera necesariamente que revertirse en forma de una recesión. El error esencial del argumento de Laidler ya fue claramente expuesto por Hayek en 1941, cuando explicó que la única posibilidad de que los procesos productivos financiados por la expansión crediticia pudieran mantenerse sin que se produjera una recesión consistía en que la totalidad de la nueva renta monetaria creada por los bancos y utilizada para financiar tales procesos fuera, en última instancia, íntegramente ahorrada de manera voluntaria por los agentes económicos. De forma que la teoría austriaca del ciclo sólo exige, para que el mismo se produzca, que al menos una parte de la nueva renta monetaria, recién creada por los bancos en forma de créditos y que llega a la estructura productiva, sea gastada en forma de bienes y servicios de consumo por los propietarios de los factores originarios de producción y de los bienes de capital. Basta, por tanto, con que tal fracción, como es lo más normal, se consuma, para que se inicien de manera espontánea los procesos microeconómicos ya analizados y que llevan irremediablemente a la crisis y recesión. En palabras del propio Hayek:«Lo único que hace falta para que nuestro análisis sea justo es que, cuando la renta se incrementa a causa de la inversión, la parte de la renta gastada en bienes de consumo durante un periodo cualquiera de tiempo sea mayor que la proporción en que las nuevas inversiones hagan crecer la producción de bienes de consumo durante el mismo periodo de tiempo y, por supuesto, no hay razón para esperar que se ahorre más de una fracción de la nueva renta, y seguramente no tanto como ha sido nuevamente invertido, porque ello significaría que, prácticamente, toda la renta obtenida de la nueva inversión habría sido ahorrada.»
Trasvase de factores entre las etapas del proceso productivo
Al mantenerse esta proporción de ahorro/consumo, debido al aumento monetario de la renta, forzosamente tendrá que aumentar la demanda de bienes de consumo corriente, pero, sin el correspondiente aumento de la oferta, puesto que los factores necesarios para ello, se han arrebatado y desviado a la producción de bienes de inversión o equivalentes (inmuebles, en el caso actual) de las etapas productivas precedentes.
Al aumentar proporcionalmente más los precios de los bienes de consumo, los salarios reales disminuyen. Es decir el precio del factor trabajo se abarata. Los empresarios empezarán a advertir esta nueva situación que se está creando: es decir, que el mayor beneficio se encuentra en la producción de bienes de consumo. Es más rentable sustituir los bienes de capital por mano de obra, por lo que se reducirá la demanda de bienes de capital y su precio caerá. Con ese mayor poder de compra, los empresarios de bienes de consumo empezarán a detraer factores de los procesos productivos más lejanos a los mas cercanos a los bienes de consumo corriente. Contratar factor trabajo en las etapas finales es ahora más rentable. Justo al revés de como empezó todo. Este desplazamiento masivo incluye por supuesto, al grueso de las materias primas y energías (puesto que estos factores también son demandados en la producción de bienes de consumo corriente) y el resto de factores no específicos: el primero, el factor trabajo.
Y aquí aprovecho para recodar lo dicho más arriba: que esta situación de mayor demanda relativa de bienes de consumo en relación a los bienes de inversión ya estaba siendo puesta de manifiesto por el tipo de intérés natural u originario de la sociedad y el volumen de ahorro real, y que sin embargo ha sido manipulada por gobiernos y autoridades monetarias.
Sigamos:
Para mantener y dar finalización a los mega-proyectos emprendidos, los empresarios de las etapas productivas más alejadas del consumo, necesitarán cada vez más crédito, (nuevas inyecciones de dinero) y en mayores proporciones, para sobrepujar por los factores de producción contra los empresarios de las etapas finales, los que producen bienes de consumo corriente.
Téngase en cuenta- aplicando esta teoría a esta última crisis- que el proceso productivo de bienes inmuebles es muy capital intensivo; comienza con las actuaciones de los promotores encaminadas a la compra de suelo, estudios de mercado, adecuación a los planes urbanísticos, estudios medioambientales, recalificaciones, servicios públicos, extracción de materias primas, construcción de maquinaria ... etc; por lo que es un proceso bastante más dilatado en el tiempo de lo que pueda parecer en un principio; y por lo tanto enormemente dependiente del tipo de interés (la preferencia temporal).
No olvidemos que el tipo de interés -sin manipular- es el sistema que equilibra la oferta de ahorro y su demanda para inversiones.
Sin embargo lo que está sucediendo es que, en general, la preferencia temporal, el tipo de interés de los consumidores, es mucho más alto de lo que están reflejando los tipos de interés del mercado intervenido por los científicos monetarios y los burócratas artífices de la expansión monetaria. Los consumidores, mediante sus acciones (de comprar y dejar de comprar), manifiestan que no pueden o no desean ahorrar (o ambas a la vez); y por tanto, manifiestan que están valorando mucho más los bienes presentes de consumo de lo que creen o manifiestan (también mediante sus acciones) una enorme cantidad de empresarios engañados por falsas señales de las autoridades monetarias.
La sociedad está demandando mas bienes de consumo corriente o más cercanos al consumo final, y sin embargo, por causa de la fuerza impulsora del nuevo dinero adicional procedente de la expansión crediticia, los recursos humanos y materiales reales se desviaron a la producción de bienes de capital mucho más alejados del consumo final, demasiado capital-intensivos, con procesos de producción demasiado largos, y por tanto, incompatibles con el ahorro disponible. Manifestándose esta incompatibilidad en la formación de cuellos de botella, no sólo en la llegada de bienes de consumo, sino también por insuficiencia de bienes de capital no específicos (energía, materias primas, etc) necesarios en todas las etapas del proceso productivo.
Hayek dijo: "el hecho es que cuando la demanda creciente de bienes de consumo terminados se ha llevado parte de los bienes de producción no específicos necesarios, los que quedan ya no son suficientes para los procesos prolongados, y los tipos concretos de bienes específicos requeridos para aquellos procesos lo bastante prolongados como para emplear la cantidad total de esos bienes no específicos, todavía no existen. La situación es parecida a la de los habitantes de una isla en la que, después de construir parcialmente una máquina enorme que les puede proporcionar todo lo que necesitan, comprueban que han agotado todos sus ahorros y capital disponible antes de que la máquina pueda empezar a producir. No tendrían otra elección que abandonar temporalmente el trabajo en el nuevo proceso y dedicar todo su esfuerzo a la producción de su alimento cotidiano sin capital alguno. Sólo después de que lleguen a una posición en donde haya nuevos suministros de alimentos disponibles, podrán proceder a intentar poner en marcha la nueva maquinaria"
Sigamos:
Para mantener y dar finalización a los mega-proyectos emprendidos, los empresarios de las etapas productivas más alejadas del consumo, necesitarán cada vez más crédito, (nuevas inyecciones de dinero) y en mayores proporciones, para sobrepujar por los factores de producción contra los empresarios de las etapas finales, los que producen bienes de consumo corriente.
Téngase en cuenta- aplicando esta teoría a esta última crisis- que el proceso productivo de bienes inmuebles es muy capital intensivo; comienza con las actuaciones de los promotores encaminadas a la compra de suelo, estudios de mercado, adecuación a los planes urbanísticos, estudios medioambientales, recalificaciones, servicios públicos, extracción de materias primas, construcción de maquinaria ... etc; por lo que es un proceso bastante más dilatado en el tiempo de lo que pueda parecer en un principio; y por lo tanto enormemente dependiente del tipo de interés (la preferencia temporal).
No olvidemos que el tipo de interés -sin manipular- es el sistema que equilibra la oferta de ahorro y su demanda para inversiones.
Sin embargo lo que está sucediendo es que, en general, la preferencia temporal, el tipo de interés de los consumidores, es mucho más alto de lo que están reflejando los tipos de interés del mercado intervenido por los científicos monetarios y los burócratas artífices de la expansión monetaria. Los consumidores, mediante sus acciones (de comprar y dejar de comprar), manifiestan que no pueden o no desean ahorrar (o ambas a la vez); y por tanto, manifiestan que están valorando mucho más los bienes presentes de consumo de lo que creen o manifiestan (también mediante sus acciones) una enorme cantidad de empresarios engañados por falsas señales de las autoridades monetarias.
La sociedad está demandando mas bienes de consumo corriente o más cercanos al consumo final, y sin embargo, por causa de la fuerza impulsora del nuevo dinero adicional procedente de la expansión crediticia, los recursos humanos y materiales reales se desviaron a la producción de bienes de capital mucho más alejados del consumo final, demasiado capital-intensivos, con procesos de producción demasiado largos, y por tanto, incompatibles con el ahorro disponible. Manifestándose esta incompatibilidad en la formación de cuellos de botella, no sólo en la llegada de bienes de consumo, sino también por insuficiencia de bienes de capital no específicos (energía, materias primas, etc) necesarios en todas las etapas del proceso productivo.
Hayek dijo: "el hecho es que cuando la demanda creciente de bienes de consumo terminados se ha llevado parte de los bienes de producción no específicos necesarios, los que quedan ya no son suficientes para los procesos prolongados, y los tipos concretos de bienes específicos requeridos para aquellos procesos lo bastante prolongados como para emplear la cantidad total de esos bienes no específicos, todavía no existen. La situación es parecida a la de los habitantes de una isla en la que, después de construir parcialmente una máquina enorme que les puede proporcionar todo lo que necesitan, comprueban que han agotado todos sus ahorros y capital disponible antes de que la máquina pueda empezar a producir. No tendrían otra elección que abandonar temporalmente el trabajo en el nuevo proceso y dedicar todo su esfuerzo a la producción de su alimento cotidiano sin capital alguno. Sólo después de que lleguen a una posición en donde haya nuevos suministros de alimentos disponibles, podrán proceder a intentar poner en marcha la nueva maquinaria"
Monetaristas y keynesianos
No tienen en cuenta en todo este berenjenal, los precios relativos. Sabemos que a medida que se inyecta liquidez, los primeros perceptores son los más beneficiados (sobre todo si son capaces de intuir el final de la fiesta y se salen del negocio liquidando y endosando sus activos antes de que se deprecien). Estos primeros perceptores se apropian -indebídamente- de factores de producción sobrepujando por ellos en el mercado.
En España han sido los políticos de las propias Administraciones Públicas (cada una de ellas con su propia "Cajita de Ahorros"), principalmente Ayuntamientos (con su brutal poder regulatorio en materia urbanística), los principales beneficiados de la expansión artificial del crédito que ellos mismos han iniciado.
La expansión monetaria se va extendiendo poco a poco por toda la economía pero los precios de los bienes, los salarios, las pensiones, etc, no suben todos a la vez y proporcionalmente. Se producen variaciones de los precios de unos bienes y servicios respecto de otros por causas exclusívamente monetarias. Los precios relativos están sufriendo una auténtica convulsión (viviendas, locales, suelo, bolsa de valores, etc). Mas bien se podría calificar de auténtico terremoto causado por las continuas y enormes inyecciones monetarias perpetradas. Pero eso, a nuestras autoridades monetarias les importa un "bledo", porque se apoyan justo en la parte falsa de la "teoría cuantitativa" que cuenta "que el dinero es neutro y que a mayor cantidad en circulación, el efecto es que todos los precios suben proporcionalmente y al mismo tiempo".
Hayek en su libro "¿Inflación o pleno empleo?" expone lo siguiente: «La explicación verdadera, aunque no comprobable, del paro masivo radica en la discrepancia entre la distribución del factor trabajo (y de otros factores de producción) en las industrias (y en las localidades) y la distribución de la demanda de sus productos. Esta discrepancia está causada por una distorsión en el sistema de precios y salarios relativos.». Huerta de Soto escribe en "Dinero, Crédito Bancario y Ciclos Económicos" que "Hayek, en los últimos años de su vida, pensaba que los ciclos modernos se caracterizaban porque la mala inversión se producía de muy diversas formas, no sólo por el efecto de la expansión crediticia en las etapas más alejadas del consumo, sino también por el fomento artificial del consumo y, en general, por todo gasto público que diera lugar a una variación en la estructura productiva que, en última instancia, no pudiera hacerse permanente al no venir respaldada por el comportamiento de los consumidores",
Burbujas y ... otra de gambas
Se está formando una burbuja monumental en el precio de algunos activos (unas veces será la bolsa, otras, las tecnológicas, otras veces como en ésta, los inmuebles ... etc, etc). Burbuja inflada con crédito, de modo que cuando explote, forzosamente afectará a todo el sistema financiero.
Esta última expansión monetaria, se ha desarrollado en un entorno de gran productividad, el precio unitario de los bienes de consumo finales no se incrementa, o sólo va aumentando moderadamente, aunque sí que está aumentando de forma descomunal la demanda global y el importe monetario global de ventas de bienes y servicios de consumo corriente. No hay más que recordar los primeros años de la década del 2000: "centros comerciales a reventar, aumento espectacular del consumo de energía y combustibles , carreteras y estaciones de servicio colapsadas de turismos, hoteles, balnearios, centros de salud y de estética, casas rurales, gimnasios, bares, botellonas, teatros, conciertos, espectáculos, restaurantes ... todo a tope... todo lleno y colas en todas partes ... y "otra de gambas"...
Vemos, claramente, que la sociedad demandaba más bienes de consumo finales, de consumo corriente; y, sin embargo, los empresarios de determinados sectores de la producción de bienes mas alejados del consumo final (los promotores inmobiliarios, constructores, etc, y el propio Estado con su obra pública, en este caso), se empeñaban en continuar con sus proyectos excesivos que no podrán ser culminados en su totalidad, puesto que han caído masívamente en el engaño de la distorsión de la preferencia temporal ocasionada por los bancos centrales al reducir el tipo de interés e inyectar a través del sistema financiero, "toneladas de liquidez" que no son reflejo de recursos disponibles en la sociedad.
No se pueden desafiar las leyes económicas
Hayek; "A pesar de que los consumidores dispongan de una mayor cantidad de dinero, nunca podrán consumir más que la oferta corriente de bienes de consumo"...;"... la proporción en la que los empresarios están dividiendo sus recursos entre la producción para un futuro inmediato y el futuro mas distante, está siendo diferente a la proporción en la que los consumidores desean dividir su renta entre la provisión para el consumo inmediato (bienes de consumo corrientes) y el consumo futuro".
Tarde o temprano el mercado pondrá de manifiesto esta discrepancia causada por los socialistas monetarios.
Téngase en cuenta, para ilustrar el párrafo anterior de Hayek, que en España, se han construido viviendas para cubrir la demanda hasta el año 2020 (o más allá). Para hacerlo se han empleado recursos naturales (materias primas, energía) y trabajo; factores cuyos propietarios (trabajadores, empresarios y ahorradores) han recibido sus rentas correspondientes con el "nuevo dinero" procedente de la expansión monetaria" y como es lógico, inmediatámente se han puesto a consumir esas rentas de acuerdo con sus preferencias temporales. La mayor demanda de bienes de consumo corriente, materias primas (commodities), combustibles, energía y otros bienes de capital no específicos, generada por esas rentas, no se ha retrasado hasta el 2020. Es decir, la renta exclusivamente procedente de la "expansión artificial del crédito", no se ha ahorrado (tal y como he señalado más arriba).
Prosigamos.
Inutilidad del IPC
Mientras tanto, gobiernos y bancos centrales siguen ciegos con las gafas mal graduadas del IPC que ellos mismos han inventado.
Con tal invento y la forma en que se utiliza, será inevitable la formación de enormes burbujas en cosas que queden fuera de su propio cálculo, por lo que tal instrumento es una porquería que no sirve para nada que no sepamos de antemano todos los consumidores cuando acudimos al supermercado o a la estación de servicio para llenar el depósito de combustible.
Convergencia de tendencias opuestas.
Conviene recalcar de nuevo, que es posible un aumento moderado del nivel general de precios durante algún tiempo (como ha sucedido en España), puesto que pueden desatarse fuerzas contrarias ocasionadas por la aplicación en las empresas de invenciones, descubrimientos y desarrollos técnicos que provocan un aumento de la productividad (informatización de todas las empresas, Internet, comunicación mundial en tiempo real… etc) lo cual, como sabemos, desata tendencias que bajan los precios por unidad producida. Son fuerzas contrarias que no se contrarrestan; no impiden las variaciones de los precios relativos causadas por las expansiones monetarias; y que no son percibidas por las autoridades monetarias, como la realidad ha demostrado. De hecho tanto la expansión crediticia de los años 20 como ésta misma, se han dilatado tanto en el tiempo porque han coincidido con periodos de gran aumento de la productividad.
También ha contribuído a que se mantuviera un bajo crecimiento del índice general de precios, a pesar de la expansión crediticia, la incorporación de mercancías de los centros de producción asiáticos, con tipos de cambio de sus monedas artificialmente bajos, y por tanto con precios de productos artificialmente bajos.
Es decir, por todo ello, el IPC hubiera bajado espectacularmente en esta última década, si se hubiera mantenido estable la masa monetaria. Y se habría mantenido estable si no se hubiera arrebatado a los consumidores el derecho a exigir la convertibilidad del papel moneda.
Del mismo modo, en esta crisis, no se ha tenido en cuenta la incorporación de millones de inmigrantes al mercado de trabajo, hecho que ha impedido la detracción de factor trabajo en exceso de la producción de bienes mas cercanos al consumo final, para emplearlos en la producción de bienes de inversión; y por tanto, los salarios -en términos generales- no han presionado en exceso al alza (salvo en el sector de la construcción, que recibía a lo bestia los nuevos medios fiduciarios), a pesar del aumento brutal de la masa monetaria, manteniendo un IPC ficticio, en moderado crecimiento, y a pesar de que como decimos, los precios relativos de algunos bienes reflejaban un auténtico terremoto.
Posteriormente, ya en el 2008, cuando las autoridades monetarias (los principales bancos centrales mundiales concertados) intentaron parar la crisis con dosis aún mayores de liquidez (cosa que consiguieron en el 2001 en la denominada crisis de las tecnológicas), entonces, ya en este momento -2008- a pesar de la productividad y la globalización, sí que fueron inevitables y se produjeron aumentos brutales en los precios de bienes de consumo básicos y de materias primas que afectaron a los sectores más pobres de la población.
Final de la fiesta
Los tipos de interés ya habían comenzado a aumentar. Este crecimiento se produce, tarde o temprano, cuando el ritmo de la expansión crediticia, sin respaldo de ahorro real, deja de aumentar. Por un lado, si los prestamistas quieren cobrar en términos reales los mismos tipos de interés, deberán añadir un componente por inflación. Y por otro lado, a pesar de que los tipos de interés hayan subido, como señaló Hayek: "las empresas alejadas del consumo - antes que verse forzados a reconocer su fracaso-, en la medida en que ya hayan comprometido importantes recursos en los nuevos proyectos de inversión, estarán dispuestos a pagar tipos de interés muy altos, con tal de que se les proporcionen los fondos necesarios para poder culminar los proyectos que por error han emprendido". Las pérdidas contables en estas empresas (constructoras, promotoras, inmobiliarias, obra pública, etc,) son ya muy importantes.
Hayek: «La tendencia a mantener el tipo de interés estable,
especialmente a un nivel tan bajo como sea posible, debe considerarse como el máximo enemigo de la estabilidad, y causa en última instancia de fluctuaciones económicas mucho mayores de lo que sería realmente necesario. Quizá debiera repetirse que este principio se aplica especialmente a la doctrina, ahora tan ampliamente aceptada, de que los tipos de interés deberían mantenerse bajos hasta que se alcance el pleno empleo.»
El auge estallará en mil pedazos cuando la inflación de precios de los bienes de consumo y de todos aquellos bienes de producción no específicos de las etapas anteriores que se emplean también las etapas finales (materias primas, combustibles, energía etc), comience a ser alarmante, y el Banco Central se vea forzado a cortar las inyecciones monetarias subiendo el tipo de interés de referencia. Los bancos comerciales dejarán de prestar y empezará a contraerse la masa monetaria. Se irán poniendo de manifiesto entonces todas las malas inversiones y las pérdidas contables de las empresas mas alejadas del consumo final (los promotores inmobiliarios, la construcción y su industria auxiliar y los ingresos fiscales: "al carajo"). Los prestamos concedidos quedan impagados en masa porque los bancos se han endeudado a corto e invertido a largo. En los balances bancarios, el activo disminuye de valor; sin embargo el pasivo, los depósitos (la deuda a corto) permanece intacta. El valor de las inversiones (inmobiliarias: tan sólo en España, dos millones de viviendas sin vender, miles de proyectos a medio hacer y suelo que no vale un pimiento), comenzará a desplomarse, y con ellos toda la actividad económica que los generaba, incluído por supuesto, el factor trabajo. Aumentará el desempleo. Todo el sistema bancario es insolvente. No es falta de liquidez, es que todo el sistema está quebrado. Las inversiones de los bancos -sus créditos- resultan impagados por doquier; los depósitos (sus deudas a corto) se quedan sin el respaldo de las inversiones (los créditos concedidos). Si, como cualquier otra empresa de cualquier otro sector, se vieran obligados a vender -liquidar- sus activos para atender los vencimientos de sus deudas, se pondría de manifiesto que, en sus balances, el valor del activo es una pequeña fracción del pasivo: es la bancarrota total.
Comenzará pues, el proceso de ajuste, que llevará tiempo debido a que cantidades ingentes de bienes de capital se han despilfarrado, quedado atrapados -incluso inservibles- en las malas y/o precipitadas inversiones. La duración del proceso dependerá de que las zarpas del Estado intervengan lo menos posible.
El periodo de expansión no hubiera continuado indefinidamente aunque los bancos centrales hubieran seguido expandiendo la masa monetaria para sostener el crecimiento exponencial de la demanda de crédito de los empresarios de bienes de inversión. Hubiera sobrevenido, en tal caso, la pérdida total del valor de la moneda: el colapso del sistema monetario (Alemania 1923, Zimbabwe 2008-09) porque todos habríamos intercambiado el dinero fiat por bienes reales, o al menos lo habríamos intentado, ante la certeza de la hiperinflación...
ESTA CRISIS NO SE INICIÓ A FINALES DEL AÑO 2007. ERA INEVITABLE DESDE EL MOMENTO QUE COMENZÓ LA EXPANSIÓN MONETARIA SIN RESPALDO DE AHORRO PREVIO VARIOS AÑOS ANTES.
Esta cadena de sucesos, aquí contada a mi manera, que explica la actual crisis, ya se puso de manifiesto nada menos que en 1912 por Ludwig Von Mises, y con mucho más detalle a partir de 1930 por F. A. Hayek.
Edito esta entrada para añadir este reciente documental de junio de 2012.
*Cuando empleo el termino " monetario o monetaria" refiriendome al aumento de las rentas, al aumento de la demanda, o de los precios, es para aclarar y diferenciar que en términos absolutos y medidos en dinero, la demanda, los precios o la renta, aumentan o disminuyen, pero no tienen porque aumentar (o disminuir) la demanda de todos y cada uno de los salarios, de los bienes o de todos los precios de todos los productos o de todas las rentas de todos los individuos. Puede que unos aumenten y otros bajen aunque en términos absolutos se muevan en un único sentido.
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