miércoles, 5 de mayo de 2010

Religión y préstamo a interés


Fíjense en este artículo:


 Dice el autor del artículo:

¿Qué son las finanzas islámicas? El Corán, al igual que el Evangelio, prohíbe el préstamo a interés. La Iglesia dulcificó su postura al respecto desde el siglo XIII, sin embargo en el mundo de las finanzas islámicas no se acepta conceptualmente una deuda retribuida. Por lo tanto toda financiación conforme al Corán habrá de cumplir las siguientes características:
a) se prefiere la financiación vía recursos propios, donde sí se acepta un retorno en concepto de socio de una empresa mercantil, a la financiación por préstamo retribuido.
b) los proyectos objeto de esta financiación habrán de ser conformes a la ley religiosa, prohibiéndose activos como el juego o el alcohol,
c) la financiación siempre está ligada a un activo real que genere un flujo de caja, de ahí su clara aplicación a proyectos de infraestructuras y de renovables, y
d) las actividades altamente especulativas (como muchos productos derivados empleados no para cubrir riesgos) están prohibidas.
...
Al no poder los bancos más que prestar en forma de recursos propios ligados a activos físicos, la capacidad de los banqueros para incrementar el volumen crediticio está constreñida, limitándose el riesgo de burbujas de activos.
Está muy bien ver lo que hacen nuestros vecinos, estudiar e interpretar la actualidad y la historia.
Muy bien ...

Pero a veces parece que en occidente nos acabamos de caer de un ciruelo. Las dos visiones de ambas religiones sobre el interés están equivocadas (aunque quizás no tanto, como más abajo explico), y el polo opuesto, representado por el actual sistema monetario occidental, no sólo está equivocado, sino que conduce al colapso de la economía.
Lo esencial, al margen de los negocios que ellos tienen prohibido realizar, y lo que realmente marca la diferencia entre la banca islámica y la occidental no es el tipo de interés. Es que aquella funciona con un sistema de reserva total, es decir, no crean "dinero" con el crédito. 




¡Vaya! mira por donde esto sería precisamente lo que sucedería aquí en Occidente, en "Pernambuco" o en cualquier otro lugar del planeta, si el sistema financiero no estuviera altamente intervenido y privilegiado por el Estado. Significa que los medios de pago o mejor dicho, de intercambio, que hoy día, representan crédito, es decir, tanto los billetes bancarios como los denominados "depósitos" -bancarios- a la vista, deberían estar respaldados por bienes presentes reales con valor económico independiente del emisor de tales medios de pago, de forma tal que, en cualquier eslabón de la actual cadena crediticia irregular, los poseedores de ese crédito, que hoy denominamos dinero, pudieran exigir la cancelación de la deuda, obligando al emisor de tales medios de intercambio a entregar bienes presentes reales, como pueden ser, oro, plata o cualquier otro bien con valor económico independiente del emisor de esos medios de intercambio.
Los economistas de la Escuela Austriaca lo vienen denunciando, divulgando, demostrando, explicando … desde hace más de cien años hasta nuestros días ("Teoría del Dinero y del Crédito" y "La Acción Humana" de Ludwig Von Mises; "Precios y Producción" de Hayek, o "Dinero, Credito Bancario y Ciclos Económicos de Huerta de Soto, "TTE" de Carlos Bondone).
Pero el intervencionismo (el Estatismo) de los gobiernos occidentales lo  impide y oculta sistemáticamente.

El tipo de interés no es más que la manifestación de la preferencia temporal, es decir, del mayor valor que todo el mundo da -invariadas las demás circunstancias- a los bienes presentes frente a los bienes futuros
Si una máquina produce bienes por valor de mil a lo largo de 10 años, esa máquina no vale hoy 10.000. Vale 10.000 descontando a esta cantidad la mayor valoración que la gente de a los bienes presentes respecto a los bienes futuros. Es decir, descontando el tipo de interés de mercado. No es lo mismo comer el plato de garbanzos hoy que comerlo dentro de 10 años.

El tipo de interés es indestructible. La banca islámica no lo hace desaparecer, sólo lo camufla mediante una especie de asociación entre el propio banco y los solicitantes de crédito (tanto en préstamos al consumo, como hipotecarios como de inversión). Si el banco es el comprador legal del bien que desea el solicitante de crédito, entonces sí que les está permitido un retorno, un beneficio, equivalente al tipo de interés en occidente. Ese retorno es el camuflaje del tipo de interés.

En occidente, obsesionados con rebajar el tipo de interés, hemos quebrantado los Principios Generales del Derecho (con origen en el Derecho Romano). Lo que se deposita no se mantiene en depósito y los bancos no necesitan un depositante previo para prestar.
Los bancos comerciales -bajo la dirección del Banco Central- emiten moneda mediante la creación de "depósitos". El Banco Central hace lo mismo y además imprime billetes de curso legal y forzoso. Incrementan el volumen de préstamos sin respaldo de ahorro previo, rebajando el tipo de interés, devaluando de facto toda la moneda anteriormente emitida y distorsionando toda la economía. El crédito es moneda.
Hemos otorgado a los bancos el privilegio de operar con un coeficiente de caja fraccionario para los contratos de "depósito" a la vista (justo al contrario del sistema de reserva total de la banca islámica), convirtiéndolos, de facto, en contratos de "préstamo a la vista", con el desconocimiento del 70 u 80 % de la población (según diversas encuestas); les hemos autorizado a cometer legalmente el delito de apropiación indebida, pero a gran escala, orquestado por un órgano de planificación central gubernamental: el Banco Central. Y lo que es peor, nuestras leyes impiden a todos los ciudadanos exigir la cancelación de estas deudas redimiendo los billetes en oro, plata, o algún otro bien con valor económico independiente del emisor de los billetes y/o depósitos. Les hemos autorizado a hacer a plena luz del día, lo que reyes, príncipes y tiranos de todos los tiempos han perpetrado a escondidas: envilecer la moneda y apropiarse de los recursos de sus súbditos.

Este es el origen del ciclo económico y de las crisis de las economías mal denominadas capitalistas.

Lo que ocurre -en referencia al primer enlace-, es que, en un entorno de libertad, de vigencia plena de los Principios Generales del Derecho y de ausencia de "artificial" expansión crediticia, es decir, en un entorno de estabilidad de la masa monetaria, donde todos puedan cobrar sus deudas en oro o plata, u otro tipo de bienes, etc; y en el que los tipos de interés manifiesten fielmente las tasas de preferencias temporales de los agentes económicos; en tal entorno, por la propia creatividad y productividad de la acción humana, los precios monetarios de todos los bienes y servicios tenderían suavemente a bajar (salvo que se produjeran catástrofes naturales que afectaran a casi todo el planeta). Esto quiere decir que aunque los salarios nominales (las rentas monetarias nominales) se mantengan estables, los salarios reales serían cada vez mayores, puesto que la capacidad adquisitiva del medio de intercambio elegido líbremente como dinero (hasta hace bien poco, el oro), sería cada vez mayor.
En este entorno de prosperidad con una masa monetaria estable (dependiendo de la habitual producción de oro: 2% anual), un tipo de interés nominal –como el que antaño defendieron las religiones- cercano o casi cero es equivalente a un tipo de interés real positivo (superior al nominal). Incluso, cuando el prestamista fuera, por ejemplo, un familiar que deja dinero a interés cero a otro familiar en apuros económicos, en tal caso, cuando el importe del préstamo le fuera devuelto, esa misma cantidad de dinero tendría un poder adquisitivo superior al que tenía en el momento en que se prestó.
En un entorno de completa libertad económica, sin intervención gubernamental, los tipos de interés nominales de mercado se acercarían a cero, lo cual no parece muy incompatible con aquellos preceptos religiosos de antaño.




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