“El zorro conoce muchas cosas,
pero el erizo conoce una sola gran cosa’. Con esta cita, Isaiah Berlin compara
a los erizos humanos de este mundo —aquellos “que todo lo refieren a un único
aspecto central, a un principio ordenador único y universal”— con los zorros
humanos”, aquellos que persiguen muchas metas, frecuentemente sin relación
entre sí e incluso contradictorias”, cuyo “pensamiento es disperso o difuso.., puesto que pretenden comprender la naturaleza
de una gran variedad de experiencias y objetos diversos por cuanto son en si mismos,
sin intentar encajarlos en alguna visión invariable, universal, a veces
contradictoria en sí e incompleta, en una visión a veces fanática, unitaria,
profunda” (Paul Simon - Unv. Toronto).
Parece obvio que, a pesar de
estas dos categorías construídas por Berlin, ambas pueden convivir dentro de un
mismo individuo en diferentes grados.
El premio nobel, Kahnenman, cita
a Berlin: