El Economista 31/8/2021 |
Desde 2012, veníamos de un periodo durante el cual el Banco Central Europeo había emitido moneda comprando deuda pública y privada a razón de 60.000 millones de €/mes al principio y posteriormente, a razón de 80.000 millones de €/mes, bajando al cero patatero los tipos de interés (año 2016). Y así durante varios años, duplicando la masa monetaria, Europa se “japonizaba”. A los bancos, les salía la liquidez por las orejas y los gobiernos se endeudaban a cascoporro a tipos negativos. En este bonito contexto, llega la pandemia. ¿Y ahora que hacemos? Joder, pues inyectar más y a lo megabestia. Total, sólo este último año, un billón trescientos mil millones de euros adicionales, quizás más, lanzados al mercado, dándole a la manivela de la impresora. ¡Ojo! La Reserva Federal USA y el resto de bancos centrales, tres cuartos de lo mismo. El gobierno de España ha sido y sigue siendo uno de los principales primeros receptores de esa moneda de nueva creación. Estímulos, lo llaman (política monetaria y fiscal expansiva). El caso es que estos medios fiduciarios adicionales acceden al mercado a través de gasto público en forma de pagos que la administración hace a sus suministradores y personal. Son precisamente esas demandas estatales adicionales, las que inducen a determinadas empresas a ampliar sus actividades en lugar de restringirlas (mayor gasto agregado), formándose los actuales cuellos de botella en forma de escasez de determinados productos o materias primas.
Todo esto no es nuevo. Éste fue el procedimiento de financiación de los gastos estatales que adoptaron los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial o El Reich alemán, durante la Primera Guerra Mundial. Los gobernantes conocen perfectamente que DEBEN CESAR LOS ESTÍMULOS. Saben que la expansión monetaria provoca siempre mala inversión de capital y sobreconsumo. No enriquece, sino que empobrece, a las naciónes. Están al tanto de que no es posible saber de antemano quiénes, ni en qué medida, serán beneficiados por la actuación. Los efectos dependerán del conjunto de circunstancias concurrentes y también, en gran medida, de la velocidad que se imprima al movimiento inflacionario. Saben que del colapso producido por la expansión monetaria sólo se puede salir produciendo nuevos ahorros y con ellos, dejando que millones de emprendedores, a pie de calle, produzcan los bienes de capital que permitan aprovisionar armoniosamente a todas las ramas de la producción. Quien no conoce todo esto es la peña, la gente normal, los electores. De modo que el gobierno de España seguirá incrementando la deuda pública, gastando a tutiplén con moneda de nueva creación, regulando como si no hubiera un mañana, aumentando la presión fiscal hasta niveles estratosféricos, bajo la manipuladora propaganda de salir de la crisis “sin dejar a nadie atrás”, con perspectiva de género y políticas climáticas megaguays, mientras ellos se forran extrayendo rentas como descosidos, hasta las próximas elecciones. En resumen, prepárense para un bonito periodo de estancamiento económico con inflación (estanflación).
Señor presidente
Señores Congresistas, también
Me tienen frustrado
Y no sé qué hacer
Estoy tratando de ganarme la vida
No puedo ahorrar un centavo
Se esfuma todo mi dinero
Solo para comer y pagar mi renta
Tengo el Blues
Tengo el Blues de la inflación
Sabes, no soy uno
De esos de cejas altas
Soy un Joe promedio
Vine comiendo pan de maíz
Ñame confitado y estofado de pollo
Ahora coge ese dólar de papel
Es solo eso de nombre
La forma en que ese dinero se ha reducido
Es una sucia vergüenza
Es por eso que tengo el blues
Tengo el blues de la inflación
Señor presidente
Por favor, reduzca el precio del azúcar
Quiero endulzar mi café
Quiero untar un poco de mantequilla en mi pan
Para acompañar mi carne
Cuando comienzas a racionar
Realmente jugaste el juego
Y las cosas están subiendo
Y suben y suben y suben
Y mi cheque sigue siendo el mismo
Es por eso que tengo el blues
Tengo el blues de la inflación.
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