miércoles, 31 de mayo de 2017

Licencias Monopolísticas (Salvaje es impedir por la fuerza las relaciones voluntarias entre la gente)

Salvajismo neoliberal según Garzón


Las licencias constituyen una de las más importantes imposiciones monopolísticas en la economía. Las licencias restringen deliberadamente la oferta de trabajo y de empresas en esas actividades. Se impide, por la fuerza, la entrada a todo aquel que desee ofertar un mejor servicio. Se restringe la producción. Si la demanda es muy inelástica, aumentarán los precios y disminuirá la calidad en ese sector. La licencia es una concesión de un privilegio especial a un grupo en perjuicio de la mayoría. Se concede a unas pocas personas o empresas un oligopolio. Se impide a los competidores, mediante la violencia, entrar en ese campo. Esos posibles competidores, a quienes se impide la entrada, se verán dañados y forzados al desempleo o a trabajar aceptando menores remuneraciones en otros sectores. Las licencias como la de los taxis son negociables. Quienes no puedan permitirse el precio de la licencia no pueden entrar. Las cuotas muy altas son un enorme obstáculo para competidores con poco capital inicial.
Igualmente, se perjudica a los consumidores porque se les impide, mediante la violencia, comprar o contratar los servicios a los competidores que ellos hubieran elegido libremente.  A causa de la fuerza coactiva aplicada por la Administración, no pueden adquirir servicios libremente de quienes desean venderlos.
Si hay algo salvaje, es impedir por la fuerza, las relaciones voluntarias entre la gente (que no impliquen agresión a terceros)Este daño al consumidor es independiente de cualquier efecto en los precios de la concesión. Cualquier movimiento que se aleje del precio y producción del libre mercado perjudica a los consumidores en beneficio de unos pocos privilegiados. Además, si el consumidor se ve obligado a pagar un precio superior al precio de un mercado libre, no se liberarán recursos que puedan ser necesarios para emprender nuevos proyectos empresariales (y que antes no se podían emprender por falta de capital). Es decir, si, por ejemplo, un trabajador necesita dos horas de su trabajo para conseguir una remuneración equivalente al precio de llenar el depósito de combustible del coche o al precio de un trayecto diario de taxi, y aparece un competidor con una innovación que rebaja el precio del combustible y/o el precio del trayecto a la mitad, el resultado es que el trabajador libera una hora de su trabajo (lo que produce en esa hora), cuya remuneración podrá ahorrar* e invertir en otra cosa, contribuyendo de ese modo, tanto a aumentar los bienes y servicios totales de la sociedad, como a crear nuevos puestos de trabajo y en mayor número que los que se hayan podido destruir por la aplicación de esa mejora en los métodos de producción.
El caso es que, una vez que el gobierno interviene para prohibir comerciar y conceder privilegios, deja de haber completa acción voluntaria y se bloquea la innovación disruptiva .



Como la concesión descarada de monopolios o cuasi monopolios normalmente se considera directamente perjudicial para el público, los gobiernos aplican una serie de métodos para darlos indirectamente, así como argumentos de todo tipo para justificar estas medidas, que de todos modos, ocasionarán los efectos descritos. Uno de los argumentos favoritos es que el gobierno debe “proteger” a los consumidores asegurando que los trabajadores y negocios venden bienes y servicios de la máxima calidad. Cabe responder que la “calidad” es un término altamente elástico y relativo y lo fijan los consumidores con sus acciones libres en el mercado. Los consumidores deciden de acuerdo con sus propios gustos e intereses y en particular de acuerdo con el precio que desean pagar por el servicio.
Los estándares de “calidad”, al trasladar las decisiones sobre la calidad de los consumidores a arbitrarias comisiones gubernamentales, imponen rigideces, bloquean la innovación  y establecen la monopolización el sistema económico.

En una economía libre, hay amplios medios para obtener reparaciones por daños directos o “adulteración” fraudulenta. No se necesitaría ningún sistema de “estándares” gubernamentales ni un ejército de inspectores de la administración.



Petición a los fabricantes de velas (Bastiat)







*Ahorro: "El ahorro capitalista conduce necesariamente a la mejora e incremento de los equipos industriales; el ahorro simple —es decir, el almacenamiento de bienes de consumo como reserva para el día de mañana— desempeña en una economía de mercado un papel despreciable. Dentro del sistema capitalista el ahorro es siempre ahorro capitalista. El excedente de la producción sobre el consumo se invierte, o directamente en el propio negocio del sujeto que ahorra, o indirectamente en empresas de terceros mediante cuentas bancarias de depósito, suscripción de acciones, bonos y obligaciones o hipotecas. En el grado en que la gente mantiene el consumo por debajo de sus ingresos, va creándose un capital adicional que tan pronto como es acumulado se destina a incrementar los bienes que integran el mecanismo de producción. Como ya dijimos anteriormente, este resultado no puede ser desvirtuado por cualquier tendencia sincrónica hacia una mayor liquidez. Por un lado, la acumulación de capital adicional es condición indispensable si se quiere disponer de más y mejores herramientas; por otro, no existe para el capital adicional otro destino que la adquisición de más y mejores herramientas".(LVM)

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