Para responder
a esta cuestión combinaré lo que dijeron Hayek y Hans Hermman Hoppe (aunque
tal combinación, quizás no sea muy del agrado de éste último, lo cual me importa un rábano), y terminaré con
unas palabras de Bryan Caplan.
Esto ya era así en los antiguos regímenes absolutistas. No ha cambiado en las actuales democracias. Sin embargo, el poder del monarca absoluto era mucho menos absoluto de lo que se piensa. El reino, feudo o principado debía ser su fuente de ingresos, y no sólo durante 4 u 8 años, sino durante toda su vida y la de sus herederos. “Todo príncipe que fallaba en su deber primario de preservar la dinastía – que arruinaba el país, que causaba inestabilidad, confusión y disensión civil, o que de cualquiera forma pusiera en peligro la posición de la dinastía – encaraba el riesgo inmediato o bien de ser neutralizado o incluso de ser asesinado por otro miembro de su propia familia” (HHH).
La diferencia fundamental, pues, estriba en que en una democracia, cualquiera
puede llegar al gobierno. Sin embargo, de facto, el poder del gobernante democrático
es muy superior al poder del monarca del antiguo régimen. Era impensable que el monarca intentara
planificar la economía y confiscar la mitad de la renta de los súbditos, tal y
como ocurre hoy día en los Estados del Bienestar. Incluso, como señaló B.
Leoni, los magistrados romanos, con un poder casi despótico sobre sus
ciudadanos compartieron la idea de que la ley es algo que se debe descubrir más que promulgar y que nadie debe ser tan poderoso en su sociedad como para
identificar su propia voluntad con la ley del país.
Sin embargo, en una democracia no hay
límite alguno. Cualquier límite puede ser abolido democráticamente.
En palabras de Hoppe:
2- “Desde que el hombre es como es, en toda
sociedad existen personas que codician la propiedad de los demás. Normalmente los
miembros de la sociedad han aprendido a considerar el tomar y redistribuir la
propiedad de otras personas, como vergonzoso e inmoral. En claro contraste, bajo un sistema
democrático, al abrir a todo el mundo la entrada en el gobierno, a cualquiera
le es permitido expresar libremente su deseo por la propiedad de otros. Lo qué
era considerado anteriormente como inmoral y por consiguiente suprimido, es
ahora considerado como un sentimiento legítimo. Todos pueden codiciar
abiertamente la propiedad de otros en nombre de la democracia; y todos pueden
actuar bajo este deseo por la propiedad de otros, siempre y cuando logren
entrar en el gobierno. De ahí que bajo la democracia cualquiera puede llegar a
ser una amenaza”.
Pablo Iglesias "cabalgando contradicciones"
El poder de los hombres sobre los hombres
y codiciar la propiedad de los demás son los motores que impulsan a los malos
para hacerse con el gobierno.
Sobre el “Poder”, Hayek dijo:
3- “Muchos socialistas se guían por la
trágica ilusión de que para extinguir el poder basta con privar a los individuos
particulares del que poseen en un sistema individualista y transferirlo a la
sociedad. Lo que escapa a todos los que así argumentan es que, al
concentrar el poder de tal modo que pueda ponerse al servicio de un único plan,
no se transfiere tan sólo ese mismo poder, sino que se aumenta infinitamente; al reunir en las
manos de un organismo único el poder que antes se repartía independientemente entre
muchos, se crea un poder infinitamente mayor que el que antes existía, casi tan
acrecido en alcance como diferente en naturaleza. Es enteramente falaz argüir, como
se hace a veces, que el gran poder ejercido por una oficina de planificación central
«no sería mayor que el poder colectivamente ejercido por los consejos de
administración de las empresas privadas. En una sociedad en régimen de competencia
no hay nadie que pueda usar ni siquiera un pequeña fracción del poder que
disfrutaría una oficina de planificación socialista, y si nadie puede
conscientemente ejercer este
poder, es un abuso del lenguaje asegurar que aquél equivale al de todos los capitalistas
sumados. Es un simple juego de palabras hablar del «poder colectivamente
ejercido por los consejos de administración de las empresas privadas», en tanto
éstas no se combinen en una acción concertada; lo que, por lo demás,
significaría el final de la competencia y la creación de una economía
planificada. Dividir o descentralizar el poder significa necesariamente reducir
la cuantía absoluta del poder, y el sistema de la competencia es el único sistema
dirigido a hacer mínimo, por descentralización, el poder que los hombres
ejercen sobre los hombres.
La sustitución
del poder económico por el político, tan a menudo demandada
hoy, significa necesariamente la sustitución de un poder que es siempre
limitado por otro del que no hay escape. Lo que se llama poder económico,
aunque es cierto que puede ser un instrumento de coerción, jamás es, en las
manos de los particulares, poder exclusivo o completo, poder sobre la vida
entera de una persona. Pero centralizado como un instrumento de poder político,
crea un grado de dependencia que apenas se distingue de la esclavitud".
Así
pues, volviendo a Hoppe:
4- “Bajo condiciones democráticas, el
popular deseo por la propiedad de otra persona, aunque inmoral y antisocial, es
sistemáticamente reforzado. Toda demanda es legítima si es proclamada
públicamente bajo la protección especial de la "libertad de
expresión". Todo puede ser dicho y reclamado, y todo está a disposición de
cualquiera. Ni siquiera el aparentemente seguro derecho de propiedad privada
está exento de alguna solicitud de redistribución”.
Sobre este asunto Hayek decía:
5- “Existe, sin duda, como dice
Niebuhr, «una creciente tendencia en el hombre moderno a imaginarse que su
propia conducta se ajusta a una ética porque ha delegado sus vicios en grupos
cada vez más amplios».
"Cuando
actúan en nombre de un grupo, las gentes parecen liberadas de muchas de las
restricciones morales que dominan su conducta como individuos dentro del grupo”.
Hoppe:
6- “Mediante elecciones populares,
aquellos miembros de la sociedad con poca o ninguna inhibición para hacerse a
la propiedad de otras personas, eso es amorales habituales, con gran talento
para obtener las mayorías populares para una multitud de demandas moralmente
irreprimidas y mutuamente incompatibles (demagogos eficientes) tenderán a ganar
entrada y ascenso a la cima del gobierno. De ahí que, una situación mala llega
a ser todavía peor”.
7- “La selección de gobernantes por medio
de elecciones populares hace casi imposible que una persona buena o inocua
pueda jamás subir a la cúspide. Primeros ministros y presidentes son escogidos
por su eficiencia probada como demagogos moralmente laxos. Por lo tanto la
democracia asegura virtualmente que sólo personas malas y peligrosas suban al
más alto gobierno. Efectivamente, a consecuencia de la libre competencia y
selección políticas, los que suben llegan a ser individuos cada vez más malos y
peligrosos”.
Hayek lo enfoca desde otro punto de vista, pero, no menos actual visto lo visto desde el 15M y las manifestaciones de indignados en todo el mundo en 2011; y visto, al final, quien terminó apropiándose -y sacando partido- de aquella indignación.
Hayek dijo:
Hayek dijo:
8- “El gobernante democrático que
se dispone a planificar la vida económica tendrá pronto que enfrentarse con la
alternativa de asumir poderes dictatoriales o abandonar sus planes … [.]… tendrá
que elegir entre prescindir de la moral ordinaria o fracasar. Ésta es la razón de
que los faltos de escrúpulos tengan más probabilidades de éxito”.
“El
lider que pretenda una dirección unificada de todos los asuntos necesita en
derredor suyo un grupo dispuesto voluntariamente a someterse a aquella
disciplina que luego impondrá por la fuerza al resto”.
“Hay
tres razones principales para que semejante grupo, numeroso y fuerte, con
opiniones bastante homogéneas, no lo formen, probablemente, los mejores, sino
los peores elementos de cualquier sociedad”.
9- “En
primer lugar, es probablemente cierto que, en general, cuanto
más se eleva la educación y la inteligencia de los individuos, más
se diferencian sus opiniones y sus gustos y menos probable
es que lleguen a un acuerdo sobre una particular jerarquía
de valores”… “Corolario de esto es que si deseamos un alto grado de uniformidad
y semejanza de puntos de vista, tenemos que descender a las regiones de
principios morales e intelectuales más bajos, donde prevalecen los más
primitivos «comunes» instintos y gustos. Esto no significa que la mavoría de la
gente tenga un bajo nivel moral; significa simplemente que el grupo más amplio
cuyos valores son muy semejantes es el que forman las gentes de nivel bajo. Es,
como si dijéramos, el mínimo común denominador lo que reúne el mayor número de
personas. Si se necesita un grupo numeroso lo bastante fuerte para imponer a
todos los demás sus criterios sobre los valores de la vida, no lo formarán
jamás los de gustos altamente diferenciados y desarrollados; sólo quienes constituyen
la «masa», en el sentido peyorativo de este término, los menos originales e
independientes, podrán arrojar el peso de su número en favor de sus ideales
particulares”.
A
este respecto, viene a cuento mencionar la respuesta de cierto gobernador norteamericano a uno de sus electores:
- ¡Gobernador, todas las personas razonables estamos con usted!.
- El Gobernador replicó: No es suficiente, necesito tener mayoría.
- ¡Gobernador, todas las personas razonables estamos con usted!.
- El Gobernador replicó: No es suficiente, necesito tener mayoría.
Bien,
a estas alturas de siglo XXI, la Educación Publica (con la colaboración de los medios de comunicación) han conseguido ese alto grado de
uniformidad y semejanza de puntos de vista señalado por Hayek. El mínimo común
denominador ya existe: solidaridad obligatoria, desprecio del individualismo, confianza absoluta en el Estado como proveedor de servicios esenciales y no esenciales, condena de la actividad empresarial y de la acumulación de riqueza, buenismo políticamente correcto, exaltación de lo colectivo y del igualitarismo, regulación de todas las facetas de la vida de las personas, etc.
Menos mal que, de momento, nos queda "internet libre".
Menos mal que, de momento, nos queda "internet libre".
Seguimos con Hayek:
10- El
segundo principio negativo de selección: Propaganda.
“El líder será capaz de obtener el apoyo de todos los dóciles y crédulos, que no tienen firmes convicciones propias, sino que están dispuestos a aceptar un sistema de valores confeccionado si se machaca en sus orejas con suficiente fuerza y frecuencia. Serán los de ideas vagas e imperfectamente formadas, los fácilmente modelables, los de pasiones y emociones prontas a levantarse, quienes engrosarán las filas del partido totalitario”.
“El líder será capaz de obtener el apoyo de todos los dóciles y crédulos, que no tienen firmes convicciones propias, sino que están dispuestos a aceptar un sistema de valores confeccionado si se machaca en sus orejas con suficiente fuerza y frecuencia. Serán los de ideas vagas e imperfectamente formadas, los fácilmente modelables, los de pasiones y emociones prontas a levantarse, quienes engrosarán las filas del partido totalitario”.
11- “Con
el esfuerzo deliberado del demagogo hábil, entra el tercero y quizá más
importante elemento negativo de selección para la forja de un cuerpo de
seguidores estrechamente coherente y homogéneo. Parece casi una ley de la
naturaleza humana que le es más fácil a la gente ponerse de acuerdo sobre un
programa negativo, sobre el odio a un enemigo, sobre la envidia a los que viven
mejor, que sobre una tarea positiva”.
“La
contraposición del «nosotros» y el «ellos», la lucha contra los ajenos al
grupo, parece ser un ingrediente esencial de todo credo que enlace sólidamente
a un grupo para la acción común”.
“Por
consecuencia, lo han empleado siempre aquellos que buscan no sólo el apoyo para
una política, sino la ciega confianza de ingentes masas. Desde su punto de
vista, tiene la gran ventaja de concederles mayor libertad de acción que casi
ningún programa positivo. El enemigo, sea interior … o exterior, parece ser una
pieza indispensable en el arsenal de un dirigente totalitario”.
Bien,
estas son las razones por las que terminarán gobernando los peores. Cada cual que contraste esto con la realidad y con la tendencia que llevamos.
Para
finalizar, unas palabras de Bryan Caplan de su libro “El Mito del Votante Racional”:
12- “Al catalogar los fallos de la democracia no hemos de perder la
perspectiva. Cientos de millones de personas bajo gobiernos democráticos
disfrutan de unos niveles de vida asombrosamente buenos en términos históricos.
Los defectos de las peores democracias palidecen al compararlos con los de
regímenes totalitarios. Al menos las democracias no asesinan a millones de sus
propios ciudadanos. Pero ahora que la democracia es la forma de gobierno
habitual, no parece muy razonable refugiarse en tópicos del tipo de «Es mejor
que el comunismo» o «Supera con creces la forma de vida durante la Edad Media».
Tales comparaciones colocan el listón excesivamente bajo. Es más útil averiguar
cómo y por qué decepciona. Para muchas personas, el tema queda zanjado mediante
uno de los más famosos aforismos de Winston Churchill: «La democracia es la
peor forma de gobierno, exceptuando todas las demás formas que se han probado
de tanto en tanto». Pero esta sentencia pasa por alto el hecho de que los
gobiernos se diferencian unos de otros no sólo en su forma, sino también en el
alcance de sus políticas. En democracia, la principal alternativa al gobierno
de la mayoría no es la dictadura, sino el mercado”.
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