La gente cree que toda acción motivada por el ánimo de lucro
es poco menos que antisocial. Se juzgan los planes de los políticos por sus
motivaciones y por los fines perseguidos que declaran. La gente no piensa en
las consecuencias de la implantación de determinadas políticas si dan por
buenas y sinceras las intenciones de sus autores - que han de parecer honrados.
Por el contrario, en el mercado, las motivaciones son egoístas, por lo que no
goza de buena reputación. La Economía es contra-intuitiva, de modo que, el
hecho de que el mercado canalice o transforme las motivaciones egoístas en
beneficio de toda la sociedad llega siempre demasiado tarde. A pesar de que gracias a él, se ha multiplicado la vida en todo el planeta en las últimas décadas, el mercado es malo
y culpable antes de que empiece el juicio, por el mero hecho de ser un proceso
que se basa en el interés propio.
La inclinación pro-intervencionista y antimercado de la gente es un hecho constatable. Todos los
partidos políticos han alimentado esta cultura ideológica durante decenios,
principalmente mediante la educación pública. En
democracia, la cultura ideológica predominante (Gramsci) es la que marca los límites de
lo posible en el ámbito de lo político. En democracia, los cambios son
siempre graduales. La mayoría de la gente no acepta voluntariamente una revolución que lo ponga todo patas arriba. Sin embargo, el enorme poder que
tienen los políticos en un sistema democrático intervencionista es ya de por sí
incompatible con la plena libertad individual, y por tanto difícilmente compatible
con el progreso y la creación de riqueza, por lo que las inevitables crisis y el desempleo estructural irán preparando el camino para modificar la cultura ideológica. Pero es que además, la corrupción que
inevitablemente lleva aparejado ese enorme poder, tarde o temprano corrompe a
las formaciones políticas algo mas partidarias de conservar el mercado, o lo que
queda de él, y por tanto los cambios graduales se aceleran en el sentido de los
partidarios de su desaparición, alimentados por las acciones motivadas por el ánimo
de lucro -"antisocial"- de los políticos corruptos y por la cultura ideológica actualmente predominante pro-intervencionista/antimercado.
Conclusión, poquito a poquito cavamos nuestra propia tumba. Rechazamos el ánimo de lucro y los beneficios empresariales "excesivos". Y en busca de la igualdad, de la equidad y del fin de la explotación, aniquilaremos la cooperación social, camino de establecer un sistema integral de coerción que ataca a todas las instituciones que hacen posible la abundancia, como son la propiedad privada, el comercio internacional, el sistema de precios, el derecho de innovación comercial, los contratos libres.
Conclusión, poquito a poquito cavamos nuestra propia tumba. Rechazamos el ánimo de lucro y los beneficios empresariales "excesivos". Y en busca de la igualdad, de la equidad y del fin de la explotación, aniquilaremos la cooperación social, camino de establecer un sistema integral de coerción que ataca a todas las instituciones que hacen posible la abundancia, como son la propiedad privada, el comercio internacional, el sistema de precios, el derecho de innovación comercial, los contratos libres.
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