No, no es un concurso de TV ni una nueva historieta de Mortadelo y Filemón.
La legión de burócratas policiales ("inspectores populares de la patria" - se denominan-) que necesita esta Ley para ser aplicada es simplemente demencial (ver el vídeo de más abajo: entrevista al Superintendente de precios justos).
Habla el Superintendente de Precios Justos, Andrés Eloy Méndez: "... necesito un mapa de todas las mercancías del país"
"Ya tenemos a 27.000 compatriotas preparados para ejercer como inspectores populares de la patria"
Actualizaciónes
Están a un paso de nacionalizar la totalidad de los medios de producción (o lo que queda de ellos, porque se han cargado dos tercios de la economía del país).
¿Cómo es posible llegar a esto? ¿Puede pasar algo parecido en Europa?
Un poco de Teoría Económica para responder a esta cuestión.
En otros
post he comentado que es necesario una buena Teoría previa para interpretar la Historia. En Internet hay miles de vídeos sobre el desabastecimiento, las colas y saqueos de todo tipo en Venezuela. La semana pasada, la serie
En Tierra Hostil de Antena 3 Tv, emitió un documental sobre Venezuela y a continuación emitieron otro programa sobre el mismo asunto que titularon "Las Claves", es decir, la Teoría para interpretar la Historia. Lo cierto es que el profesor de Economía de la Universidad de Salamanca que entrevistaron, a decir verdad, poco o nada aclaró sobre las causas del desabastecimiento y el caos social, como se puede comprobar en el vídeo de abajo.
Economía 1.0
Comencemos con dos secuencias microeconómicas, para mostrar el punto de partida del desabastecimiento y la desintegración de la división del trabajo.
1.- Control de Precios.
El Gobierno piensa que el precio
de un bien determinado, por ejemplo la leche, es demasiado alto; quiere que los
pobres tengan la posibilidad de dar más leche a sus hijos. Así, recurre a
imponer un precio máximo y fija el precio de la leche en un nivel más bajo al
que prevalece en el mercado libre. El resultado es que los productores
marginales de leche, aquellos que producen a un mayor costo, incurren ahora en
pérdidas. Cómo ningún granjero o empresario puede seguir produciendo a pérdida,
estos productores marginales detienen la producción y venta de leche en el
mercado. Usarán sus vacas y sus habilidades para otros propósitos más
rentables. Producirán, por ejemplo, manteca, queso o carne. Habrá menos leche
disponible para los consumidores, no más. Esto, desde luego, es contrario a las
intenciones del gobierno que quería que la leche fuera más accesible para
algunas personas. Pero, como resultado de esa interferencia, la oferta
disponible cae. Esta medida resulta ser inútil desde el punto de vista del propio
gobierno y de los grupos que procuraba favorecer. Trae aparejado un estado de
cosas que es, nuevamente desde el punto de vista del gobierno, menos deseable
que el estado de cosas previo que debía mejorar.
Ahora el gobierno se encuentra ante una alternativa. Puede revocar su decreto y abstenerse de cualquier intento futuro por controlar el precio de la leche. Pero si mantiene su intención de conservar su precio por debajo del nivel que el mercado libre habría determinado, evitando no obstante una caída en la oferta de leche, debe tratar de eliminar las causas que determinan que el negocio de los productores marginales no sea rentable. Debe agregar al primer decreto que se ocupaba del precio de la leche un segundo decreto que fije los precios de los factores de producción necesarios para la producción de leche en un nivel lo suficientemente bajo para evitar las pérdidas de los productores marginales de leche, de tal modo que la producción no se vea restringida.
Pero la misma historia se repite en un plano mas remoto. La oferta de los factores de producción de la leche cae y al reducirse esta oferta, el gobierno se encuentra nuevamente donde empezó.
Si no quiere admitir su derrota, y abstenerse de cualquier entrometimiento en los precios, debe ir más lejos y fijar los precios de aquellos factores de producción necesarios para la producción de los factores necesarios para la producción de leche. De esta manera, el gobierno se verá obligado a ir cada vez más lejos, fijando paso a paso los precios de todos los bienes de consumo, y de todos los factores de producción, tanto humanos, es decir, el trabajo, como materiales, y ordenar a cada empresario y a cada trabajador que continúen trabajando a esos precios y salarios.
Recomendable la lectura de este otro célebre artículo
Ninguna rama industrial puede ser omitida en esta
fijación completa de precios y salarios, y ninguna puede evadir la obligación de producir aquellas cantidades que el gobierno desea ver producidas. Si algunas ramas fueran dejadas en libertad por el hecho de que producen bienes calificados como no esenciales, o incluso como de lujo, el capital y el trabajo tenderían a desplazarse hacia ellas provocando una caída en la oferta de aquellos bienes cuyos precios han sido fijados por el gobierno por considerarlos, justamente, indispensables para la satisfacción de las necesidades del pueblo. Pero una vez conseguido este control total de los negocios, nada subsistirá de la economía de mercado. Ya los ciudadanos no determinan qué y cómo debe producirse a través de sus compras y de sus abstenciones de comprar. El poder de decidir estas cuestiones recae en el gobierno. Esto ya no es mercado libre. Es planificación gubernamental total... [] Lo malo es que cuando se llega a ese control general de la actividad económica, la economía de mercado libre ha quedado reemplazada por un sistema de economía dirigida, esto es, por el socialismo. Este socialismo no es, naturalmente, aquel en que el Estado maneja directamente todas las fábricas, como en la Unión Soviética, sino el socialismo tipo alemán o nazi (Zwangswirtschft).(Ludwig Von Mises)
El caso de Venezuela es peculiar en el sentido de que aún no han tomado el control
total del aparato productivo del país. Como dice el Superintendente en el vídeo: "estamos en guerra económica". Pero sí se han ocupado en destrozarlo casi por completo: ("
Expropiese"), criminalizando la actividad empresarial. Han aguantado unos cuantos años por la entrada de dólares que proporcionaba la venta de petroleo en los mercados internacionales a elevados precios. Ingresos que han posibilitado las importaciones de todos aquellos productos que se han dejado de producir en el interior. El gasto público se ha financiado imprimiendo moneda e imponiendo por decreto la cotización bolívar/dólar.
Veamos esto último.
Vamos con la segunda secuencia referente al control de divisas en ese entorno de inflación monetaria interna.
Pero primero repasemos un poco al menos, lo que vemos, la Historia, los hechos:
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M. Hinds: Bajo el complicado y absurdo sistema de cambio venezolano, el Banco Central vende dólares a tres diferentes precios. El primero, a 6.30 Bolívares por dólar, que se aplica a los importadores de alimentos básicos y medicinas. El segundo, a partir 12 bolívares por dólar, se aplica a sectores no prioritarios. El tercero es una subasta con límite de cantidad.
Se podría pensar que este sistema asegura que los alimentos y medicamentos se mantendrán baratos en Venezuela, protegiendo así a los más pobres. Nada más falso. La verdad es que el gobierno no tiene dólares suficientes para mantener la promesa de proporcionar dólares a 6.30 bolívares para comprar alimentos y medicinas en el exterior. Y no los tiene porque, como hemos visto más arriba, no tiene nada que exportar para conseguirlos; nada que no sea petróleo, cuyo precio está por los suelos en los mercados internacionales. Así que las medicinas y los alimentos, simplemente, no están.
Lo que sí ha florecido es el mercado negro.
En el mercado negro, el único fiable, el dólar se vende a 187 bolívares o más. 30 veces el tipo de cambio oficial para comida y medicinas (el tipo de cambio aumenta exponencialmente cada semana, incluso cada día, así que !ojo!, cuando leas esto, los datos estarán completamente obsoletos). La diferencia de precios hace que los dólares se desvíen del mercado oficial al negro. Pero .... hay algo extraño aquí. ¿de donde vienen esos dólares?
En Venezuela, casi todos los dólares entran por el gobierno, como pago por las exportaciones de petróleo, que el propio gobierno controla en su totalidad. Prácticamente, no hay más fuente de entrada de divisas, porque como hemos visto en el punto 1, los poderes públicos se han encargado de destrozar el aparato productivo.
Entonces, ¿de donde salen los dólares del mercado negro? No queda otra explicación que del gobierno mismo. ¿Y cómo llegan al mercado negro? La única forma en que pueden llegar es que haya personas que compran los dólares a 6.30 y a 12 bolívares y luego los vendan en el mercado negro a 187 bolívares por dólar, haciendo una ganancia extraordinaria. El negocio de los que compran barato al Estado y venden caro al pueblo seguirá operando muy rentáblemente.
Básicamente siguiendo a Von Mises, vayamos de nuevo a la Teoría. Examinemos el control del cambio exterior combinado con una inflación monetaria en un solo país, como puede ser Venezuela o el caso de algún país como Grecia o incluso España que decidan salir del euro y dedicarse a darle a la manivela de la impresora para financiar su gasto público.
2.- Control del Cambio Exterior.
(a tener en cuenta que aquí el término inflación se refiere a inflar la masa monetaria)
En ausencia de inflación monetaria interna, cualquier alza de precios de los bienes importados, forzosamente ha de provocar una reducción del consumo de esas mismas u otras mercancías. Obviamente, una reducción del precio de los bienes exportados, provoca una menor capacidad para importar bienes del exterior.
Un país puede hallarse en la desagradable posición de no poder vender (o no poder hacerlo al precio deseado, como ocurre ahora con el petróleo en Venezuela) al extranjero todas aquellas mercancías que desearía exportar para adquirir los alimentos que sus ciudadanos desean. Ello, sin embargo, en modo alguno significa que escaseen las divisas extranjeras. Simplemente significa que serán gentes forzosamente pobres. Y la actividad inflacionaria (imprimir bolívares - neopesetas o neodracmas- para financiar gasto público) desde luego, no constituye medio idóneo para remediar tal estado de pobreza.
El alza de la cotización del dólar (u otra divisa extranjera) con respecto a la moneda interna, no es mas que un hecho que anticipa el movimiento ascendente de los precios interiores debido a la actividad inflacionaria (darle a la manivela de la impresora). El valor de las divisas extranjeras comienza a subir hasta alcanzar la cifra que corresponda al nivel de los precios y salarios internos (esto significa que antes de que las inyecciones monetarias - el nuevo dinero creado- afecten a todos los precios y salarios de dentro del país, lo primero que sube y se ajusta es la moneda extranjera). Si los ingresos nominales de los consumidores nacionales no hubieran sido incrementados por la inflación (creación de nuevo dinero), las gentes, al elevarse el costo de las divisas, se habrían visto obligadas a restringir el consumo de productos nacionales o extranjeros. En el primer caso, las exportaciones se habrían ampliado. En el segundo, se habrían restringido las importaciones.
Ese es el proceso de reajuste.
Cuando las autoridades se lamentan de la escasez de divisas, de lo que de verdad se quejan es de otra cosa; a saber: del efecto provocado por su política de tasación de precios (en un contrato voluntario, no existe nada que pueda calificarse como precio injusto; si hay transacción es que ambas partes salen beneficiadas; en caso contrario no hay intercambio).
Al precio oficial arbitrariamente señalado, la demanda (de dólares-divisas) excede a la oferta. Si el Poder Público, tras rebajar, mediante la inflación monetaria, el poder adquisitivo de su moneda en relación con las divisas extranjeras, se abstuviera de intervenir los cambios exteriores, nunca aparecería aquella escasez a la que los gobernantes aluden. Quien quiera y estuviera dispuesto a pagar el correspondiente precio de mercado hallaría todas las divisas que deseara. El gobierno, sin embargo, quiere evitar la elevación de las divisas extranjeras y, confiado en el poder de policías y tribunales, prohíbe cualquier transacción que no concuerde con el precio oficial. Los gobernantes y sus corifeos, aseveran que el alza de la moneda extranjera es consecuencia de una desfavorable balanza de pagos aprovechada por los especuladores para lucrarse personalmente.
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Ecuador Marzo 2015 |
En el deseo de remediar la situación
se adoptan medidas tendentes a
restringir la demanda de divisas. Solo quienes vayan a destinarlas a operaciones previamente aprobadas por la Administración podrán en lo sucesivo adquirirlas. Aquellos bienes que las autoridades reputen como superfluos, dejaran de importarse (ya que para los empresarios que los importan, no habrá divisas). Se evitará en la medida de lo posible el pago del principal e intereses de las deudas con el extranjero. Seran restringidos los viajes allende las fronteras. El gobierno, sin embargo, no se percata que con tales medidas jamás puede "mejorar" la balanza de pagos (aumentar las exportaciones). Reducidas las importaciones, congruentemente, las exportaciones disminuyen también. El hecho de que se impida a la gente adquirir mercancías foráneas, pagar créditos extranjeros o viajar al exterior, no se traduce en que esa gente vaya a atesorar el correspondiente efectivo que tiene en su poder en moneda nacional. Al contrario, incrementarán sus adquisiciones, tanto de bienes de consumo como de factores de producción (si les dejan) en el interior del país, desatando así una tendencia alcista en los precios. Y cuanto más suban éstos, menos se exportará. (la escasez de divisas será aún mayor).
(Fíjense, que la inflación de precios reconocida en Venezuela por el gobierno es superior al 60 ó 70 por ciento).
El Poder Público, ante esta realidad, se cree en el caso de proseguir por el camino de la injerencia, y nacionaliza el comercio exterior.
Percátese el lector como la libertad es indivisible. No hay libertad sino existe libertad económica.
Todo aquel que reciba divisas procedentes de una exportación, habrá de cederlas al correspondiente organismo oficial al precio oficialmente fijado.
Tércamente, sin embargo, el gobernante se niega a reconocer que su injerencia está fallando cada vez más, habiendo provocado una situación que, incluso desde su propio punto de vista, es mucho peor que aquella que deseaba corregir. La monopolización del tráfico de divisas confiere a las autoridades el control absoluto del comercio exterior. No por ello, sin embargo, logran influir las cotizaciones extranjeras.
Vano es que las autoridades prohíban la publicación de los cambios reales en publicaciones y revistas. En tanto haya comercio exterior, de lo que sea, sólo las cotizaciones libres y efectivas serán tenidas en cuenta por quienes operen en el correspondiente mercado.
Sólo hay un medio para mantener la moneda nacional a la par con las divisas extranjeras (o con el oro): canjearla incondicionalmente a cualquiera que lo desee. (Ludwig Von Mises 1949).
En ninguna parte se ilustra mejor que en el ámbito del cambio exterior la extensión de la intervención sobre la vida entera que confiere el control económico. A primera vista, nada parece afectar menos a la vida privada que la intervención oficial de las operaciones sobre el cambio exterior, y la mayoría de la gente consideraría su introducción con completa indiferencia. Y, sin embargo, la experiencia de la mayoría de los países continentales ha hecho que la gente reflexiva considere este paso como un avance decisivo en el camino del totalitarismo y de la supresión de la libertad individual. (F. Hayek - Camino de Servidumbre)
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Caracas Mayo 2014 |
Queda claro pues, que es necesaria una buena Teoría previa para interpretar la Historia.
Tanto el control de precios como el control del cambio exterior conducen a un estado de cosas que, desde el punto de vista del propio gobierno, es menos deseable que el estado de cosas previo que debía mejorar.
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