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martes, 17 de mayo de 2016

Ley de la Utilidad Marginal


El Hombre valora los bienes de acuerdo a la importancia
 relativa de la satisfacción que le proporcionan


Supongamos que tengo a mi disposición - sucesivamente- una oferta de varios ejemplares del último libro del Profesor Monedero. Bien pues, como estoy de vacaciones, y de acuerdo con mi escala valorativa, usaré el primer ejemplar para dar cumplimiento al fin más urgente que podría satisfacer con semejante mamotreto: ...
1-... calzar la mesa del camping que tiene la pata coja. 
2- El segundo libro lo utilizaré para satisfacer el segundo fin mas valorado o urgente en ese momento: quemarlo para calentar aceite y freir un par de huevos porque se me ha terminado el camping-gas. 
3- El tercer ejemplar lo dedicaré a satisfacer mi necesidad menos urgente, o de menos rango que la anterior en mi escala valorativa: sujetar la ventana para ventilar mi caravana (de tercera mano) mientras cocino. 
4- Si tuviera a mi disposición un cuarto ejemplar, quizás leería el libro.

Si por alguna razón, tuviera que desprenderme de uno de esos cuatro ejemplares, naturalmente, ese día comería huevos fritos sobre una mesa calzada en una caravana ventilada.

Esto significa que el valor no reside -como piensa un comunista como Monedero- en el trabajo ("socialmente necesario") incorporado en los bienes, sino que los bienes (es decir, los medios para satisfacer fines) se valoran de acuerdo a la importancia relativa de la satisfacción que proporcionan.


Dicho de otro modo 
(Ley de la utilidad marginal)


- Siempre que la oferta de un bien aumenta en una unidad adicional, y dado que cada unidad sea considerada por una persona como capaz de proveer el mismo servicio (homogéneas, sustituibles entre sí), el valor asignado a esa unidad tiene que disminuir. Esto es así porque esa unidad adicional sólo puede ser empleada como medio para la consecución de un fin u objetivo que se considera menos valioso que el último objetivo satisfecho por una unidad de ese bien cuando la oferta tenía una unidad menos.

Volviendo al ejemplo de los libros. Todos los ejemplares son homogéneos, es decir, sustituibles entre sí (independientemente de que a juicio de cada persona, pueda haber otros bienes que satisfagan esos mismos fines). Así pues, por ejemplo, el tercer libro se ha utilizado como medio para conseguir un fin: sujetar la ventana. Ese objetivo -sujetar la ventana- (y en ese preciso momento) era menos valorado por mi que el objetivo (o fin) anterior: calentar aceite para freír. Por tanto, cuando la oferta ha aumentado en una unidad, de dos a tres, la tercera unidad -la marginal en ese momento- tiene menos valor porque ha sido empleada como medio para satisfacer un fin menos valorado (sujetar la ventana) que cuando la oferta de ese bien tenía una unidad menos (calentar aceite).

Por tanto, el valor de los bienes económicos siempre es subjetivo y la utilidad marginal siempre es decreciente.


Que la utilidad marginal de las unidades adicionales de la oferta de bienes homogéneos tiene que disminuir, se desprende de la indiscutible afirmación de que cada persona que actúa prefiere siempre lo que le satisface más a lo que le satisface menos (la ley de la utilidad marginal no se trata pues, de una ley psicológica o de "saciedad", es una ley praxeológica).


Todo esto tiene una importancia vital en una economía de mercado con enorme división del trabajo, puesto que: 

- Por un lado, la gente no produce sólo para su autoconsumo. Las personas, voluntariamente, se especializan en producir para los demás (Ley de Asociación o especialización). 

- Y por otro lado, por ejemplo, un productor de camisetas (o de cualquier otro bien económico), cuantas más camisetas produzca, menos valor tendrá para él la ultima unidad producida, la marginal. 

- Por tanto, fusionando ambas leyes (la ley de la utilidad marginal y la de especialización o asociación), vemos que, se desata de forma espontánea una tendencia, una fuerza tremenda hacia el intercambio de bienes

- Y más aún: los precios de intercambio, de cada camiseta - y de todos los bienes económicos- vendrán determinados por esas unidades marginales, que son, insisto, las que menos valora el productor* de camisetas. Lo mismo sucede con el fabricante*, por ejemplo, de zapatos. Para éste, el ultimo par producido, el marginal, es el menos valorado y el que determina el precio de intercambio de cada par de zapatos producidos. Sin embargo, para éste fabricante de zapatos, la primera camiseta tendrá probablemente un valor marginal alto, puesto que, no las produce. Ambos utilizarán su producción para demandar la producción de los demás. Y esto ocurre con todos los bienes económicos: las unidades marginales, que son las menos valoradas, son las que determinan los precios de todos los intercambios voluntarios.

Al parecer, Marx, Karl Marx, tuvo algún problemilla con este asunto, puesto que ya sabemos que para este hombre (y sucesores) el valor (de cambio) dependía del trabajo "socialmente necesario" incorporado a los bienes. Para este señor, la utilidad marginal, es decir, "el valor de uso" no era determinante de los precios ("valor de cambio")
Bien, si cada individuo valora los bienes de acuerdo a la importancia relativa de la satisfacción que le proporcionan, un planificador central, que no estuviera diréctamente asesorado por la "Corte Celestial", en pocos años, acabaría con la división del trabajo y con la prosperidad de cualquier organización social (como estamos viendo pasito a pasito en Venezuela), a no ser que, su pretensión no fuera elevar el nivel de vida de todos, sino crear la más formidable ganadería de seres humanos: "la comunidad socialista". 
La puntilla teórica definitiva al colectivismo la clavó Ludwig Von Mises con su ensayo "El problema del cálculo económico en la comunidad socialista"
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Ley de la Utilidad Marginal










*Cuando hablo de productor o fabricante, incluyo a los trabajadores, puesto que estos forman parte de una organización que produce bienes y servicios, y, (por medio del bien de intercambio, el dinero) es con esa producción con la que cada trabajador demandará la producción de otros (las mercancias, en última instancia, se pagan con mercancías).

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