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sábado, 21 de noviembre de 2009

El rescate del Alakrana


"El dinero vale mas donde y quando ay falta del, que donde y quando ay abundancia". (MARTIN DE AZPILKUETA - AÑO 1556)

Lo llevo puesto bajo el título del blog desde su nacimiento, pero cierta persona "que yo me se", nunca se lo ha creído. Ella dice: “Es que no veo porque ha de aumentar el panadero el precio de la barra de pan y el carnicero el precio del kilo de ternera, solo porque los bancos, el gobierno o quien sea, pongan más dinero en circulación, en manos de la gente”.

Bien, veamos una pequeña demostración basada en hechos reales.

El rescate del Alakrana


Haradhere, localidad Somalí que ha recibido una lluvia de millones
procedentes del rescate del Atunero vasco Alakrana

El secuestro del barco atunero vasco Alakrana se ha resuelto con el pago de un rescate millonario: 4 millones de dólares entraron de sopetón en la pequeña localidad de Haradhere (Somalia) como consecuencia del pago por la liberación del Alakrana.

Si en  Haradhere (Somalia) el precio de los servicios de una prostituta "de lujo" se eleva de 100 $ a 2.000 $ en dos días, tal y como ha ocurrido en la “ciudad de los piratas”, eso significa que:
el dinero vale menos, donde y cuando hay abundancia de él”.
Blanco y en botella. Se ha producido una disminución del poder adquisitivo de la unidad monetaria.
Pero no todos los precios suben a la vez y proporcionalmente.


jueves, 19 de noviembre de 2009

Multas, recaudación, límites de velocidad, o cómo los políticos consiguen que la Ley no sea respetable.

Hace unas semanas un conductor bilbaíno provocaba el enfado de la autoridad y de otros conductores, por el simple hecho de respetar "a rajatabla" los límites de velocidad en el centro urbano, y que todos sabemos, no se pueden cumplir.
Hace unos días, venía yo a una velocidad legal de unos 85 km/h por una secundaría limitada a 90 discutiendo con mi “copiloto” acerca de este asunto. De pronto, una señal de limitación a 40 km/h. Para apoyar mis argumentos, reduje la velocidad ligeramente por encima de la limitación. Nos miramos ambos ocupantes y con un leve gesto, invité a mi acompañante a que observara el cuadro del coche: marcaba 42 ó 44 km/h. Mi compañero, automáticamente, agarró disimuladamente el asa de la puerta, en previsión de que alguien nos arreara un estacazo por la retaguardia.

No hace mucho pusieron un radar en otra carretera secundaria (con limitación genérica a 90 km/h) y a decir verdad estaba bien puesto, porque se trata de una recta cuyo final es un cambio de rasante hacia abajo con curva a la izquierda muy peligrosa circulando a velocidades superiores a los 100 km/h especialmente para los que desconocen el trazado. Pues bien, se ve que el radar ha cumplido demasiado bien su función de reducir a cero los accidentes en ese tramo, pero sin poner una sola multa, por lo que era imprescindible reducir la velocidad máxima a 70 km/h para rentabilizar el cacharro. Ahora se pueden observar docenas de huellas de frenada en toda la zona.

Desde un punto de vista práctico, las normas que imponen los actuales límites de velocidad no pueden ser respetadas (es más, puede ser peligroso respetarlas) y desde un punto de vista moral o ético, tales normas no merecen ningún respeto.

Los gobernantes nos limitan la libertad individual, castigando simples actos formales que no lesionan derechos de terceros; incluso en vías desiertas con perfecta visibilidad y firme seco, o en autopistas de peaje de reciente construcción y con tres carriles, la limitación de 120 km/h, persiste.

Conducir un vehículo es de por sí una actividad arriesgada, por eso existen compañías de seguros. Sin embargo los gobiernos están identificando riesgo con irresponsabilidad. Se castiga el riesgo, sin lesión de derechos de otros, convirtiéndolo, incluso en delito, y resulta que conductas irresponsables, cuasi dolosas y con resultado de muerte, se sancionan con penas ridículas. ¿Realmente, los legisladores conocen las consecuencias de lo que están haciendo?

La Ley deja de ser respetable cuando los principios de convivencia que aparentemente quieren protegerse con la imposición de determinadas normas, no coinciden con la realmente perversa finalidad recaudatoria que tienen esas imposiciones y prohibiciones.
Se está quitando legitimidad a las normas jurídicas, se arrastra el Derecho hacia la arbitrariedad, y por tanto se inculca en la gente, que todo el Derecho, que todo el ordenamiento jurídico, no merece ningún respeto.

Y es que las normas de tráfico no afectan a un núcleo reducido de personas como puede ser el caso, por ejemplo, de la reglamentación sobre la captura del cangrejo o el percebe.
Las normas de tráfico afectan casi a la totalidad de la población. Y además, para los jóvenes con su reluciente licencia de conducción, estas normas, suponen prácticamente, a partir de la primera multa, el descubrimiento de la diaria presencia coactiva del Estado en sus vidas. Han de sentir pues, que todas las normas, sin excepción, son respetables.
Así pues, los resultados realmente perseguidos: fenomenales: la recaudación por multas crece de forma exponencial.
El impacto real: nefasto.
Masas de conductores responsables cabreados por doquier.
Cruzar la península (o Europa, excepto Alemania) de norte a sur o de este a oeste a velocidades legales implica esfuerzos titánicos para mantener la concentración entre la vía y el marcador de velocidad; entre la adecuación a las condiciones reales del tráfico y el juego del gato y el ratón a que nos obligan a jugar, y que estamos condenados a perder, tratando de averiguar donde puñetas estarán escondidos con su radar móvil.

Eso por un lado, y por otro, la aplicación de estas perversas normas no consigue más que incentivar la irresponsabilidad y el escape de la ley. Distracciones por aburrimiento, circulación generalizada por el carril central o de la izquierda, cambios bruscos de carril con total desprecio de las velocidades relativas, adelantamientos que se dilatan hasta lo esperpéntico, inadecuación de la velocidad y de la conducción en general al estado del tráfico y de las vías, mercado negro generalizado de compraventa de identificaciones falsas, florecimiento de las industrias de detectores de radares, o de extraños artilugios mecánicos para ocultar matrículas … etc, etc, etc.

Es más, el que se haya leído el nuevo proyecto de Ley de seguridad vial que entrará en vigor el próximo año 2010, que procure mantener la calma, cuando empiece a comparar como equipara conductas muy peligrosas y temerarias con conductas absolutamente inocuas, igualándolas por medio de las respectivas sanciones.

Y lo peor de todo, es que esa no coincidencia del objetivo real y oculto de una norma o nueva regulación, y los valores o principios de cooperación social que sus promotores dicen que se defiende en su texto, no es exclusivo de las normas de tráfico; las hay a patadas. Sin ir más lejos, toda la legislación sobre inmigración es xenófoba. Y el origen de que lo sea, es el estatismo económico imperante. O ¿acaso podría usted, en uso de su libertad individual, invitar a su domicilio, y que se quede en él, todo el tiempo que le dé la gana, a un extranjero procedente de un país subsahariano, al que por cualquier razón considere interesante para su vida?. Bien, eso será asunto de otro post.

viernes, 13 de noviembre de 2009

La verdad de por qué diablos tenemos que salvar a los bancos

¿Por qué demonios tenemos que salvar a los bancos?

Para averiguarlo, tan solo hay que seguir la siguiente secuencia.
Situémonos en el año 2007/8, comienzo del desplome. Veamos:

1- Si no se rescata a los bancos, habrían quebrado TODOS SIN EXCEPCION. La causa es que, una vez se ha esfumado el activo bancario, es decir los créditos concedidos, el pasivo, es decir, los depósitos -la deuda bancaria a corto- se quedan sin respaldo. Y el sistema no soporta una retirada masiva de depósitos por la simple razón de que no hay billetes para todos (ni sumando todas las reservas de todos los bancos y cajas juntos). Todos los billetes y monedas del mundo, no alcanzan ni una décima parte del total de la masa monetaria (M1-M2-M3*) en circulación. El resto son asientos contables, depósitos creados (promesas de pago en papel moneda). Lo que suele llamarse "dinero bancario". Por otro lado, el papel moneda tampoco tiene respaldo metálico ni de ningún otro bien que tenga valor económico independiente del emisor de dicho papel. Todo lo que hay en circulación es fiat money; pero al fin y al cabo, para la gente de la calle, es"dinero". El problema es que, todos los precios de todos los bienes económicos están expresados en este dinero fiat (y por tanto, también toda la contabilidad empresarial).

miércoles, 4 de noviembre de 2009

La pensión del consejero delegado

La pensión del consejero delegado del BBVA, objeto de críticas de partidos y sindicatos

Imaginemos un pequeño país cuyo gobernante, en su reducido territorio, ha decidido cambiar de un día a otro, todas las señales de tráfico por otras de su propia invención que la totalidad de los conductores desconocen.
Al día siguiente, todos los informativos y periódicos llevan a sus portadas trágicos accidentes de tráfico con víctimas mortales producidos a causa del cambiazo.
El gobernante, consternado, aparece en los medios de comunicación, expresando su profundo dolor, acompañando en el sentimiento a familiares y amigos de los fallecidos, y prometiendo soluciones democráticas.

¿Qué? “pa darle siete ostias” ¿no?

lunes, 2 de noviembre de 2009

No es lo mismo .....


No es lo mismo ..... inflación del crédito que inflación*de precios.

Ambos fenómenos son indeseables, pero el primero es veneno letal disfrazado de hermosa ficción.

Si gobernantes y burócratas se dedicaran todas las meses, durante años, a irrumpir en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre a bordo de una carabana de trailers de 30 toneladas, llenándolos de billetes "recien horneados" hasta reventar; y acto seguido lo gastaran todo en put@s, drogas y rock and roll, harían menos daño a la economía del país que si introdujeran esa misma cantidad de dinero mediante préstamos a través del sistema financiero manipulando a la baja el tipo de interés (expansión crediticia).